El toro, la salamanca y Bernabé Lucero, un pacto con el diablo. Una leyenda

 

Es muy conocida la historia de Bernabé Lucero, el salamanquero del gran bajo del Gualicho, que en la cueva de los diablos, donde se cruzan los caminos, mediante un pacto con el diablo, aprendió a tocar la guitarra.

Según le sabía contar a sus amigos, la misma estaba habitada por muchas personas que bailaban y cantaban, el recinto del diablo mismo y en la puerta un terrible toro con el cual había que luchar para poder penetrar en la misma.

Debemos aclarar que esta leyenda es muy común a varios lugares de nuestro país, e incluso del extranjero y tiene sus raíces ancestrales en el principio de los tiempos y ha sido glosa por la mitología griega, aludiendo en todos los casos a un toro colorado y diabólico.

En el Norte de Argentina el Supay es la encarnación del demonio en un toro, según un mito santiagueño de la zona adyacente de los ríos Salado y Saladillo.

En su interesante libro sobre la fauna del terror Félix Coluccio escribe que “según las versiones lugareñas se le representa como un animal de gran alzada, acentuada por una cabeza grande (sobre la que brillan sus astas de oro), de las que unos dicen echa por sus narices cuando bufa y como el Toro Yacú, afirma su fuerza luchando y venciendo a otros toros”.

Los que lo ven, cuentan, huyen aterrorizados por su visión y buscan refugio inmediato en los montes. No fue ese el caso de Bernabé Lucero que por su coraje pudo vencerlo y penetrar en la cueva.

Se cree que su fuerza, poder y jerarquía sobre la hacienda, cada vez más numerosa, proviene del pacto que su dueño ha hecho con el diablo, a cambio de su alma.

Las preguntas: ¿Habrá pactado Bernabé Lucero con el diablo que en vez de acrecentar hacienda (que no la tenía, dado que se ganaba la vida cazando zorros en el Gualicho) se le concediera el arte de tocar la guitarra con gran maestría? ¿El toro diabólico que parentesco tendrá con el Minotauro de los mitos griegos?

Solo sabemos lo que el salamanquero contaba a sus amigos en rondas de canciones y vinos, donde según dicen la figura del toro siempre aparecía.

Inspirados por esos dichos tanto el Toli Tolosa, como el artista plástico Alito Mussi recrearon (con un poema y un cuadro) aquellos hechos ya convertidos en una fuerte leyenda rionegrina.

Coluccio afirmaba que “en todo el continente americano ha proliferado una fauna terrorífica que asombra y espanta por las características de cada uno de sus representantes”.

Todos ellos integran la legión de criaturas creadas por la superstición popular y presentan  individualmente una fuerza tan poderosa y maligna que el hombre no puede vencer”.

El Gualicho, Valcheta, Lamarque y las salinas no podían estar ajenos a esa fauna y la estampa de Bernabé Lucero así lo afirma.

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

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