El día que mataron a Sarmiento. “La noticia corrió como reguero de pólvora”

 

Era el sábado 23 de agosto de 1873 y como habitualmente lo hacía, Sarmiento fue a visitar al ex-ministro Vélez Sarsfield de quien, según sostienen algunos historiadores, era gran amigo. Los investigadores del hecho y así lo hizo saber también en su edición el influyente diario de los Estados Unidos  New York Times, el que adjudicaba como los autores intelectuales del atentado a los seguidores de López Jordán o quienes militaban en las filas de Alsina.

La noticia sobre el atentado a Sarmiento corrió como reguero de pólvora por toda la ciudad de Buenos Aires y en muy corto lapso todos hablaban del hecho. La información en su recorrido llegó al instante al Club “El Progreso”, donde se llevaba a cabo un gran baile, al igual que a otros lugares, que por ser sábado había distinta celebraciones.

Al mismo tiempo, como suele suceder en casos o circunstancias de tanta trascendencia, de inmediato circulaban distintas versiones sobre lo sucedido como las que aseguraban que el presidente había sido asesinado a tiros, que fue herido de muerte, que una de las personas de guarda en la casa del presidente enfrentó a tres encapuchados que intentaron ingresar a la vivienda, que había matado a uno, herido a otro y capturado un tercero.

Otra versión contaba que el suceso se produjo en la calle a raíz de una bomba similar a la que utilizaban los anarquistas y había provocado que el carruaje que conducía al presidente volara por los aires.

Más tarde se supo que los atacantes estaban ubicados en la calle Maipú, entre Lavalle y Corrientes, mientras que otro dio el aviso cuando el carruaje con Sarmiento partió hacia su destino, que era la casa de Vélez Sarsfield, donde llegó también con premura la versión sobre el atentado al presidente.

Lo más curioso y llamativo fue que la información sobre el asesinato de Sarmiento llegó antes que el propio presidente, quien se enteró allí que el complot contra su vida había fracasado.

Esto fue así porque a poco de llegar Sarmiento a la casa de su amigo con quien conversaba animadamente, arribó presuroso uno de los guardas del presidente, de nombre Manuel, quien entre exaltado, agitado y  con inocultable expresión de triunfo expresó a viva voz: “Ya está preso el asesino”.

Sorprendidos y al mismo tiempo, Sarmiento y Vélez Sarsfield preguntaron: “Que asesino?” y la respuesta de Manuel no se hizo esperar y afirmó en forma categórica: “El que disparó el tiro a su excelencia”.

Los historiadores aseguran que Sarmiento tuvo conocimiento en ese momento que había sido objeto de un atentado.

Se enteró además que el intento de asesinato resultó fallido y arriesgan que ello estuvo motivado por su sordera incipiente, que no le permitió escuchar el estampido del disparo y por estar concentrado en temas de su gobierno.

Supo también en ese momento que Francisco Guerri, de 21 años, uno de los contratados para asesinarlo, cuando el carruaje llegó al lugar elegido para el atentado, disparó el trabuco naranjero que portaba en su mano hábil, que era la izquierda.  De acuerdo a los datos históricos, al parecer el arma fue sobrecargada de pólvora lo que produjo su explosión, tiró a Guerri al suelo, espantó los caballos de la volanta y alertó a un policía que se hallaba en las proximidades.

El autor del disparo que perdió un dedo al accionar el arma y sus cómplices, intentaron huir pero fueron perseguidos y detenidos al ingresar a una vivienda de la calle Corrientes a pocos metros del atentado.

En la residencia fueron detenidos Francisco  y Pedro Guerri y Luis Casimir, todos de 21 años de edad, y se secuestró el trabuco, balas, puñales, distintas gorras y ropas para ir cambiándoselas en la huida y no ser reconocidos.

Aquiles Segabrugo, otro de los integrantes de la banda, a raíz de un trabajo de inteligencia a cargo del policía Irineo Miguens se le siguió la pista en Uruguay hacia donde había escapado. Aunque le siguió sus movimientos en el vecino país no pudo dar con él y se supo más tarde que éste había muerto, sin conocerse en que circunstancia.

Algunos de estos detalles, Sarmiento los conoció el mismo día en la residencia de Vélez Sarsfield, suministrados por Manuel uno de sus colaboradores, en momentos que circulaba la información que el presidente había sido asesinado y otros más tarde de parte de la Policía.

En aquella agitada jornada y estando aún en la residencia de Vélez Sarsfield comprendió entonces el presidente que debía retornar a su domicilio porque los vecinos se dirigían hacia allí para enterarse de la situación y ofrecer su apoyo

Y no estuvo errado, ya que sus amigos, vecinos y conocidos llegaban para enterarse de lo ocurrido y manifestarle su solidaridad y colaboración.  A medida que se fueron conociendo los detalles del fallido intento de asesinar al presidente Sarmiento, la condena popular sobre el criminal atentado fue unánime.

Para muchos, a pesar que el intento de asesinarlo resultó fallido, conmocionados por la primera información que se conoció del suceso, recordaban aquel hecho con la contundente expresión “el día que mataron a Sarmiento.”

Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas – Río Negro

 

 

 

 

 

 

 

 

About Raúl Díaz

Check Also

Empresa de Río Negro suspende temporalmente el envío de carga por Tren Patagónico

  Por el cese temporal de actividades por parte de la empresa productora de carbonato …