Erratas y erratones muy famosas. “El ano de Videla”, “José López Pega”, “Arácnido en tu pelo”

 

Hay erratas que han destruido páginas enteras, discursos a montonones y versos por doquier. Algunas risueñas y otras no tanto.

Cuenta Volodia Teitelboim que Neruda, en 1939, de regreso de Europa, publicó en la revista “Que hubo en la semana” su poema “Himno y regreso”, que en uno de sus versos dice “Salí a buscar caídos por la tierra”.

Neruda que siempre fue muy escrupuloso en la corrección de pruebas de sus libros, vio con asombro que los famosos duendes de los talleres de la imprenta le había hecho una jugarreta. Y el verso “salí a buscar caídos por la tierra” apareció así: “Salí a buscar caldos por la tierra”. Después de la corrección correspondiente, el desafortunado verso se convirtió en “Salí a buscar callos por la tierra”. Esto hubiera sido posible, comentó risueñamente Neruda, de haber salido a recorrer el mundo con los zapatos apretados”.

El escritor, también chileno, Jorge Edwards, contó que donde decía “Yo mamo con fruición a mi Patria” debía leerse “Yo amo con fruición”. Y una muy graciosa: “El Coronel Perón fue arrestado cuando salía de su piscina con levita”. Debía leerse “con Evita”.

El mismo Neruda cuenta sobre el mayor erratón en uno de sus poemas que decía “Siento un fuego atroz que me quema” y salió escrito: “Siento un fuego atrás que me quema”, que terminó tirando todo los ejemplares a un lago. Otro que lo acompañó por mucho tiempo –lo llamaron el señor “dárdapos”, pues el linotipista había invertido la “P” de párpados.

Jorge Fernández Díaz en su interesante libro sobre el periodista Bernardo Neustadt “El hombre que se inventó a su mismo” dos erratas muy peligrosas que pusieron en peligro su vida: “A un año de instaurado el Proceso –dice Bernie- cometimos una gaffe. Hicimos un balance y pusimos en el tapa “El ano de Videla”. El palito de la ñ se había caído y con gran tipografía habíamos llegado a los kioscos”. También relata que por otro error tipográfico la revista “Extra” salió a la calle donde el lugar de López Rega decía “López Pega”.

El escritor Jardiel Poncela recuerda que en la edición de un periódico sobre un naufragio en alta mar decía: “A pesar de los esfuerzos de la marinería y de la oficialidad del barco siniestrado que se comportaron heroicamente en el salvamento del pasaje, perecieron ahogadas 34 personas. Descansen en pez”.

El mismo Neruda, hablando justamente de las palabras, supo escribir la hermosa metáfora “El agua verde del idioma”, que la maldita errata trocó en “el agua verde del idiota”.

Alfonso Sastre llegó a componer un conocido “Soneto a la errata”: “Escritores dolientes, padecemos/ esta grave epidemia de la errata/ la que no nos malhiere es la que nos mata/ y a veces lo que vemos, no creemos”.

El gran poeta Homero Expósito montaba en cólera cuando en algún cancionero o algún cantor desprevenido cantaba la errata “íbamos prendidos de la mano” cuando él se rompió el alma para escribir “íbamos perdidos de la mano”.

Un cantor muy graciosamente le daba un tiro de gracia a Alfredo Lepera cuando sostenía “arácnido en su pelo” por “hará nido en su pelo”. ¡Pobre luciérnaga, pobre idioma! Y pobres periodistas y escritores. Yo también las mías he tenido y han quedado en alguno de mis libros.  Y para cerrar la nota no puedo dejar de mencionar al gran Isidoro Blaistein que al final de uno de sus libros puso “Fe de ratas”

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta (Río Negro)

 

 

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