El misterioso anillo de Shepherd y su fantasma y el cuento de un escritor radicado en Viedma

Nuestra historia ha estado muy ligada a una gran cantidad de leyendas populares que el imaginario popular las hace parecer como reales.

Como se sabe, “en el año 1825 nuestro país entra en guerra con el Imperio de Brasil. El Imperio en busca de controlar sus intereses resuelve enviar una poderosa escuadra al río Negro el 28 de febrero de 1827, en Patagones y Viedma, cuando cuatro naves forzaron la barrera. Esta escuadra estaba integrada por 613 hombres al mando del capitán de fragata inglés James Shepherd”.

“Es a partir de la batalla del 7 de Marzo de 1827 que surge la leyenda. Según se cuenta, Shepherd llevaba un anillo el día de combate, el cual le fue dado por una amante cuando se despidió de él. Los corsarios rememoran una curiosa tradición del Callao: este anillo servía para que los enamorados clandestinos se reconocieran después de la muerte. En el cilindro, la amante de Shepherd habría hecho grabar estas palabras: Cuando seamos definitivamente libres, mi alma reconocerá la tuya. Parece ser que si el usuario perdía el anillo o dejaba de usarlo una maldición se apoderaba del desdichado e impedía al terminar sus días traspasar las puertas del otro mundo”.

“Esas primeras horas del día 7, el capitán, herido de un balazo que le atraviesa el cuello, moribundo se resiste a los hombres que le intentan arrebatar el anillo. Ya con el último aliento cierra la mano como un cofre; pero es en vano; pues aquellos hombres no dudan en cortarle el dedo para apoderarse del botín. Es hoy que muchos habitantes afirman haber visto al fantasma de Shepherd, según varios testimonios sus últimas apariciones fueron en 1876, 1891, 1923 y 1993”.

Hasta aquí la crónica escrita en Leyendas de la Patagonia. Sin embargo, el escritor Eduardo Reyes (radicado en Viedma) con amena pluma no desprovista de humor en su libro “Cuentos de Reyes” dejó este relato imperdible que tituló “El fantasma de Shepherd”.

“Anoche lo vi a Shepherd –cuenta Eduardo Reyes- le comentó con tono angustiado, no exento de temor, Pedro Baigorria a Juan Mardanez mientras caminaban rumbo al muelle.

“Otra vez con ese tema –respondió Juan para agregar- te habrá parecido, siempre para esta fecha tenés la misma visión”.

“-¡Qué visión! –Dijo Pedro- era Shepherd, lo vi con toda claridad, cerca del Malecón cuando yo iba por el otro lado de la placita. Era él. Distinguí bien su vestimenta y su mano izquierda vendada o envuelta en un trapo, para mí que sigue buscando el anillo”.

“La voz de Pedro sonaba con honda preocupación y se advertía un rictus  de miedo en su rostro”.

-¿Qué, vos sabés algo del asunto del anillo? –preguntó Mardanez”.

“-Que voy a saber, sé lo que saben todos, lo que se dice por ahí, que el anillo lo tiene alguien de aquí y que de tanto en tanto Shepherd viene a buscarlo. Dicen que viene a ver si lo puede recuperar, para poder encontrarse con su amada en el más allá –dijo Pedro con preocupación, pero seguro de sus dichos y agregó- porque sin duda vos conoces aquello que Shepherd y la mujer de un acaudalado comerciante del Perú se enamoraron perdidamente y cuando se despidieron la mujer le dio el anillo ese, en caso que no volvieran a encontrarse en esta vida podrían hacerlo en el más allá, en la otra vida y reconocerse por el anillo”.

“-Está bien- expresó Juan y agregó- eso es lo que se dice, pero a vos ¿Qué te preocupa tanto si no lo tenés y no sabes nada del anillo?, preocupado tendría que estar el que lo tiene con Shepherd  tras sus pasos”·.

