Un misterio que festejábamos de niños: la aparición de los bichos de luz

Obviamente, me refiero a las luciérnagas que en una época del año nos brindaban el incomparable espectáculo de iluminar por muy escaso tiempo (apenas dos semanas) con su cuerpo, gracias a la luciferina sustancia que llevan bajo su vientre.

Estos insectos pertenecen a la familia de los escarabajos de los que existen cerca de cien especies, viven hasta dos años como larvas en la corteza de los árboles y madrigueras y se alimentan de lombrices, caracoles y otros insectos  de la madera.

Cuando adultas salen de sus escondites para vivir en lo alto de los árboles y otras plantas y es entonces cuando cambia su alimentación por néctar y polen, para producir esa llamativa luz que las torna tan llamativas, vuelan y entran en el período de reproducirse, aunque ahora solo podrán vivir alrededor de una semana más.

Claro que antes deben conseguir parejas y para ello emiten la luz, para lograr compañera o compañero y reproducirse.

Al respecto, según sostienen quienes han estudiado la vida y el comportamiento de estos simpáticos bichos, afirman que prenden y apagan su luz como estrategia para llamar la atención de sus congéneres y sincronizar la luz de ambos insectos.

Los estudiosos afirman que en oportunidades la colonia de luciérnagas logra colocar todas las luces en sintonía y entonces se observa un más que atractivo espectáculo cuando todas prenden y apagan al mismo tiempo.

Seguramente, muchos habrán disfrutado el verdadero fenómeno que se observaba cuando una colonia de estos “bichos de luz”, como conocíamos de niños a las luciérnagas, iluminaban con su parpadeo lumínico el ambiente.

Nuestra curiosidad no se conformaba solo con disfrutar visualmente el parpadeo de las luces, que nos mostraban en su vuelo nupcial las luciérnagas, que en una época determinada del año nos ofrecía la naturaleza.

Con la intención de conocer más del llamativo misterio luminoso que nos brindaban los simpáticos bichos, nos lanzábamos a cazarlos y tras una exhaustiva inspección que no  lograba aclararnos nada, los depositábamos en un frasco que pretendíamos nos brinde un servicio similar  al velador.

Lo que si lográbamos era que nuestras manos tomaran una luminosidad que en primera instancia festejamos, pero con el tiempo al escuchar el poema del excelente compositor uruguayo Osiris Rodríguez Castillos, “Pena del Vidalitero” el festejo de antaño se volvió dolor y arrepentimiento, cuando el poeta buscando si sus obras llegaron al lector como lo soñó o fueron interpretadas como quiso transmitir.

Expresa entonces: “Y otras veces en gurí, mate luciérnagas por saber si era mi luz esa que ocultan. Tengo ahora las manos luminosas de asesinar la candidez sin culpa.”Vino entonces a mi memoria aquella cacería de luciérnagas y observe nuevamente mis manos con aquella luminosidad.

El paso del tiempo, los cambios climáticos, la utilización de diversos y peligrosos productos para plantaciones, como la explotación de bosques y selvas en exceso, han posibilitado que en la actualidad no aparezcan como en antaño, estas como otras especies que cumplían importantes funciones en la forestación y significaba motivo de alegría para chicos y grandes, al poder presenciar  el espectáculo que generosamente nos brindaba la naturaleza al mostrarnos la presencia de estos insectos.

Distintas organizaciones ambientalistas y naturalistas, exhortan a cuidar su hábitat, ya que resultan beneficiosas por varias razones, entre ellas porque durante su estado larval eliminan otros insectos dañinos para las plantas y luego son agentes importantes para la polinización de flores, plantas y alimentos.

Recomiendan respetar la vegetación donde habitan, ni talar ni podar esas zonas y también no utilizar insecticidas, debido a que no solo se puede afectar las luciérnagas sino también a otras especies de insectos benéficos para el ecosistema.

También, entre las recomendaciones, esas organizaciones hacen referencia  a  la necesidad de evitar la contaminación lumínica debido a que la misma interrumpe la comunicación entre ellas y afecta entonces su reproducción, ya que cuando muestran su propia luminosidad, el romance estará en marcha, sostienen con contundencia.

Pero también es interesante conocer otras propiedades del simpático “bicho de luz” o “luciérnagas”, ya que se trata de un insecto con alas y ciertas propiedades para su defensa.  Estudios de la General Geografic aseguran que en su vistosa e inocente presencia, cuentan con un letal sistema de defensa ya que en su organismo disponen de un veneno poderoso y quienes se le animan corren peligro de muerte instantánea.

Por ejemplo los “murciélagos”, que disponen también de su sistema defensivo, que detecta a las luciérnagas por un sistema de ultra sonido que emiten y que el murciélago capta, entonces comprende que no debe alimentarse con ellas.

Se presenta entre ambas especies una rara o curiosa situación, ya que la luciérnaga sabe que su principal depredador es el murciélago, pero al ser este ciego, solo detecta la presencia del atractivo alimento por la señal de ultra sonido, que la luciérnaga emite, lo que hace para evitar ser devorada advirtiendo que es un bocado peligroso, aunque si esto ocurre también corre la misma suerte su victimario.

Texto: EDUARDO REYES, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas  –  Río Negro

 

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