“Al gobernador no se lo ve nunca”. Opinión del año 1937 publicada por la Voz Allense

 

“Otro funcionario que brilla por su ausencia es nuestro gobernador que tiene bajo su tutela la mayor población del territorio, sin embargo poco,  muy poco se lo ve por el Valle (…) Se interesa  más por (…) otras regiones del territorio y de las tierras cercanas a Viedma que por la zona más rica y más poblada como la nuestra”.

Publicado por la Voz Allense, Nº 244, año 1937. 

 Difundido por Proyecto Allen

Voz Allense

 

POR GRACIELA VEGA · 10 MAYO, 2013

El periódico Voz Allense editaba unos 300 ejemplares, un número significativo si tenemos en cuenta  los 3.900 pobladores de la localidad: 1.500 en la zona urbana y 2.400 en la rural. Ignacio Tort era un lector asiduo de La Vanguardia y además establecía intercambios con diversos órganos periodísticos: La Nación y La Prensa de Buenos Aires, La Nueva Era de Viedma, La Cordillera, El Territorio y El Despertar de un Pueblo de Neuquén, Alto Valle y Río Negro de General Roca, entre otros.

“Voz Allense no ha pertenecido nunca al grupo de la prensa subvencionada ni dirigida; la dirección de esta hoja ha estado siempre y seguirá estando hasta que así lo determine su fundador y propietario, bajo su exclusiva dirección. Hemos salido a la arena del periodismo para vivir dentro de nuestra función con dignidad y con honor, para con alturas de miras y sin otro Norte que no sea la crítica sana y no por eso dejará de ser valiente, mantenernos dentro de la ética y dentro del lenguaje” (Voz Allense, 1944).

La mayoría de los diarios que circulaban en los territorios eran esencialmente locales. Según Guadalupe Gómez (2001) el primer periódico del Fuerte de Gral. Roca se llamó “La Civilización” y estaba formado por cuatro hojas manuscritas con dibujos hechos a mano. Lo más curioso era la forma en la que lo distribuían: los ejemplares eran pegados en lugares muy transitados para que los vecinos que sabían leer comunicaran de boca en boca las noticias que allí se anunciaban.

Esta  técnica también fue utilizada por el diario Río Negro en 1912, cuando comenzó a salir todos los jueves. Su director era Fernando Rajneri y su aparición no fue casual. Posteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial, las noticias tenían tanta trascendencia que, frente al interés de la población, se avisaba la salida del nuevo ejemplar mediante  bombas de estruendo para que los vecinos se acercaran a las vidrieras de la imprenta para enterarse de lo que estaba ocurriendo. 

La prensa cumplió un papel importante en la época, pues sería portavoz de las demandas de los distintos sectores de la sociedad territoriana. Frente a la escasa participación ciudadana, con Concejos Municipales abocados a resolver problemas de infraestructura y administrativos, el periodismo supo ser generador de prácticas de organización colectiva. La prensa fue construyendo un espacio de vinculación con el poder político transformándose en voz autorizada frente a una mayoría que no podía expresar su descontento. Para Leticia Prislei (2002) la gran cantidad de publicaciones de fines de siglo XIX y comienzos del XX, da cuenta de la existencia de varios públicos que compiten, luchan o se realimentan entre sí. La prensa de los territorios nacionales delibera e influye, de modo tal que pretende -y a veces lo logra- incidir en la toma de decisiones, constituyéndose en foro que actúa en paralelo al poder parlamentario.

Resulta relevante el papel de una prensa que asumía desafíos que hoy parecen improbables. Sin importar el cargo o la investidura, los periódicos exigían, formaban opinión e impulsaban el debate de cuestiones tan importantes como la construcción de la ciudadanía política, la democracia, los derechos civiles, etc.

En Allen, el primer periódico fue “El Regional” de Carlos Palacios, quien imprimía en sus ejemplares en la imprenta “La Colonia”, ubicada en la calle Mariani. Carlos Palacios es recordado en la historia regional por haber participado en el asesinato del periodista Abel Chaneton, quien a través su diario, el “Neuquén”, denunció en 1916 la matanza de presos y se enfrentó por esto al gobernador Elordi. Chaneton había solicitado custodia policial por las amenazas de muerte provenientes de sectores de poder afectados por su crítica.

