J.B.Casás, cerca de Carmen de Patagones y Viedma, lugar camino a Bahía San Blas

 

En el Partido de Patagones se encuentra el pequeño pueblo de José B. Casás, situado a 22 kilómetros de la ruta nacional 3 y 40 kilómetros de Carmen de Patagones. El poblado es un paso obligado para muchos aficionados a la pesca que se dirigen a Bahía de San Blas, que está a 30 kilómetros. Los caminos de acceso son de tierra y, si bien no es una zona muy lluviosa, cuando esto sucede el tránsito se vuelve complicado.

Osvaldo Vicuña es nativo de José Casas y cuenta acerca de este paraje que, según el censo del 2010, tenía 40 habitantes: “Aquí somos unas 10 familias que suman entre 35 y 40 habitantes. La mayoría de la gente vive en el campo, hay mucha gente allí. Antes había más población, por ejemplo hasta el año 1968 había unos 150 chicos en la escuela y hoy sólo hay 10 alumnos. La gente se empezó a ir al pueblo cuando se vendieron los campos… Escuela secundaria no hay tampoco por lo que al terminar los estudios primarios se tienen que ir a Stroeder o a Patagones, sobre todo por el tema de los caminos”.

La estación del ferrocarril, que fue creada en el año 1913, lucha por sobrevivir en el medio del agreste paisaje del Sur bonaerense donde el tiempo hizo lo suyo y la mano del hombre no colaboró para evitar la decadencia: “Está en pie, pero bastante deteriorada desde que en 1993 los trenes dejaron de pasar. Está fulera y nadie la habita, al pasar el tiempo y sin mantenimiento se va desmantelando. Alguna gente también se ha ido llevando cosas…”

Una antigua cooperativa mantiene la vida económica y social de José Casas y, en un escenario donde todo se entrelaza, no resulta raro que quien esté frente a la misma sea el hermano de nuestro entrevistado: “Está mi hermano en ese edificio, es un lugar de ramos generales, también tiene tipo un museo con cosas antiguas”.

El Club Unión José de Casas es el lugar de encuentro de los vecinos, donde aún se pueden compartir trabajo y experiencias. El fútbol tuvo su tiempo dorado con un equipo competitivo en la zona, pero hoy su función es meramente social: “Hacemos uno o dos bailongos por año para arreglarlo y mantenerlo, y además se cede a algún vecino que quiere realizar algún festejo. Tiene una cantina que abre algún fin de semana o cuando hay fiesta”.

Visitar cada lugar a través de la palabra de sus protagonistas y conocer en este contexto qué servicios tienen para el desarrollo, es fundamental: “Contamos con luz eléctrica, pero estamos muy complicados con el agua, que es medio salada, y aparte llueve poco como para abastecer los aljibes. Estamos tirados. En cuanto al agua y a los caminos estamos complicados”. Aljibes, molinos, bombas. Elementos que para muchos podrían relacionarse con un tiempo pasado se muestran más vívidos que nunca en aquellos recónditos lugares donde las características naturales y la escasez de obras marcan otro ritmo de vida.

Elegir vivir aquí puede resultar un desafío para quienes están habituados al confort. Vivir aquí es una elección que se hace todos los días y que adquiere relevancia en la palabra de Osvaldo, quien afirma “Yo me quiero morir acá”. Sus raíces están en Casás desde que sus abuelos lo eligieron como lugar de vida, cuando sus padres se instalaron y le enseñaron a trabajar el campo y después, cuando junto a sus tres hermanos decidieron quedarse y formar cada uno su familia: “Uno se crió acá, fue a la escuela, hizo sus amigos… El ser humano se acostumbra a los lugares y a mí me gusta el campo”. El campo y el hombre se funden en una sola persona aquí, en el límite Sur de la provincia de Buenos Aires.

Texto: regionatlántica.com

Fotos: Marcelo Bucci

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