El extraordinario maestro albañil que dejó su impronta en Maquinchao en el siglo pasado

Llegó de su Checoslovaquia natal a la Argentina con 23 años en busca de nuevos horizontes de vida. En Buenos Aires emprendió un segundo largo viaje con destino a la Patagonia y llegó hasta a San Antonio Oeste (Rio Negro) donde fue obrero en el tendido de los rieles del ferrocarril.

Después de dos años en ese lugar tuvo un reencuentro emotivo con su esposa, la joven Sofía Balus (22) y su pequeña hija a quienes no había vuelto a ver desde que salió de su país de origen.

Desde San Antonio Oeste viajaron juntos en tren y descendieron en Maquinchao, Línea Sur, donde consiguió trabajo temporario en una estancia de capitales ingleses, pero un problema no mayor hizo que tomara la decisión de renunciar y se fue a trabajar como jornalero independiente a un campo de la zona.

JACOBS HROMEK no tenía conocimiento profesional ni experiencia en el oficio de la construcción pero suficiente valor para lanzarse y fue así que un día comenzó a preparar barro para fabricar adobes ayudado por su esposa compañera idónea, quien le acarreaba el agua de un jagüel; con el tiempo y la práctica aprendió a pegar adobes y más tarde continuó con el ladrillo.

Don HROMEK fue un gran constructor autodidacta, oficio que aprendió sin estudiar y sus primeros trabajos fueron en los campos en donde construyó casas, galpones y bañaderas para haciendas.

En la década del 50 edificó la denominada Villa Hromek en la calle José Sede de Maquinchao, lugar donde también construyó su casa familiar y una casa en la calle Sarmiento esquina Manuel Belgrano con arco hacia la ochava que habitó el docente Domingo Faustino Suárez, entre otras.

En 1960, JACOBS HROMEK emigró con su familia a la ciudad de Villa Regina, donde falleció en 1970.-

JACOBS HROMEK (1900-1970)

Texto: Carlos Chico, Historias de mi pueblo

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