El viento está vivo en Comallo: Misterio por un monstruo de afilados colmillos

 

Este relato que causa cierta impresión es autoría de mi amigo Valdis Drebnieks y recoge un escalofriante suceso acontecido en la pequeña localidad de Comallo en plena Región sur de nuestra provincia. Cuando sopla el viento, me acuerdo y me da cierto miedo.

“Marta venía caminando desde la estación ferroviaria del Tren Patagónico de Comallo, con el que había llegado procedente de Bariloche esa tarde, ya casi al anochecer.

Corría viento que levantaba polvareda y arrastraba algunos yuyos sueltos por las calles secas mientras caminaba por el medio de la ruta nacional 23, que atraviesa el pueblo, para llegar a su casa en las afueras de Comallo donde vivía en ese momento sola.

 Cuando faltaban como cincuenta metros de distancia para llegar al lugar vio que sobre la ruta y, de manera repentina, se formó un remolino de viento y polvo que se venía en dirección hacia ella haciendo mucho ruido como un torbellino al levantar la tierra como un trompo. De pronto, observó que en el interior se apareció una luz colorada muy tenue que dibujaba la figura de una cabeza en forma de espiral con una boca grande de color negro y con varios dientes blancos tipo colmillos desparramados a su alrededor, que giraba y emitía con un fuerte sonido algo como si fueran palabras dichas con la garganta y la boca cerrada.

A su parecer, le decía ¡Fuera, fuera, fuera! varias veces, como queriendo asustarla y correrla para que se alejara del sitio. La señora muy sorprendida por esta cosa que no entendía sintió un poco de miedo al principio porque nunca había visto algo semejante y le pareció como si fuera una broma. De inmediato, Marta reaccionó con su mano izquierda agarrando su crucifijo, que llevaba siempre colgado en su cuello, y comenzó a decirle ¡Cruz diablo, cruz diablo!

En repetidas veces y haciendo además la señal de la Santa Cruz, con su dedo índice de la mano derecha, continuamente y enfocando directamente sobre esa cosa violenta que se le venía encima, y que ya estaba a menos de cinco metros de distancia delante de ella. Enseguida y tras este choque verbal, el remolino como un demonio comenzó a recular para atrás y dando a entender en repetidas veces de igual forma ¡Ya te voy a agarrar, ya te voy a agarrar! Mientras Marta, a su vez replicaba ¡Cruz diablo, cruz diablo! Agarrando su crucifijo se sintió segura y protegida, y observó que este fantasma impresionante se desplazaba para atrás hacia un zanjón cerca del lugar, donde fue perdiéndose detrás de unos árboles como una cosa increíble.

Posteriormente –dice al autor- hablando con otros pobladores y campesinos de la zona se anotició en el pueblo que esa aparición se trataba de un ser dimensional llamado “Viento Vivo”, una entidad sobrenatural temerosa, que en sí no es ni mala ni buena pero se cree desde hace varios siglos atrás que ese espíritu de energía tiene como consigna proteger los lugares sagrados o importantes, y que periódicamente de la misma manera aparece en varios lugares de la zona de campo en la meseta patagónica.

Tiempo atrás, y al observar una imagen fotográfica que obtuvo un fotógrafo aficionado en una cueva de la zona del paraje rural Pichileufu y muy cerca de la ruta nacional 23, esta señora reconoció su similitud del perfil con ese demonio llamado Viento Vivo que había visto en esa ocasión. Pudo comprobar, además, como un hecho fantástico e impresionante, que la imagen a su parecer formada por precipitación de óxidos ferrosos naturales por filtraciones impresas en la pared de esa cueva que oportunamente visitó. Es tan real como para afirmar que esa entidad existe y que se encuentra ahí mismo”.

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta (Río Negro)

 

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