La vacuna. En el arte, la literatura y la mitología era una diosa. Hasta le escribían poemas

 

Mucho se habla actualmente en estos tiempos de pandemia sobre las vacunas, que han tenido una gran importancia en la historia de la humanidad. No solo que han casi terminado con una gran cantidad de enfermedades sino que las han prevenido o aliviarlas según el caso. Los nombres de Pasteur, Koch o Sabín están íntimamente ligados a las mismas.

Literalmente, el vocablo “vacuna” significa “de la vaca”. “La expresión fue usada por el físico británico Edward Jenner (1749-1823), cuando descubrió que la viruela de la vaca proveía inmunidad contra la viruela humana y echó las bases de la moderna ciencia de la inmunología”.

Según la etimología de la palabra dice que deriva de vacuno, de vaca.; puesto que las primeras vacunas se obtenían como hemos dicho de las pústulas que salían a las vacas en las ubres. Hoy es cualquier virus o principio orgánico que convenientemente preparado se inocula a las personas o los animales, para preservarlos de una enfermedad determinada. Se incorpora al castellano en el siglo XVIII”.

Un dato sorprendente y poco conocido es que “Vacuna” según la mitología era una diosa que los romanos adoraban, sobre todo los habitantes del campo. Le ofrecían sacrificios, principalmente, en el tiempo en que se habían concluido las labores. Varrón afirma que esta diosa es la misma que la diosa Victoria.

Ya pasando a la literatura tal vez el caso más relevante sea el de Andrés Bello con su casi desconocida “Oda vacuna” dedicado a la antivariólica es considerado uno de los primeros divulgadores de los beneficios de la medicina en el ser humano.

Simplemente ahora ante el avance del Covid 19 podemos decir como Andrés Bello: “Suprema providencia, al fin llegaron/ a tu morada los llorosos ecos/ del hombre consternado, y levantaste / de su cerviz tu brazo justiciero: / admirable y pasmosa en tus recursos, / tú diste al hombre medicina, hiriendo / de contagiosa plaga los rebaños; / tú nos abriste manantiales nuevos/ de salud en las llagas, y estampaste / en nuestra carne un milagroso sello/ que las negras viruelas respetaron”.

La genial María Elena Walsh dejó para la posteridad una hermosa canción muy poco difundida, pero adecuada para estos tiempos de pandemia: “La canción de la vacuna”. En un fragmento de letra dice: “Todas las brujerías del brujito de Gulubú/ se curaron con la vacú/ con la vacuna luna luna lu”.

Esto fue posible por llegada del doctor manejando un cuatrimotor. ¿Y saben qué pasó? “Ha sido el brujito el u/ uno y único en Gulubú/ que lloró, pateo y mordió/ cuando el médico le pinchó/ y después se marchó el doctor/ manejando un cuatrimotor” Y todas las brujerías del brujito se terminaron con la vacuna.

A eso los anti vacunas, que siempre los hubo, a pesar que la Biblia, especialmente el libro de Apocalipsis o Revelación no dice nada, argumentan que ese sello al que alude Bello es la marca de la Bestia, o sea el temido 666.

En cuando al arte, éste también refleja ese debate. Ya es más conocida la pintura “Vacunación” un panel que integra los maravillosos murales de “La industria de Detroit” del mexicano Diego Rivera.

Con otra postura opuesta se puede apreciar una sátira anti-vacunas de la colección del Museo Británico donde se aprecia la truculencia que provoca la inoculación.

Estos ejemplos espigan brevemente en las vacunas en el arte, la mitología y la literatura. Seguramente que algunos artistas y escritores contemporáneos agregarán lo suyo. Yo por las dudas a mis setenta años ya estoy vacunado no sólo contra el Covid (que lo padecí en carne propia) sino contra muchas otras cosas.

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

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