Salinas de El Gualicho, donde habita el diablo, dice un periodista y escritor rionegrino

Se trata del más grande salar del país y una de las explotaciones industriales importantes de Sudamérica, enclavada en una depresión de las más grandes del planeta, con 70 metros bajo el nivel del mar, donde se sostiene que  hace más de trescientos millones de años el agua cubría ese sector y, según quienes moran por las cercanías, es un lugar plagado de misterios y leyendas.

Para los tehuelches allí habita el Gualichom, el dios Elungasun, a quien según las leyendas de esa raza lo presentan con un aspecto o rasgos irritables y, de acuerdo a las creencias ancestrales, el gualicho representa un genio maligno por excelencia.

El Dr. Rodolfo Casamiquela en su libro “En pos del Gualicho”, afirma de acuerdo a sus investigaciones que cualquier indígena o criollo, si se le pregunta por este personaje responderá con expresiones como “tener gualicho”, “engualichar”, “estar engualichao”, a efectos de significar que tiene algo maligno, como un filtro de amor o estar endemoniado,  de amor o de odio.

También en sus investigaciones, el Dr. Casamiquela afirma que vecinos caracterizados de la región de Ñorquinco y Río Chico lo convidaron alguna vez a rastrear al Elelche, (príncipe de los diablos), al que persiguieron durante dos días siguiendo las huellas frescas, pero a medida que avanzaban los caballos se ponían nerviosos y se encabritaron y con desconsuelo tuvieron que emprender el regreso.

Lamentaban –relata Casamiquela– que no pudieron darle alcance a fin de evitar males mayores, que se ciernen sobre los hogares de la región, por la presencia de este maligno ser que habita en cuevas merodeando las rucas (casas) donde haya criaturas a efectos de atrapar alguna a fin de succionarle la sangre, que es su alimento dilecto y primordial.

Retornando a las salinas donde, insistimos, las leyendas de los tehuelches aseguran que en algún lugar del inmenso desierto blanco habita el Gualicho y en torno a esta figura las historias, leyendas, cuentos, narraciones y misterios son incontables.

Debemos añadirle a estas otras visiones muchas de las cuales pertenecen también a habitantes de las cercanías y algunas, a quienes han desarrollado o cumplen tareas en ese fantasmagórico lugar, que suman incertidumbre y misterio.

Lo más destacable que estas no se aferran o surgen de las antiguas leyendas tehuelches o los cuentos y narraciones escuchadas a través del tiempo, por el contrario pertenecen a hechos o testimonios recientes.

No son pocos los que aseguran que durante las noches sobre las salinas se observan luces, convirtiendo en ocasiones al lugar en un festival lumínico. Quienes comentan acontecimientos de este tipo, afirman que se experimenta una rara sensación al no encontrar razonabilidad y es entonces cuando cada uno, con su imaginación, pensamiento y creencias, elabora una posible causa.

Obviamente, surge entonces todo aquello que la mente del hombre es capaz de crear y asociar a misterios y leyendas ancestrales originadas en las culturas tehuelches, mapuches y puelches. Claro que a todo esto se suma lo que aporta la propia visión, como es la diversidad de colores que ofrecen los reflejos del sol, la constelación que se muestra magnifica cuando las primeras sombras de la noche, oculta algunas maravillas y descubre otras.

Claro que también, ante la magnitud de ese desierto de sal, surge en el pensamiento de quienes conocen la leyenda de la niña que cuidaba ovejas en las cercanías y se extravió, posiblemente tomada por el “gualicho”, quien la devolvió tiempo después convertida en una figura de sal.

El imaginario de quienes aseguran haber presenciado la danza de luces que con frecuencia se mueven sobre la salina dan fe también que en ocasiones han visto salir y llegar de dicho lugar algunas de esas luces y se arriesgan a opinar que podría tratarse de naves extraterrestres.

Sin ninguna duda, tanto las leyendas de antaño, atribuidas a etnias que poblaron esta región, muchas de las cuales aseguran que allí habita el diablo, como visiones actuales que se vinculan con cuestiones del futuro, no hacen otra cosa que seguir aportando un halo de misterios a una región que por sí sola provoca intrigas y temores.

 Texto: Eduardo Reyes, periodista y escritor de Viedma 

09-10-2021

 

 

 

 

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