Réquiem para un numerario. El billete de 5 pesos

Se sabe –lo han anunciado oficialmente- que tienes los días contados. Es que te encuentras en agonía y estás tan desvalorizado que ya no sirves para nada. Han pasado tus días de gloria y hasta la severa mirada del general José de San Martín esta triste y apenada. Pensará seguramente si te viera que “está llegando a puerto” para tu pobre vida de papel moneda, como le llegó a su gloriosa vida allá en Boulogne Sur Mer.

Antes eras apreciado y todos te querían en su faltriquera. Cuando había varios de tus congéneres en los bolsillos éramos felices porque sabíamos de tu valor y de todas las cosas que podíamos comprar. Hoy no te quiere nadie y como si estuvieras apestado todos quieren desprenderse de ti. Se dice que solamente te recibirán en los bancos para no salir jamás de ellos. Ya no podrás circular libremente.

Tres veces el Padre de la Patria está grabado: En el dorso, en el anverso acompañado de otros próceres y en la marca de agua. ¿Alguien ahora, a días de su óbito, te mirará a trasluz para ver si eres legítimo? ¿Algún descolocado intentará falsificarte?  ¿Valés acaso más que dos caramelos?

Tu color verde está deslucido y tu papel ajado por el trajín pringoso de las múltiples manos por las que supiste pasar.

Te vas con más pena que gloria con tu sol, con las manos enlazadas, con el solitario granadero, con las sendas banderas argentinas,  con el glorioso Escudo de la Patria, con José Artigas, con Simón Bolívar, con Bernardo O’Higgins y con el porte gallardo del Libertador de América vestido de gala.

Con la Casa de Moneda y con las firmas galanas rúbricas del Presidente del B.C.R.A. y el a/c Senadores.  Te vas así al desván de los trastos viejos, pero eso sí glosando: República Agentina en Unión y Libertad.

Quedarán en el tiempo las altas cumbres de la cordillera de los Andes enmarcando a los libertadores de América, las marcas sobreimpresas en cinco rombos para sentirlas al tacto, el famélico laurel también venido a menos y la frase de San Martín “Para defender la causa de la Patria, no hace falta otra cosa que orgullo nacional”.

Qué triste tu partida, billetito de cinco pesos, degradado como Belgrano, ajado y sobado por tantas glorias pérdidas, derechito al cadalso del Ventral para  seguramente ser cremado impiadosamente.

Nada podemos hacer: la vida es breve. Corro hoy 29 para desprenderme de los últimos que tengo arrugados en un rincón de mis bolsillos. Adiós billete de cinco pesos. ¡Qué ingratos que somos!!

Jorge Castañeda

Valcheta – Escritor

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