Las Grutas: Chimocho en el recuerdo. Década de los ’70, los boliches bailables…

 

Siempre, generalmente, decimos que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero tal vez porque recordamos los momentos más gratos. Esos ya teñidos por la “neblina del ayer”, al decir de Homero Expósito, que no es otra cosa que la nostalgia que con su pátina los deja emerger y provoca viejos recuerdos como aquella famosa magdalena que glosó Marcel Proust en su novela “En busca del tiempo perdido”.

La década de los años setenta fue casi fundamental para varias generaciones. La rebeldía juvenil, los poetas de la beat generación, la militancia política, el nacimiento de los libros de los escritores del mal llamada boom latinoamericano, el movimiento hippie, la música de Los Beatles, el descubrimiento de Las religiones orientales, la trasgresión del uso de las minifaldas en las chicas y de los pantalones oxford los muchachos, el pelo suelto y la barba, los mocasines, la saga del Padrino, Love Story, Un hombre y una mujer,  la lectura de Marx, Lenin y Engels. Tanguito, el “Pajarito” Zaguri, Pescado Rabioso, Alma y Vida, Pomada, las revistas “Expreso Imaginario” y “Crisis”, el auge de Leonardo Fabio y aquellas letras para bailar que nos sugerían: “Mirá para arriba, mirá para abajo”.

Dictaduras implacables y de mala memoria se enseñoreaban por toda Latinoamérica provocando los movimientos de liberación.

Era también el nacimiento de los boliches bailables, que ahora se llaman “discos”, una transición de los bailes en los clubes de barrio que eran para todas las edades con su sucesión de pasodobles, hasta los locales actuales con sus fiestas de música electrónica y toda su parafernalia supermoderna y globalizada. “Todo cambia” dice la letra de la canción de Violeta Parra.

Y en nuestros pueblos, no podía ser de otra manera surgieron boliches bailables que no solo hicieron historia sino que quedaron en la memoria de aquellos que en aquel entonces éramos jóvenes con ganas de divertirnos y llenos de utopías que el tiempo se ocupó de derribar.

En Valcheta con toda seguridad el boliche que hizo historia por varios años y que convocaba a toda la juventud de aquellos años fue “Play Boy” de Pocho Manqueo y Cacho Sedda. Yo supe trabajar atendiendo la puerta y recuerdo esas temibles heladas después de cerrar.

Y en Las Grutas debemos mencionar a “Chimocho”, mucho más conocido porque la muchachada de toda la provincia y de otros lugares lo elegía como su lugar favorito.

 Emprendimiento de los hermanos Omar y Walter Villaverde con un socio. Y su nombre estaba integrado por las siguientes sílabas iniciales de: Chiche, Mónica y Chola. Estaba ubicado en lo que es hoy la Segunda Bajada.

Mi suegro en su camión supo hacer varios viajes desde San Antonio Oeste llevando las placas de pajas del techo, que le dieron un aspecto muy característico y así lo recordamos en el tiempo. Y que seguramente ardieron cuando un incendio puso fin a su existencia.

Son parte de la pequeña historia de nuestros pueblos y de la memoria de muchos nostalgiosos.

Pero como dice el tango “el pasado no puede volver”, solamente como decíamos en la “neblina del ayer”.

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

Foto ilustrativa de Las Grutas, hace años

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