Fuerte Argentino y Meseta de Somuncurá: Misterios, fantasías, templarios, el Santo Grial…

En enero de 2015, motivado por muchas preguntas surgidas en un viaje previo a Capilla del Monte (Córdoba) respecto de la ilusoria ciudad subterránea y extraterrestre de Erks[1] y su ejército de divagantes defensores, decidí dejarme llevar por los rumores y falsas teorías vigentes y viajar al Sur de país, más concretamente a la Patagonia; región que, por sí misma, arrastra un antiguo bagaje de historias imaginarias, tanto fantásticas (gnomos y monstruos lacustres)[2] como pseudo-históricas (Adolf Hitler de tour por Bariloche, Villa La Angostura y zonas aledañas)[3].

El Sur siempre exaltó las fantasías.

Sus planicies infinitas, la monotonía del paisaje, el viento, el aislamiento y la sensación de soledad, lo han convertido en un destino exótico para millones de personas (especialmente extranjeros). Muchos lo han comparado con la superficie lunar, y hay zonas que lo parecen. Pero la ciudad a la que nos dirigimos poco tenía de selenita.

Las Grutas, a orillas del golfo de San Matías, es un balneario joven que hace sólo pocos años apenas figuraba en el mapa turístico argentino y hoy se ha convertido en un polo de atracción de primer nivel, en el que se mezclan, en dosis exactas, la belleza de sus playas y extraordinarias pleamares (que alcanzan hasta los 10 y 11 metros en momentos extraordinarios), la nueva infraestructura hotelera y de servicios (bares, restaurantes, galerías y negocios) y, por supuesto, sus maravillosas, románticas e improbables historias que nos hablan de naufragios, gente perdida en el mar, nazis recalando secretamente en sus costas, misteriosos y evanescentes submarinos alemanes, templarios medievales, neo-templarios actuales y, como si todo eso fuera poco, el Santo Grial.

¿Pero qué relaciones hay entre Capilla del Monte, Erks y este alejado punto austral?

Muchas más de las que el lector pueda imaginar… racionalmente.

PARTE 1

LOS ÚLTIMOS CRUZADOS

Cuando las llamadas “pruebas” de la existencia de Erks (y todo el universo que gira a su alrededor) pasan de un creyente a otro suelen darse transmutaciones muy interesantes. Los juicios previos y los delirios más desatinados, incorporados como parte de la realidad histórica (es decir, objetiva), moldean las evidencias a gusto y piacere, estableciendo relaciones inauditas que ellos, los creyentes (“diabólicos”, como los llama Umberto Eco en El Péndulo de Foucault), suelen denominar conexiones metafísicas.

En ese contexto tan laxo y maleable, todo es reinterpretado (absolutamente todo) y la ideología, forzando los hechos, los encajona dentro del dogma difusionista rescribiendo la Historia completa de la humanidad, tal y como lo hizo la Ahnenerbe en los años ’30 y ’40.[4]

Nos vemos así sumergidos en el ámbito puro de las creencias; y todo lo que podría ser cierto pasa a serlo. De hecho, se intenta por todos los medios de confirmar que lo que se cree es verdadero, y cuantas más personas entran en el juego, mayor es el convencimiento. Es casi una cuestión acumulativa.

La realidad, distorsionada, adopta reglas propias. Se puede ir en contra de todo lo que se sabe sin que a nadie le tiemble el pulso y la anormal tendencia a observar conexiones y señales por todos lados (trastorno psíquico llamado apofenia) conduce a ideaciones mágica incontrolables, que son la base de todo el pensamiento conspirativo y místico.

De esta conjunción de factores y síntomas patológicos, nacen las rocambolescas explicaciones y teorías que nos hablan de la superioridad aria, del expansionismo nórdico por todo el planeta, de las ciudades subterráneas interconectadas por cavernas, de la Atlántida, Lemuria, el continente perdido de Mu y demás quimeras, en las que se apoyan los discursos esotéricos desde el siglo XIX a la fecha.