Por su oficio de martillero público, sus conocimientos de leyes y su capacidad de redacción, convirtieron a Tort en un vecino al que muchos acudían para gestiones y trámites ante las autoridades públicas. Era uno de los pocos que poseían una máquina de escribir. Además, el periódico era un espacio particular utilizado por los pequeños productores a los que impulsaba a la acción cooperativa por entender que de esta manera  se podían salvar los destinos productivos de la región. No desatendía aquellas expresiones destinadas a elevar la cultura y la calidad de vida de la gente, además, era un apasionado por el deporte, participó en comisiones de dos clubes locales y cooperativas para mejorar la calidad edilicia y educativa y, además, creó la banda de música municipal.

La publicación pretendía constituirse como un verdadero foro de debates, así todas las facciones políticas publicaban en el periódico sus propuestas. Tort, según los principios establecidos en el editorial del primer número, actuaba con independencia de criterio, defendiendo los intereses de la región y sin apoyar a ninguna facción en particular.

La empresa primero tenía personal rentado y luego se convirtió en una empresa familiar. Ignacio era el principal redactor y el encargado de conseguir la publicidad, su esposa se ocupaba de la composición de los textos  y el hijo mayor, Julio, hacía los titulares y la impresión. Se elaboraba de lunes a jueves para que el viernes saliera el periódico a las calles.

Mas: Cocio, Francisco, “Voz Allense: El cooperativismo y la imagen de la mujer”. En  Pasiones Sureñas. Prensa, Cultura y Política en la Frontera Norpatagonia (1884 – 1946). Ed. Prometeo, 2001

La Voz allense  fue uno de los periódicos más importantes de la localidad. Apareció en 1933, se publicaba todos los viernes y estaba dirigido por el uruguayo Ignacio Tort Oribe. Con titulares atractivos, el periodista exigía soluciones a los gobiernos locales y nacionales, denunciaba situaciones como el problema de la ciudadanía política, la falta de representación parlamentaria, la tardanza en la provincialización, la democratización política, los modos de producción y comercialización de la actividad frutihortícola,  el rol del periodismo, la apatía y la falta de participación ciudadana. Informaba todo lo que ocurría en Allen, desde bailes, fiestas y deportes hasta  nuevas instituciones. Incluso también refería a acontecimientos nacionales e internacionales. Sin dejar de ser crítico, valoraba e impulsaba todo acontecimiento sociocultural y participaba activamente en ellos.

“Las entidades locales viven y se desarrollan dentro de un ambiente pésimo”

 “Bien alto vamos a alzar en esta oportunidad nuestra protesta en contra de esa mala gente de la sociedad local que vive en el chisme y en la intriga. Bien alto repetimos, hemos de protestar contra esos enfermos o viciosos que en más de una oportunidad vociferan en algunos casos, porque tal vez tengan en sus estómagos un exceso de alcohol que se les ha subido a la cabeza”

Voz Allense, Nº 149 de 1936.

El cronista siempre estaba presente en las actividades que se desarrollaban. En el análisis de la Voz Allense fue constante la insistencia sobre el poco interés de la sociedad local por participar, la ausencia de público en algunos eventos y el desinterés de las autoridades por el desarrollo político y cultural del pueblo. Muchos de sus artículos señalan que la ausencia de espectáculos y actividades motivaba a crear comisiones y grupos que luego no tenían frente a quien expresarse.

En los años 30 comenzó una importante campaña para impulsar la participación ciudadana, los derechos políticos de los territorios y el valor de la libertad de prensa.

“Un acto al que no se le dio la verdadera trascendencia de la hora”

“Estamos atravesando lamentablemente, etapas de civismo completamente frío y de desorientación en nuestro pueblo (…) fue organizada una cena de camaradería (…) que se tituló ‘Cena de la Democracia’, muy oportuna, muy significativa la expresión por cierto (…) pero al acto no se le dio por parte de los mismos promotores toda la amplitud que perseguía tal reunión, y debemos decirlo con claridad porque quienes concurrieron a la cena como nosotros, observaron con asombro que se aprovechaba la oportunidad para designar a los componentes de la comisión en la localidad de ‘Acción Argentina’”

                                                                                                              Voz Allense,  Nº 512 de 1943.

