El lobizón: ¿Otra leyenda de algo mitad hombre y mitad bestia?

 

De acuerdo a la leyenda, el lobizón es el séptimo hijo varón de Tau y Keraná y se trata de un ejemplar mitad hombre y mitad bestia al que se lo compara con la versión europea del hombre lobo. La versión sostiene también que en el Nordeste argentino, Paraguay, parte de Brasil, Bolivia y Uruguay, lugares donde se cree en la leyenda, cuando el séptimo hijo llega a la adolescencia se transforma en Luisón.

Hay quienes aseguran que solo escuchar el nombre de lobizón aterroriza, ya que se trata del monstruo más temido y aborrecido de los engendros malditos, y entre otros daños hace imposible la vida del más allá y juega con el destino del alma.

En la búsqueda de mayor información en relación con este personaje, nos encontramos con infinidad de versiones del monstruo tan temido y aborrecido al que consideran el peor de los engendros malditos.

Esta es una de las razones, porque ante la versión de su aparición por Corrientes, sus habitantes estuvieron al límite de entrar en pánico, ya que se cuentan cosas repugnantes de su accionar que prefiero no detallarlas para no herir susceptibilidades.

Si se puede mencionar que el repugnante sujeto sale a cometer sus tropelías martes y viernes  cuando aparecen las sombras de la noche cuando pierde la forma humana para convertirse en un perro-lobo de aspecto espantoso dejando ver sus dientes afilados, y que en muchos casos busca introducirse en los cementerios.

Se comenta sobre él, que en ocasiones busca seres humanos con la intención de convertirlos también en “luisones” o “lobizones”, lo que puede lograr si consigue pasar entre sus piernas. Quienes aseguran haber observado sus andanzas, han comentado asimismo que en ocasiones, jaurías de perros lo han perseguido ladrando desaforadamente pero sin acercarse demasiados por el fuerte olor nauseabundo e insoportable que despide.

A todo esto, informaciones que llegan desde el Paraguay, afirman que algunos nativos supersticiosos, llegaron a asesinar a su séptimo hijo ante el temor que se convierta en el futuro en un “lobizón” o “luisón”, asesinato que era cometido a pedradas.

Según las versiones al respecto, aseguran que la bárbara determinación que adoptaban los guaraníes, respondía al temor que provocaba el riesgo de tener un monstruo de la naturaleza descripta en la familia.

Como ocurre en estos casos, siempre existe lugar para el debate respecto a que hay de cierto y cuanto responde a la imaginación, o la superstición, la leyenda, la realidad o la ficción.

Sobre el tema opinó alguna vez el excelente escritor Marck Twain, quien con absoluta convicción sostuvo: “La diferencia entre la realidad y la ficción, es que ésta última, tiene que ser creíble”.

Como consecuencia de toda esta difusión vinculada al séptimo hijo, tanto en Argentina como Paraguay, en el siglo 19 se decidió que éste sea apadrinado por el presidente de la Nación, en primera instancia informalmente, lo que se mantuvo hasta el año 1907.

Pero en  1973, el entonces presidente Juan Domingo Perón dio legalidad al tema mediante decreto 884 conocido entonces como “ley de padrinazgo presidencial” que no otorga derecho alguno sobre otras cuestiones legales y solo la disposición de otorgar al niño becas para estudios primarios, secundarios y universitarios.

De acuerdo a lo que se conoce vinculado a este tema, se afirma que con algunas pocas variantes son numerosos los países en los que se habla de estos monstruos que mantienen atemorizados a los vecinos.

En relación a lo que nos motivo referirnos al “lobizón” o “luisón”, que fue la denuncia sobre la observación de uno de estos en Corrientes, es poco lo que podemos agregar, ya que en su mayoría quienes se refieren a que escucharon ruidos extraños en proximidades de algunas viviendas, y en el momento de interiorizarse sobre los mismos, observaron un animal parecido a un perro grande o un lobo, algunos lo identifican también como un cerdo  que se encontraba en las cercanías.

Todos los datos aportados por los vecinos Correntinos, coinciden en las formas del animal visualizado, pero reconocen no haber tenido ningún tipo de contacto, por lo tanto los pocos testigos coinciden únicamente en el susto o temor que les produjo la presencia del presunto “lobizón”, que tanto perturba e inquieta a quienes conocen de sus andanzas y fechorías

Como síntesis, se puede afirmar, tal como lo demuestran los trabajos publicados consultados, que el origen de esta maldición según la mitología guaraní surge de la relación de los amantes, el guerrero Tau y la princesa Keranà, y de acuerdo a lo que anticipa alguna vez se acabará.

Esto sucederá, afirman por otra parte, cuando se rompa el hechizo de su nacimiento para lo que hay que bautizarlo en siete iglesias, apadrinado por el Presidente de la Nación.

Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas  –  Río Negro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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