Instrucciones para usar los fósforos “Tres Patitos”. Se ganaron el corazón de argentinos

 

Con el perdón de Julio Cortázar que con perfecto sentido lúdico escribía sus instrucciones para dar cuerda a un reloj y otras similares, cuando veo en algún comercio o en la cocina de mi casa una caja de fósforos de madera los “Tres Patitos”, por las peripecias que he pasado con las mismas, consideré oportuno escribir estas breves instrucciones para el incauto comprador.

Como dice la CGFSA (Compañía General de Fósforos Sud Americana S A) los tres patitos son como de la familia en cada casa que se precie de tal, porqué: “Es la marca más elegida por los consumidores y está arraigada a los valores del hogar, la familia y lo casero. Es por esto, que se ha ganado el corazón y la simpatía de todos los argentinos”. Y dicho sea de paso la misma compañía produce también la marca “Fragata”, con un bello dibujo de la nave de marras, pero desde niño yo tengo preferencia por los simpáticos tres patitos.

Se dice, sin embargo, “que la primera caja en completarse cargó exactamente 222 fósforos. Por eso, la marca fue nombrada Tres Patitos debido a la forma del número 2, que se parece a un pato. Su historia –dicen- que se remonta a la alianza de tres fábricas de cerillas”.

Una amena nota del diario “La Nación” señala que “los fósforos de la marca son ecológicos, ya que se producen a partir de la plantación de los bosques propios de la Compañía. La materia prima, que es el álamo, está en un establecimiento forestal de la localidad de Campana, en una superficie de 623 hectáreas en la plantación Tajiber”.

Ahora bien, vamos a lo nuestro. Me tomé el atrevimiento de escribir a la manera del gran Julio Cortázar unas breves instrucciones para el uso y consumo de los fósforos de madera “Tres Patitos”.

  • En primer lugar elegir en los comercios o kioscos una caja del tamaño más vendido, o seas de los Tres Patitos, que agregue la leyenda de “222 fósforos de madera”, porque los de menores unidades no alcanzan para nada y los 400 es un verdadero exceso.
  • Llegados a nuestra casa con tan tradicional producto, recomiendo encarecidamente que no abra la caja a lo bruto, sino en el sentido correcto, caso contrario se hace un desparramo de fósforos que ni les cuento.
  • Después de abrir la caja sacar todas las cerillas y proceder al tedioso trabajo del recuento para ver si de verdad contiene los 222 tan promocionados.
  • Si llegan a faltar algunos patitos volver al comercio en cuestión y devolverlos o cambiar por otra que sí contenga exactamente esa cantidad. Porque no es cosa de andar tirando uno la plata. Y un fósforo, que quiere que le diga, es un fósforo.
  • En caso de ser fumador (yo dejé de fumar hace muchos años) sea precavido y lleve la caja salvadora con las 222 unidades, porque si hace viento o llueve, puede llegar a consumir varios para encender el cigarrillo, aunque se molesto y berreta cargar con el envase.
  • Si va a prender el horno de la cocina o encender el fueguito para el asado dominical, tenga sumo cuidado que la caja no esté húmeda y de no quemarse los dedos con la llama porque para esos menesteres es conveniente usar unos más largos, que también se pueden comprar en el mercado.
  • Si por casualidad se ha olvidado comprar palillos o escarba dientes, la solución será sin duda sacar punta a un fósforo y salvada la situación. Pueden servir también como prácticos cotonetes.
  • Y por último, no pida nunca fósforos de madera, pido simplemente los Tres Patitos y el despensero lo entenderá.

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta (Río Negro)

 

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