La vigencia de Martin Fierro y el viejo Vizcacha

 

En las primeras décadas del siglo XX, cuando el país recibía miles de inmigrantes europeos, entró en crisis el ideario liberal de la Generación del ’80 y surge la necesidad de fortalecer el sentimiento de “argentinidad” y de la mano de intelectuales como Ricardo Rojas, Manuel Gálvez y Leopoldo Lugones se rescata al “Martín Fierro” como símbolo de la identidad nacional que se estaba perdiendo.

El poema épico nacional está trabado en el alma del pueblo y se procede a la cristalización de Martín Fierro como mito nacional y, según Lugones. Fierro tipifica en potencia al argentino.

Ahora el problema es otro, a lo largo de los años se ha ido perdiendo la costumbre de leer el Martín Fierro pero han ido quedando frases sueltas que forman parte del habla argentina. Y es aquí donde el problema se transforma en una suerte de confesión involuntaria de nuestra forma de ser.

El Martín Fierro tiene dos protagonistas centrales, opuestos y a la vez complementarios, Fierro y Vizcacha. La pregunta es: ¿los argentinos tenemos más características de Martín Fierro o del Viejo Vizcacha?

Los consejos de Vizcacha y los consejos de Fierro aparecen en la segunda parte de la obra y configuran una especie de “contrapunto moral”, dicho desde el sujeto genérico gaucho, en la lengua del gaucho pero sobre todo muestran la dialéctica social. Cuando pensamos en el Martín Fierro lo primero que surge en nuestra conciencia es su voz de consejero paternal, sustentada en el trasfondo sapiencial de herencia española y cristiana plena de valores éticos: “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera”. Pero en ese camino también aconseja: «Es mejor que aprender mucho el saber cosas buenas», «Aquel que defectos tenga disimule los ajenos», «Siempre el amigo más fiel es una conducta honrada», «Sangra mucho el corazón del que tiene que pedir», «Si la vergüenza se pierde, jamás se vuelve a encontrar», «Pues por igual es tenido quien con malos se acompaña», «Y sepan que ningún vicio acaba donde comienza», «Que no es vergüenza ser pobre y es vergüenza ser ladrón», «el gaucho es el cuero flaco de los tientos para el lazo».

Hay una doble moral que se sintetiza en la llamada “viveza criolla” que nos preocupa y que convive en el texto de José Hernández con la ética del honor y la honestidad de Martín Fierro hasta el punto de que ambas posiciones morales se confunden, tal vez, porque se dicen desde la subjetividad común del gaucho, el hablante de la obra más representativa de la sociedad argentina.

Los consejos del Viejo Vizcacha no brotan como fruto de la responsabilidad de educador ni de una intención asumida con sobriedad, sino cuando el Viejo Vizcacha está borracho, condición de la que se ufana. Viejo Vizcacha, es un “no nombre”, un apodo, un mote. Su condición de viejo en lugar de enaltecerlo, como poseedor de opiniones válidas, lo degrada. Los consejos del Viejo Vizcacha se encuadran en una praxis directa y egoísta y se basan en una moral empírica y acomodaticia.

De todos modos, José Hernández también le dio un toque de profunda humanidad a la picardía criolla en la que lamentablemente solemos vernos reflejados: «El primer cuidado del hombre es defender su pellejo», «El diablo sabe por diablo pero más sabe por viejo»,«Hacete amigo del juez, no le des de que quejarse», «pues siempre es güeno tener palenque donde ir a rascarse», «Cada lechón en su teta es el modo de mamar», «El que nace barrigón es al ñudo que lo fajen» .

¿Por qué el receptor confunde los consejos de Vizcacha con los de Martín Fierro?

Ocurre que los elementos éticos que aparecen en los consejos de Martín Fierro y en los de Vizcacha configuran una estructura única que se corresponde con una particular ética de la sociedad argentina. Los consejos de ambos, tienen en común la modalidad apelativa, la cadencia sentenciosa del decir gaucho, o sea que tanto Fierro como Vizcacha hablan desde el lugar del “gaucho”. Ambos utilizan el refrán, la comparación y la fábula, a menudo animalista, para expresarse, especies discursivas que poseen el poder de la persuasión indirecta y que desde la apelación al receptor promueven una respuesta ideológica, cognitiva, verbal o pragmática.

El héroe y anti-héroe aparecen así reunidos en la común intención de convencer al otro. ¿De dónde han surgido estas tipologías, estos retratos y estos discursos enunciados por Hernández? Sin duda de la sociedad misma. Quizás éste sea el motivo de la recepción ambigua y cruzada de los consejos, donde los dichos de uno se confunden con los dichos del otro, a tal punto de endilgar al sufrido, valiente y recto Martín Fierro las afirmaciones ladinas y mezquinas, interesadas y falsas de Vizcacha, sustentadas en una moral de la supervivencia y que no por eso deja de ser egoísta y nociva para el comportamiento social.

El personaje del Viejo Vizcacha ocupa un lugar preponderante en Martín Fierro y también en el imaginario colectivo, aunque con valoración tergiversada si tenemos en cuenta esta serie de indicios que determinan su verdadera función en la obra. La presencia de Vizcacha en Martín Fierro no justifica su manera de obrar; antes bien denuncia algunos de los aspectos de nuestra idiosincrasia que son negativos.

Casi todos los consejos del Viejo Vizcacha son desechables, pero no dejan de tener valores estéticos que los hacen atractivos, y ciertos matices de valores éticos inherentes a nuestra identidad cultural.

 

Texto: Santiago Reyes, escritor y periodista

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