 La Segunda Guerra Mundial acrecentó la militarización de la sociedad y el fascismo logró simpatías en el país. También en la región algunos grupos manifestaron esta posición, incluso lograron insertarse en asociaciones conformando grupos adeptos que impulsaron actividades con marcado sesgo militarista. En Allen, la Voz Allense se sorprendía por la participación de algunos vecinos en los festejos de  finalización de la guerra, ya que en años anteriores, los mismos  mostraron manifiestas simpatías por el Eje.

“¿Ahora son todos democráticos y anti nazi-fascistas? No hay que permitir la infiltración en las reuniones donde deben exteriorizarse los sentimientos y júbilo por el triunfo de los ejércitos aliados. (…) Ahora llegó la hora de observar bien y recordar quienes han sido los elementos que mantuvieron y frenaron la libertad de pensamiento, de expresión y de palabra (…) ¿Por qué en la fiesta del martes cuando se conmemoró la victoria aliada concurrieron a la sala del Teatro Municipal tantos elementos contrarios a la democracia y de reconocido cuño nazi o fascista? (…) ¿Por qué tanta farsa?” (Voz allense, mayo 1945).

 Según Voz Allense, la Justicia Letrada ordenó en 1939 que varias comisarías de la región allanaran diversos domicilios de súbditos alemanes, a los que se les tomó declaración.  En Allen también hubo allanamientos y, si bien en 1945 un grupo de vecinos organizó un acto por el triunfo aliado, algunos testimonios recuerdan la afinidad de ciertos sectores con la Alemania nazi.

Algunos antiguos pobladores recuerdan que en el Club Social se reunían los festejantes del inicio de la guerra y que continuaron celebrando los avances del nacionalismo alemán. Según la crónica de Voz Allense, después algunos olvidaron esa tendencia inicial. La penetración ideológica llegó al punto de que se hablara del interés nazi sobre la Patagonia y del peligro para la soberanía argentina. El semanario tituló “Graves denuncias actualizan el problema de las pretensiones nazis sobre la Patagonia” en el número 303 de febrero de 1939.

Un documento del Libro Copiador de Notas del Director de Territorios, que dice ser “Confidencial – Reservado”, señala que el Ministro de Alemania Conde Kart Von Luxburg organizó “una pequeña manifestación con banda de música, compuesta en su mayoría por súbditos de los países beligerantes”, por lo cual la jefatura de Policía de Viedma dispuso su inmediata disolución. La guerra generaba posiciones encontradas y los sentimientos se exaltaban públicamente.

La idea de una Patagonia Argentina movilizó las estructuras militares que bajo el principio de defensa de las fronteras y la argentinización movilizaron a la sociedad civil. Así  los “Reservistas”, en los años 40, se convirtieron en activistas de la vida pública y en centro de los actos patrios, desplazando a las comisiones de vecinos de los lugares de la memoria pública y acompañando los actos festivos con torneos de tiro al blanco.  Justamente, el semanario allense informa sobre la creación del Tiro Federal de Allen en 1946 y reproduce el discurso inaugural del el Presidente de la Asociación, Diego Piñeiro Pearson, que refleja esta tendencia:

 “Aquí se aprende a defender la Patria. Ese lema común de todas las Asociaciones de Tiro nos llevará adelante (…) La práctica ha sido fomentada en todos los países, pero es sobre todo en los países pequeños, celosos de su independencia, donde más ha sobresalido (…) Señores reservistas: nuestras leyes prescriben que todo ciudadano está obligado a armarse en defensa de la Patria. (…) Por más que progresen los adelantos modernos la base de toda enseñanza es el tiro de fusil” (Voz Allense, 1946).

Los reservistas eran ex-soldados que se reunían y realizaban “ejercicios de formación” para participar en actos patrióticos. Se mantenían de esta forma, listos “para el caso de que en algún momento tuvieran que defender la soberanía nacional” (Tort, Ignacio J. –hijo-). Muchas festividades como el Día del Reservista exaltaban la patria: “Un cierto haz militarista comenzó a recorrer el universo de los rituales y prácticas festivas, que de alguna manera, pretendieron sellar la idea de una comunión natural, orgánica entre pueblo y ejército”  (Mases, E. y Rafart, G. 2003).

El semanario Voz Allense fue un medio que durante sus años de circulación (1933-1948) se convirtió en un espacio de opinión, con una importante presencia en el espacio público local.

 

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