Ex gobernador Mario Franco: Un narrador de misteriosas leyendas rionegrinas

Una faceta poco conocida del siempre recordado ex gobernador de la provincia de Río Negro Mario José Franco es que era un gran contador de leyendas y sucedidos, algunos de los cuales lo tuvieron por protagonista.

Es que don Mario estableció durante su gestión de gobierno el contacto directo y personal con los habitantes de interior provincial, en especial en los parajes (al igual que Adalberto T. Pagano y el actual gobernador Alberto Weretilneck) donde a través de visitas y reuniones que sumaron un recorrido de más de 250.000 kilómetros (a veces a caballo), al conversar con los pobladores, acopió una buena cantidad de anécdotas y leyendas tradicionales.

En su ameno libro “Mis reflexiones” (debería ser leído por los políticos actuales, en especial por los peronistas) supo reseñar varias de ellas, algunas de las cuales que lo tuvieron como privilegiado protagonista.

Solía decir don Mario que “nuestra provincia es indudablemente una tierra de tradiciones y leyendas. En una oportunidad, en este arduo transitar que tiene la política, marchábamos por una huella desde Pomona hacia Valcheta, donde aproximadamente a mitad del camino al Solito se doblaba pasando por el “Salitral del Gualicho”.

Con Borda, que me acompañaba cuando llegamos al Bajo Grande, le preguntamos a un paisano de a caballo si ese era el famoso Bajo y dónde había que dejar las ofrendas. Como increpándonos nos dijo que efectivamente ese era el lugar y que era cierto que algo había que dejar. Yo en ese instante recordaba lo que me había contado don Domingo Sgro que solía llevar vino a Valcheta y pasaba por el lugar. Como el italiano no creía en esas cosas no dejó ninguna ofrenda a consecuencia de lo cual se le descompuso el camión y estuvo como tres días sin poder continuar viaje hasta que un  paisano le informó que “algo debía dejarle al Gualicho”.

Él mismo es como una especie de portada, con forma de cueva, ya citado por el Perito Moreno, Rodolfo Casamiquela y otros pioneros de la investigación y estudiosos. Actualmente como el viejo camino está abandonado no pasa casi nadie y hay que entrar con baqueano. Allí entonces en aquella “Puerta del Diablo” dejó la ofrenda Domingo Sgro y cuenta: “la Madonna, ma dejo siempre una ofrenda y nunca más me pasó nada”, con su acento italiano.

En otra oportunidad viajábamos en un colectivo de la empresa “El Valle” que atendía una línea a Comallo, pasando por Cerro Policía. En la meseta al lado del camino hay una capillita que recuerda el trágico lugar en donde fue asesinado el Maruchito (Pedro Farías), que era un humilde boyerito de aquellas bravas tropas de carros.  El conductor pasó de largo olvidándose que tenía que detenerse. Habíamos hecho unos 500 metros cuando se paró el motor. Con la mano se dio un golpe en la frente por no haberse acordado de parar en el Maruchito. Le preguntamos eso que tenía que ver y nos explica la costumbre de dejar alguna ofrenda para “que no ocurra nada”. Salió caminando y nosotros detrás, con Emilio Belenguer, José Rodríguez, Marcos Lázzeri y Luis Campos, dejamos una ofrenda y regresamos al colectivo que antes había sido cuidadosamente revisado. Al subir cuando accionó la llave lo puso en contacto y ¡Oh sorpresa, arrancó normalmente!

Sigue contando don Mario que “otra leyenda muy poco conocida está ubicada a unos 50 o 60 kilómetros de Villa Regina, en Cerro Mesa. Sobre esa planicie los antiguos indígenas solían realizar sus parlamentos; sitio ideal además para otear todo el contorno. En la parte Sur del mismo hay unas cuevas y doña Jacinta Painenzo me solía contar particulares de esa interesante historia. Un puestero tenía una hija muy hermosa de unos 14 o 15 años, que solía ir a cuidar la majada de chivas, hasta que un día desaparece. A pesar de la intensa búsqueda realizada nunca más la pudieron encontrar, pero sí unas huellas muy marcadas, pero de un solo pie, como si llevara un peso no habitual en sus brazos. Dicho personaje mitológico se alude como al Diablo.

Y cuenta que siempre en esa cueva se oía una música celestial que llamaba la atención por su dulzura. A los curiosos que asomaban a la misma se les aparecía una mujer totalmente desnuda de una belleza deslumbrante. Es conocida como la cueva de la “Salamandra” y dicen que quién entra en ella no aparece nunca más”.

Finaliza diciendo Franco que “hay muchas leyendas que enriquecen la tradición de nuestra provincia. Don Jacinto Giménez me contaba que cuando era joven en el lago Gutiérrez vio en una oportunidad al “Cuero del Agua”, pero no se animó a acercarse. Como se sabe el cuero es una entidad de los lagos que se extiende para tomar sol y según la leyenda al desprevenido que se acerque sea animal u hombre lo envuelve y rodando se los lleva a las profundidades del lago”.

Historias que asombran, Río Negro, tierra de leyendas. Y la memoria de don Mario Franco trayendo las viejas contadas de nuestra gente.

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

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