Estancias de Patagones: Fortín Viejo, antiguas historias, un poema y un avión del Ejército

Pegada a la orilla Sur del río Colorado se ubica un histórico establecimiento rural, enmarcado no solo sobre un paisaje único en el cual la naturaleza ha hecho de las suyas dejando crecer frondosos árboles en la libertad que les regaló el paso del tiempo.

Las rosas mosquetas invadieron parte de los lotes cercanos a la casona, cedros y robles enormes tomaron protagonismo sobre la llanura. Los gigantes pinos y los eucaliptus no se quedaron atrás y, por último, algunas parras y membrillos aún dan sus frutos año a año.

 La Estancia Fortín Viejo se encuentra ubicada al Norte del Partido de Patagones, pasando por la Colonia Los Álamos, entre las estancias El Reducto, San Francisco y El Tigre.

Fue vestigio de una época de vacas muy gordas y de pujante desarrollo rural de nuestra región. A fines del 1800 cada uno de los hijos de Juan Pradere compró tierras en esta zona y por cada 100 hectáreas que adquirían el gobierno les regalaba 10.000 hectáreas más. Así eran las cosas por aquellos años en los que Santiago Luro, uno de los hijos de Pedro Luro y fundador de la Estancia El Tigre, estuvo de funcionario del Gobierno Nacional, colaborando con el desarrollo potencial de estos campos “despoblados” del Sur bonaerense.

La estancia Fortín Viejo puede deber su nombre al antiguo Fortín Colorado, que vale recordar se ubicaba a una distancia de 3,5 leguas río abajo del actual Fortín Mercedes, hago referencia a los años 1833 hasta 1880, aproximadamente, cuando ocurría en nuestro país la Campaña al Desierto de Rosas y luego de Roca. El Fortín Viejo es el nombre del sector que quedó abandonado luego del traslado del Fortín, pero que continuó siendo una especie de lugar de paso, ya que según las crónicas de Marcos Mora, quien decía que con su galera, cruzaba en balsas el río Colorado hasta el llegar al Fortín Viejo, para luego continuar rumbo a la Querencia y Stroeder.

También el Padre Pedro Bonaccina, quien llegó a la zona en 1895 y fundó el Colegio San Pedro, redacta en sus escritos que muchas veces recorría a caballo las estancias para dar misas, bautismos, comuniones, etc y allí nombra la Estancia Fortín Viejo, el Tigre y San Francisco en esas anotaciones.

Estas anécdotas, de alguna manera, nos indica que la estancia mantiene su nombre desde esas épocas y seguramente era un lugar importante ya que ocupaba una extensión de 5.000 hectáreas.

En la actualidad es propiedad de Napal, pero pasaron por la estancia varios propietarios después de los Pradere. Hoy cuenta con 1.280 hectáreas y según me contaron llegó a tener más de 20 empleados permanentes cuando en aquellos años lejanos el cultivo más importante era la alfalfa y se criaban miles de ovejas para extraer la lana.

El casco principal, hoy en ruinas, fue fundado en 1914; este dato es real ya que en una de las paredes centrales se encuentra grabado en el revoque con ese número. El establecimiento también contaba con otras viviendas para el mayordomo y para los peones, tenía garaje, varios galpones, un gallinero de lujo, caballeriza, etc. En el interior del campo se ubicaban dos o tres puestos más para el control y el cuidado de la hacienda.

En sus inicios, la principal actividad fue la cría de ovejas y algunos vacunos. En la actualidad el establecimiento produce cebolla, sorgo, alfalfa, maíz y cría de vacunos.

Es importante decir que el río Viejo, un brazo del Colorado, pasaba a unos 50 metros del casco de la estancia delimitando el Partido de Patagones con el de Villarino y a unos metros más lejos se encuentra el actual cauce principal.

Cabe destacar que este tramo inferior del río Colorado se vuelve un poco desparejo ya que en su desembocadura se van formando unos islotes y esto hace que el cauce se vaya dividiendo en riachos cuyas aguas desembocan en el mar en diferentes direcciones.

La construcción de la casona principal hoy se encuentra en ruinas casi en su totalidad, pero aún pese al paso del tiempo resguarda las historias de aquellos años de esplendor, donde todo se pensaba paso a paso, sus detalles arquitectónicos, el tamaño de sus pórticos, la imponencia de los remates, las molduras, hasta el enorme jardín de plantas y arbustos, absolutamente todo se diseñaba y se construía con expertos.

La casona tiene un estilo sobrio refinado en sus remates y molduras tanto las superiores como las que se encuentran en el revoque de las esquinas. Seguramente constaría de varias habitaciones y dependencias al igual que las Casonas de las Estancias San Francisco y El Tigre.

Don Mocito fue un esquilador que pasó varias temporadas en la estancia hace muchos años, allá por 1970 y conoció a uno de los antiguos dueños con los que no se llevaba muy bien, ni él ni los demás peones y esquiladores, al parecer era un europeo medio altanero y mal llevado. A través de su nieta Ana Peralta pude obtener este poema gauchesco, escrito por Toto Ponce, y que se había hecho famoso por aquellos años, donde el trabajo más importante de la estancia era en torno a la cría de ovejas. Don Licandro Peralta “Mocito” nació en 1921, un 10 de Febrero, es decir que cumplió ya sus 100 años de vida, todo un patrimonio viviente, que aún recuerda y recita ese famoso poema y aquí les dejo una parte.

“Con mi permiso señores les voy a hacer un bosquejo

Perdonen lo desparejo, si es que me llego a equivocar,

Pero algo les quiero contar de la estancia Fortín Viejo…

La estancia de referencia está cerca de Igarzábal

Y ha de estar ubicada a seis leguas de Pradere,

Creo que hasta las mujeres conocen de su enramada…

Digo enramada y perdonen la ignorancia,

No puede llamarse estancia donde no hay comodidad,

Es una calamidad y hasta causa repugnancia,

El dueño es un ruso judío

tacaño hasta el más allá,

Y cuando van a esquilar es costoso hacer arreglo

Se hace la esquila en el suelo y galpón es pa’ corral…”

Existe un hecho no muy conocido que ocurrió en Fortín Viejo y que a través de los años se convirtió en anécdota para los habitantes de esa zona. Según Alberto Yunis se sabe que en una época (no tenemos la fecha exacta) cayó un avión del Ejército Argentino en uno de los lotes del campo y flor de susto para todos los que estaban allí en ese momento. Por suerte los pilotos y los pasajeros, salieron con heridas leves y hasta podría decirse que se salvaron de milagro.

Y así son las historias por estos lares de la Argentina, donde se entretejen anécdotas que escritas todas juntas arman un cuento interesante. No es fácil cuando muchos de los protagonistas ya no están y lo que se sabe es por terceros o es por deducción e interpretación que se puede ir haciendo de esas narraciones orales.

Nota: Sepan que tanto esta como otras estancias de nuestra zona tienen mucha más historia y datos. Pero ojalá que se pueda sumar más información en los comentarios que también nutren dicha historia. Quiero aclarar que los datos para armar la investigación las obtuve charlando por teléfono con antiguos y actuales pobladores de la zona, eso sumado a lo que voy leyendo y escuchando y después de alguna manera se van atando cabos y así se puede escribir todo en un orden cronológico.

Tengo que agradecer muchísimo a Alberto Yunis, Ana Peralta, Marcelo C Mobili, Norma Yunis y por supuesto a Victor Hugo Vogel quien me envió las hermosas fotos y me dio bastante información.

Gracias a todos ellos.

Texto Noelia Sensini, Hilario Ascasubi (provincia de Buenos Aires)

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