Somos como hablamos o como lo decimos. “A calzón quitao, las paredes oyen”…

 

El fascinante mundo de las palabras que se aglutinan en diccionarios de las academias, tanto en castellano como lunfardo o se limitan al habla argentino, en el que en numerosas ocasiones se utilizan, o emplean sin tener en claro que significan.

Por tal razón, estudiosos del tema sostienen que no son más de 300 las frases de uso corriente, según el aporte que efectúa en uno de sus últimos libros Charlie López.

La Editorial Aguilar reunió alfabéticamente numerosas expresiones que esconden secretos,  historias o dichos, que se emplean sin conocer el origen.  Menciona entre ellos, “a calzón quitao, “las paredes oyen”, “con el Jesús en la boca”, “agarrar pal lado de los tomates”, “se metió en un berenjenal”, “se tomó el olivo” y otros por el estilo.

Muchos de ellos provenientes de circunstancias vividas por alguien, que luego se tomó como ejemplo para referirse o comparar situaciones análogas aunque no coincidan con el tema para el que originariamente fue utilizado, según surge del docente y conferencista Charlie López, que analizó el uso del lenguaje  en sus publicaciones; “Detrás de las palabras” y “En una palabra”.

 En este sentido, existen aportes interesantes y valederos de escritores poetas, compositores, artistas y cuentistas entre otros, muchos de los cuales han incorporado en sus obras términos, palabras, frases y dichos provenientes del lenguaje utilizado por el hombre común.

Por caso, el excelente narrador Luis Landriscina, quien sostiene que “nada es lo que parece, cuando nuestra lengua castellana esta plagada de modismos y frases hechas, que se emplean por todas las clases sociales en las conversaciones cotidianas que utilizan palabras que no tiene que ver con el concepto que expresan”.

Si tomamos en cuenta la afirmación comentada por Luis Landriscina nos encontramos con numerosas expresiones que certifican esta expresión como por ejemplo: “a calzón quitado”, se aplica a quien se refiere a un hecho con un alto grado de sinceridad, y al parecer deriva de la lucha grecorromana de siglos pasados cuando los luchadores, se enfrentaban sin ropas a efectos de mostrar que solo utilizarìan  manos y pies. El deporte desnudo era común en la antigüedad porque se creía que era mejor para el cuerpo al permitir más libertad en sus movimientos.

Otra notable y muy usada expresión es “agarro para el lado de los tomates”, utilizada cuando alguien mal interpreta lo que se comenta y aporta un comentarios fuera de lugar.  Antiguamente en las viviendas era infaltable la “huerta”, y según se dice los tomates eran propensos a contraer pestes, por lo que se plantaban a estos en un lugar apartado del resto.

Otro dicho bastante común que se escucha muy seguido es “como Pancho por su casa”, y se utiliza o refiere a las personas que ingresan en algún lugar sin razón o con facilidad.  De acuerdo a la Real Academia Española esto surge cuando Pedro de Aragón en el 1096 venció al ejército musulmán recuperando la ciudad de Huesca para el cristianismo.

Sostiene la historia que fue tan fácil que desde entonces se utiliza la expresión, “como Pedro por su casa”,  para quien se desenvuelve con seguridad o soltura en cualquier lugar.  Cuando el dicho llegó a América, sin razón alguna se cambió “Pedro” por “Pancho”.

Entre tantos dichos y expresiones que utilizamos, es común escuchar cuando se trata de decir algo en secreto; “Las paredes oyen”. Según se cuenta en el Siglo XVI cuando Catalina de Medici, reina consorte de Enrique II de Francia dispuso que en el Palacio Real se construyan habitaciones con conductos acústicos con el objeto de escuchar conversaciones conspirativas o sobre traiciones de parte de miembros de la Corte.

Enterados estos, como también la servidumbre, comenzaron a usar la frase “Les mursont des oreilles”,  que traducido al castellano significa ”Los muros tienen orejas ”alertando que había que hablar con prudencia, sugerencia que se mantiene aún cuando se hace referencia a conversaciones sensibles.

Hay también referencias y hechos que se utilizan para señalar a quienes han cometido infidencias o brindado información indebida, y al parecer tiene origen en el ámbito carcelario.  Se trata de “Cortar el rostro”. De acuerdo a algunos testimonios el hecho y el dicho proviene, a raíz del corte que le provocaban a algún recluso sus compañeros de prisión, cuando éste informaba a las autoridades del penal o guardia cárceles sobre acontecimientos internos.

Esta era además una forma claramente explicita para que el resto de los internos del lugar se enteraran que el agredido había roto los códigos de convivencia del penal.

Actualmente el dicho o la expresión se utiliza para dejar en evidencia a quien se ha referido a hechos o cuestiones que no debían ser sacados a la luz o dado a conocer públicamente.

Hemos tratado en este breve resumen hacer conocer el origen de algunos dichos que a diario escuchamos  o pronunciamos para referirnos a determinada circunstancia, aunque no siempre se asemeja o se vinculan en forma directa con el hecho o circunstancia que se está tratando.

Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Vidma

Las Grutas  –  Río Negro

 

 

 

 

 

 

 

 

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