En nuestro país uno de los principales responsables de la difusión de estas ideas fue el abogado (y policía) Guillermo Alfredo Terrera, un exótico personaje que, amén de hombre de Derecho, jugó de antropólogo, sociólogo e historiador. Ocupó varias cátedras en la Universidad de Córdoba y de Buenos Aires por las décadas de 1950 y 1960 y fue autor de numerosos libros de carácter esotérico, por medio de los cuales instaló ―en el imaginario de sus seguidores― interpretaciones muy personales respecto de Erks y la historia del norte cordobés; llegando a sostener que en la zona se encontraba escondido el mismísimo Santo Grial. También fue el creador de la excéntrica Escuela Hermética de las Antípodas y heredero, como el mismo relatara, del famoso Bastón de Mando de los Comechingones.[5]

Detrás de sus incongruentes conjeturas partieron muchos otros, reinterpretando sus dichos y generando una nueva mitología que perdura hasta el día de hoy.[6]

Hagamos un rápido repaso de sus sesudas presunciones para poder entender el nexo que se generó entre el Uritorco y la misteriosa Meseta de Somuncurá.

De acuerdo con Terrera, la presencia de representantes de la “raza nórdica” en la zona de Capilla del Monte no se limitó sólo a los altos, rubios y barbados aborígenes comechingones de la provincia de Córdoba, sino también a las incursiones realizadas por un “caballero hiperbóreo europeo” llamado Parsifal; quien, contrariamente a lo que se cree ―decía el místico― era de origen alemán y no galés.[7] Será este gallardo miembro de la germanidad el que trajera a estas latitudes sudamericanas, nada más ni nada menos, que la copa en la que José de Arimatea acopiara “la sangre energizada de Jesucristo”.

El motivo de semejante mudanza transoceánica en el siglo XIII (200 años antes de Colón), no sería otro que el de juntar al Grial con otras dos poderosas reliquias: el Bastón de Mando y la Cruz Gamada (svástica), que estarían  esperando en un cerro muy especial de unas lejanas sierras llamadas Viarava y Charaba, ambas localizadas en Argentum, región que era a su vez parte de un continente llamado Armórica.[8]

Según Terrera, el objetivo último de ese extraño maridaje de objetos sagrados no sería otro que el de concentrar y dominar toda la sabiduría y poder espiritual de los Superiores Hermanos Blancos de la antigüedad y dar, así, el gran paso a una Nueva Era.

Los rasgos milenaristas expresados en el argumento son más que claros.

Pero ¿qué costaba decir que el Grial estaba en el Uritorco?

Nada. Sólo había que dar el paso. Y Terrera lo dio. Tenía lo que necesitaba: mucha imaginación, lápiz y papel. ¿De qué otro modo se podía, sino, ligar a la provincia de Córdoba con un texto escrito en Alemania, hacia los años 1200 d.C., por un poeta de la región de Turingia?

No siempre es sencillo encontrar lógica donde no la hay. Pero en este universo de posibilidades infinitas todo es factible.

Terrera afirmó que toda esa historia estaba reflejada en el libro Parzifal escrito por un noble caballero y poeta épico llamado Wolfram von Eschenbach.

Alemán de nacimiento, Eschenbach vivió entre 1170 y 1220, terminando de escribir esta versión germana del mito del Grial (que no transcurre, como en otras versiones, en Inglaterra sino en el sur de Alemania) hacia el año 1215. Es una típica novela de caballería, llena de aventuras y mística católica, en la que los viajes son claros símbolos de superación espiritual y el Grial la meta última a alcanzar.

En sus libros y conferencias, Terrera exponía la siguiente y reveladora cita del Parzifal de Eschenbach:

“En qué lejana cordillera podrá encontrar/ a la escondida Piedra de la Sabiduría Ancestral/ que mencionan los versos de los veinte ancianos, de la isla Blanca y la Estrella Polar/ Sobre la Montaña del Sol con su triángulo de Luz! Surge la presencia negra del Bastón Austral, en la Armórica antigua que en el sur está./ Sólo Parsifal el ángel, por los mares irá/ con los tres caballeros del número impar/ en la Nave Sagrada y con el Vaso del Santo Grial/ por el Atlántico Océano un largo viaje realizará/ hasta las puertas secretas de un silencioso país/ que Argentum se llama y así siempre será/…. (…)  Oculto lo mantuvieron en Viarava los Dioses de la Tierra/ en un Monte Sagrado de la innombrable Viarava/ donde Vultán le otorgara su mágico destino”.[9]

Pero hay un problema.

El párrafo anterior no existe en la obra mencionada. No hay una sola línea, ni una palabra, que haga suponer la existencia de Argentum, Viarava y Armórica.