-Lo que pasa- dijo Pedro poniéndose serio- es que yo en realidad, no sé si el anillo ese no está entre las cosas viejas que dejaron los abuelos y bisabuelos. En el altillo de la casa hay montones de cosas, varios baúles, cajas unos cofres pequeños, adornos y envoltorios que nunca abrimos, y la verdad, cada vez tengo más miedo de revolver, porque me da la sensación de estar hurgando en la tumba de los antepasados. Yo sé, porque me contó mi vieja, que hay ropa y muchas cosas más que eran de los bisabuelos y otros parientes, algunos de los cuales pelearon contra los invasores. También escuché a mis viejos y los abuelos hablar del asunto ese del anillo. Decían que le cortaron el dedo a Shepherd para sacárselo y otros entretelones  de la defensa del fuerte y del combate y también que Shepherd, cuando se acerca el 7 de Marzo se aparece a buscar su anillo”.

“-Bueno, pará, no te des tanta manija, no te olvides que Shepherd murió en el combate, allá por 1828 –trató de calmarlo Pedro”.

“-Eso ya lo sé, y ahí está el asunto, el cagazo que me da es porque el fantasma de Shepherd sigue viviendo y me parece que, como dice la leyenda, el tipo no va a descansar hasta encontrar el anillo de mierda ese y lo peor es que yo soy de los pocos o el único que lo ve, le pregunté a muchos sobre el tema y todos dicen que para esta época se lo suele ver por acá, pero no aseguran haberlo visto, en cambio yo sí, yo lo veo, es Shepherd, no tengo dudas”.

“-No sé… que se yo… pero una vez hablé con una señora muy mayor de esas que tienen poderes, que ven cosas del futuro, videntes que le dicen, que saben cosas que van a pasar o de las que pasaron, y me dijo que no todos están preparados para ver un alma en pena o los espíritus –afirmó Juan y agregó -¿vos te acordás cuando todos iban al cementero a la noche porque algunos comentaban que andaba un fantasma?”.

“-Sí… claro que me acuerdo –respondió Pedro si yo también fui varias veces pero no vi un carajo”.

“-Bueno –dijo Juan- fue para esa época que yo hablé con la mujer y ella me dijo que solo lo verán aquellos que está preparados para verlos o los que hayan tenido alguna relación o algún objeto que los una o los vincule. Por eso desde aquella vez, que no dejo de pensar que el anillo ese puede estar entre las cosas de mis antepasados –y agregó de inmediato- es más, a veces pienso que hay más de un fantasma y que se presentan de varias maneras, con distinta vestimenta o que son otras personas que también saben del asunto ese del anillo y lo andan buscando”.

“-¡Pero cómo se te ocurre eso! –Respondió Mardanez- ¡Cómo van a ser varios los fantasmas que buscan el anillo!”.

“-Y mirá –dijo Pedro medio alborotado- no es la primera vez que cuando voy al bar de Sosa a tomar algo, de parado nomás, en el mostrador, en la barra, llega un tipo, pide una copa y cuando la levanta para tomar, se ve clarito que le falta un dedo de la mano izquierda, el anular, le falta, y es más, parece que el tipo me quisiera mostrar que le falta el dedo, porque todo lo hace con movimientos bien lentos y para mí, es para que yo lo vea bien que le falta el dedo, el anular, el del anillo”.

“-La verdad que no sé qué decirte- manifestó Mardanez- pero si el asunto te tiene tan obsesionado tendrías que tomar el toro por las astas, encarar la cosa para sacarte la duda de una buena vez, revisa lo que dejaron tus parientes para asegurarte que el anillo está ahí y ya está terminado el asunto”.

“-Así, no te jodés vos, no, ni loco que estuviera me pongo a revisar las cosas –dijo Pedro más que alarmado y con la voz un tanto temblorosa- porque se allí no está el anillo, bárbaro, me quedo tranquilo y no le doy más bola a los fantasmas esos –hizo una pausa como buscando las palabras-, pero y si está, eh, si el anillo está ahí ¿Qué carajo hago?”:

 

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

 

 

 

 

 

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