Historias rionegrinas: “Vecinos, se recomienda quedarse en sus casas”. Una gran nevada

Felipe se levantó temprano, como de costumbre, se puso su bombacha de campo, su camisa a cuadros, un chaleco viejo de lana y una campera verde gastada llena de remiendos de trapo.


Salió a juntar agua para lavarse la cara en la palangana y en el camino de vuelta casi pierde una de sus alpargatas. Al entrar a la casa, reavivó el fuego que había quedado prendido desde la noche para abrigar nuevamente su cuerpo y su rancho.


Después dio unas vueltas por el gallinero, puso una pava tiznada en el fogón y empezó a preparar su mate. Cuando este estuvo listo, se sentó cerca de la ventana para poder mirar tranquilo el amanecer y la inmensidad del campo nevado.


Luego de casi media hora se levantó de la silla, fue al galpón y trajo su cuchillo. Se puso a terminar unos trabajos de sogas criollas que le habían encargado.


Las horas pasaron y decidió preparar otros amargos.

Mientras el agua caía desde la pava lentamente en su mate, escuchó en la radio:


“Vecinos, se recomienda quedarse en sus casas. Una gran nevada azota los campos de la zona y de todo el Sur.” Más tarde un anuncio, Para Felipe Huenchuman. Que espere en esta semana la camioneta de Durán que le lleva pronto lo convenido por su patrón”.


Al finalizar los mensajes y mientras se escuchaba de fondo un chamamé, sacó su recado y se puso a ensillar su zaino. Su semblante no era el mismo, una notable tristeza había tomado control de su rostro. Los ojos llorosos, la cara pálida.
Tres días pasaron, la mañana llegó y Durán con gran esfuerzo por el camino casi inaccesible, llegó junto con ella.

Bajó de su camioneta y golpeó las manos cerca del rancho de Huenchuman pero nadie salió.


Decidió acercarse a golpear la puerta pero encontró una nota y al mirarla, entre lágrimas volvió a su vehículo y comenzó su viaje de regreso al pueblo.


Al llegar lo primero que hizo fue buscar a su patrón, un hombre de serio aspecto y figura preponderante. Le comentó lo sucedido y mientras lo miraba con desagrado, le entregó su encargo y una nota. Esa que escribió Felipe en un papel medio arrugado, con manchas de mate y mala ortografía.
“El gringo” como así lo apodaba la gente, se sentó a leer y poco más tarde lo ven salir apagado, decaído.


Los meses pasaron y esa gran nevada quedó en el recuerdo de muchos, pero nadie supo más nada de Felipe Huenchuman. Muchos relatos surgieron “murió entre la nieve” “se perdió en los campos” “consiguió trabajo en otro puesto”. Cómo haya sido, la verdad que había solo era una y en un papel estaba escrita:

“Patrón usté sabe el esfuerzo con el que trabajao pa usté. escuché por la radio que me mandaba el dinero del que me habló pa que deje el campo. Primero creí que lo iba a pensar pero ahora se que ha tomao la determinación de traer un pion más joven que yo y al parecer con mucho apuro.


“El campo es suyo y no lo vía discutir. Prefiero irme a rumbiar por ahi y aunque la edá se me nota sé que algo vía encontrar porque todavía me quedan fuerzas pa seguir trabajando”.


”El dolor mío no es porque alguien más joven yegue a este campo sino el pago por el sudor de tantos años.
con yerba azúcar y fideos me a pagao mucho tiempo y nunca le he dicho nada. Mientras usté a andao viajando siempre e estao pasando frío, calor y entre el barro pa cuidar su capital, me e golpiao muchas vece y me e curao como perro.
No le vía peliar la determinación que a tomao pero ante de recibir la poca plata que quiere darme por tantos años de lealtá, con la escusa de que le debo. prefiero irme a buscar suerte por ahi.

Felipe Huenchuman.”

Pequeño cuento que escribí


La historia no es real al igual que los personajes, pero sí creo que cuenta la realidad de muchos paisanos. De muchos Huenchuman que deben andar con sus penas por los campos argentinos

Texto y foto: Luciana Mirán (Viedma)

Gaucho de la foto: Chico Felicindo.
Poblador de Aguada de Guerra (Río Negro)

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