El militar alemán, fogueado en las guerras napoleónicas, llegó al país para ingresar al Ejército Argentino con el grado de teniente y ya como coronel, con la anuencia de Rosas, se convirtió en el terror de los indígenas.
Federico Rauch no era un militar cualquiera; llegó al país como varios militares europeos el 23 de marzo de 1819 para enrolarse en el Ejercito Argentino que valoraba el haberse fogueado en campos de batalla de las guerras europeas.
A todo esto, con Rauch el país, atento a los sucesos que se avecinaban y a sabiendas que Rosas estaba enterado del movimiento indígena que podría perjudicar sus establecimientos, confiaba en las acciones que desplegaría Rauch, quien sin embargo dejo que los hechos se produjeran.
El malón compuesto por más de 400 indígenas arrasó con tres establecimientos de Rosas, llevándose cautivos y ganado y fue el coronel Federico Rauch quien se encargó entonces de perseguirlos, eliminarlos y recuperar ganado y caballos que habían robado.
De acuerdo a registros de 1826, Rauch salió hacia el Sur y en Tandil se le sumaron cerca de veinte caciques con ms de medio millar de lanceros, con los que avanzòó hacia Sierra de la Ventana y Quequén Grande, donde atacaron por sorpresa las tolderías.
Existe documentación que entre 1827 y 1828 Rauch condujo campañas contra los indígenas con el propósito de dominarlos en cercanías de Dolores y los Toldos y las acciones del militar alemán se caracterizaron por llevar a cabo ataques sorpresa.
Un reporte que hizo conocer posteriormente Rauch da cuenta de la crueldad de su proceder tras reconocer haber degollado a 28 ranqueles, según admitió, “para ahorrar balas”. Hay que destacar por otra parte que el gobierno reconoció que la tarea de Rauch había sido sumamente eficaz y el propio Rivadavia tenía decidido por lo tanto otorgarle una distinción o premiación.
No quedó demasiado en claro el tema del premio, ya que mientras algunos sostenían que Rivadavia le entregaría un sable, que no se sabe si se concretó, Rauch fue designado en marzo de 1828 jefe del Fuerte Federación, ubicado donde actualmente es la ciudad de Junín.
Otra actitud y decisión que se le reprocha al militar alemán es haber apoyado al general Juan Galo de Lavalle en el movimiento sedicioso encabezado para derrocar al gobernador de Buenos Aires, coronel Manuel Dorrego.
Hay documentos que sostienen que Rauch le fue muy útil a Lavalle al saber que los federales habían reclutado a numerosos indígenas y el militar alemán los conocía bien. Se sabe por otra parte, que cuando estalló el golpe en su contra, el coronel Dorrego se refugió en el campo de su hermano Luis donde acampó el Regimiento 5 de húsares que comandaba el coronel Angel Pacheco.
En la continuidad de los acontecimientos, se produjo otro hecho que tiene a Rauch como principal protagonista. El comandante Bernardino Escribano sublevó al Regimiento de Húsares, tomó prisionero a Dorrego a su hermano y a Pacheco y propuso entonces trasladar al derrocado coronel Manuel Dorrego a Buenos Aires.
Otra vez toma protagonismo Rauch, quien cerca de Cañada de Giles el carruaje que trasladaba a Manuel Dorrego fue interceptado por Rauch y tras liberar a Luis Dorrego y al coronel Pacheco, al gobernador derrocado Rauch lo llevó a Navarro, lo entregó a Lavalle, quien como se sabe lo fusiló el 13 de diciembre.
Rauch no advirtió, quizás por soberbio que su final estaba cerca cuando las fuerzas federales al mando del alferéz Prudencio Arnold derrotaron a unitarios en Guardia del Monte, en marzo de 1829.
Fue entonces cuando Rauch salió en persecución de Arnold, quien cruzó el río Salado y se instaló en el paraje conocido como “Las Vizcacheras” a efectos de unir sus fuerzas con grupos de indígenas que venían de Azul. Su fin estaba cerca, ya que al llegar a “Las Vizcacheras” se instaló en la estancia “Los Cerrillos” en proximidades de la localidad de Gorchs, Partido de General Belgrano.
En ese lugar se produjo un enfrentamiento con fuerzas federales el 28 de marzo de 1829 cuando Rauch al frente de sus fuerzas cargó contra el enemigo y creyó que lo había desbaratado sin advertir que dos alas de sus dirigidos habían sido rechazados.
Confiado al sentirse vencedor, escuchó un trompa llamando a reunión interpretando que eran sus hombres, pero en realidad eran sus enemigos que se estaban reagrupando. Al advertir que estaba rodeado por federales opto por huir, pero Manuel Andrada del cuerpo de Blandengues boleó su caballo.
Fue entonces cuando Nicasio Maciel un capitanejo, conocido como Arbolito de la tribu de Catriel lo lanceó, acabando con su vida y Manuel Andrada fue ascendido a alférez por su acción.
Eduardo Reyes, escritor de Viedma
Las Grutas — Río Negro