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La bahía de San Blas y sus islas del Jabalí, Creek, Olga, de los Césares o del Riacho, han sido siempre referencias de historias, ciertas o ficticias, así como de misterios y leyendas, o bien supuestos por la tradición oral.
Las invocaciones son infinitas en su variada temática y van desde los intentos brasileños de desembarcar en estas costas, después de la derrota sufrida el 7 de marzo de 1827, historias de naufragios y refugio de aventureros, de algún tesoro enterrado por piratas o aquella tan trillada historia de que los submarinos alemanes en la segunda guerra utilizaban el lugar para aprovisionamiento.
En este marco, hay documentación que certifica que en la década del ‘30 del siglo pasado el gobierno nacional había decidido construir un establecimiento penal en la isla Gama.
Todo comenzó con el expediente de la Secretaría General 66214/32 y a través de sus 23 folios constituye el procedimiento administrativo inicial tendiente a adquirir la propiedad de la isla Gama y efectuar la reserva con fines de utilidad pública con destino al Ministerio de Justicia y Seguridad Pública. Las actuaciones recorren un largo camino y organismos oficiales, hasta que en abril de 1935 las últimas fojas dan cuenta de su inscripción y archivo.
La verdad es que la colonia penal para la isla Gama no pasó de la intención de los funcionarios. Pero seguramente algunos antecedentes deben haber existido, que dieran motivo para la iniciación de los trámites iniciales comentados, sobre todo teniendo en cuenta el carácter insular elegido y su distancia de la costa, circunstancia que se califica como sustantiva en el expediente. No escapaba a este criterio el pensamiento dominante en materia carcelaria y el confinamiento en lugares extremos se convertía en comunes denominadores.
De todas maneras, de haberse construido la unidad penitenciaria en la isla Gama no habría tenido mucha vida porque ese tipo de establecimiento pasó a ser un triste recuerdo en los países más avanzados, por la creciente vigencia de otros conceptos en la materia. Es interesante destacar que el establecimiento de estas características más emblemático en la historia del país nació en 1902 en Ushuaia, primero como colonia penal y luego se transformó en “un presidio y cárcel de reincidentes”, que funcionó hasta 1948 cuando el edificio fue cedido a la Armada Nacional.
El penal de Tierra del Fuego era de máxima seguridad como el de Alcatraz, en los Estados Unidos, instalado en una isla del estado de California, que se convirtió en paradigma de los lugares de reclusión de mayor rigor con sus reclusos que se haya conocido. Funcionó desde 1876 hasta 1936. Hoy tanto los penales de Alcatraz como el de Ushuaia son visitados por millares de turistas que toman conocimiento en directo de cómo transcurría allí la dura vida de los penados. (APP)
Texto: Omar Nelson Livigni, periodista de Viedma y Carmen de Patagones. Director de APP (noticias)
Título original de la nota: El penal en la bahía de San Blas que nunca se construyó