Tal como lo revelara Gustavo Fernández en Los Templarios en América, la referencia bibliográfica de la que se extrae la historia es un invento de Terrera. [10]

“En efecto, Terrera mintió descaradamente, o deliró patológicamente, al adjudicar a los bardos medievales este texto apócrifo. Y se pone en evidencia en la introducción de su propio libro Parsifal, Wolfram von Eschenbach y Orfelio Ulises cuando escribe: ‘(…) como es sabido es imposible conseguir en Argentina y en castellano la obra de Eschenbach’. Claro, escribió eso a principios de 1980. Nada auguraba Internet. Y con Internet algunas cosas cambian. Ahora si tenemos a nuestra disposición y en castellano la obra del alemán.”[11]

Pero no se quedó  ahí.

En un libro posterior, El Valle de los Espíritus (1989), Terrera sostuvo que el Grial estaba en la Patagonia y no faltaron los discípulos que se encolumnaron detrás de la idea, organizando expediciones (simples viajes en realidad) en busca de la sacra reliquia por la zona de San Antonio Oeste, Las Grutas y la Meseta de Somuncurá, en la provincia de Río Negro.

Se autodenominaron el Grupo Delphos y, como Terrera, sostuvieron sus elucubraciones en un texto escrito hacia 1205, titulado Perlesvaus (de autor anónimo).[12] Con ese libro en mano justificaron la búsqueda y así cobró nueva forma la leyenda de la presencia de templarios en la Patagonia.

Pero los ecos de Erks, de Acoglanis (principal gurú en el culto de Erks) y del abogado Terrera, se dejaron oír también en las ventosas latitudes del sur argentino, decorando el nuevo relato con ciudades y túneles subterráneos, energías misteriosas, puertas dimensionales, seres inmortales y gnomos. Un cóctel perfecto. Una nueva fantasía pseudo histórica que arrastró a más de un romántico de derechas. Porque una cosa hay que aclarar: detrás de estas fábulas seguían asomándose la sombra de la svástica, el tradicionalismo y el integrismo ultracatólico de corte nacionalista.

Para Terrera no había duda respecto de la ubicación del Grial: estaba en una zona llamada El Bajo del Gualicho, una salina cercana a la ciudad de Las Grutas (Río Negro) donde sería posible encontrar la puerta de ingreso (un túnel) que conduciría a una caverna subterránea en la que el Grial permanecería custodiado por un templario inmortal (¡?).

Más tarde el Grupo Delphos agregaría nuevos condimentos esotéricos al asunto.

Pero, ¿qué pasó, entonces, con los templarios de América del Sur?

Sencillo (cuando se inventa, todo es sencillo): al ser monjes y mantener una vida monástica, no se mezclaron con los locales. Le huyeron a los placeres de la carne y así, el grupo se fue extinguiendo hasta desaparecer.[20]

Era una fantasía relativamente bien contada, capaz de alimentar la de otros algunos años después.

Convertido en autoridad académica, Jacques de Mahieu, abrió las puertas para que los templarios terminaran siendo detectados en regiones más australes, como Río Negro y Neuquén, en la Patagonia argentina.

Templario

PARTE 2

LAS MESETAS, LOS CERROS Y EL HOMBRE

A 50 kilómetros de Las Grutas (Río Negro), después de atravesar restingas, arenales y dunas de relativa altura, el viajero, bien pertrechado de agua, protector solar y sombrero para combatir en verano los impiadosos rayos del sol, puede arribar, en camiones del ejército adaptados al turismo-aventura, a los pies de una imponente meseta, árida y aislada,  que se eleva a muy pocos metros de la costa del Golfo de San Matías.

Desde los días en que Justo José de Urquiza presidía el país, se la conoce bajo el nombre de Fuerte Argentino. Tiene una altura algo superior a los 110 metros, una longitud de 1.800 metros…

Vista desde el mar semeja una isla que convoca la atención de todos. Neblinosa, regular, recortada contra el cielo que le hace de fondo y el océano de base, inspira curiosidad y misterio. Y no es para menos. Como el cerro Uritorco en Córdoba, el Fuerte Argentino rompe con la monotonía del paisaje y se yergue ante nuestros ojos despertando mil preguntas.

PARTE 3

EL FUERTE ARGENTINO

Fernando Fluguerto Martí no sólo era ingeniero, divulgador de la historia no-oficial expuesta por Mahieu respecto de los templarios, sino también un nacionalista esotérico, buen relator y presidente, líder intelectual y creador de  la Fundación o Grupo Delphos. Él mismo decía ser discípulo del gran Guillermo Terrera y creía encarnar la persona indicada que debía heredar, tras la muerte del abogado en 1998, el famoso Bastón de Mando de los comechingones. Cosa que no ocurrió y que se encargó de reprochar en cuanta entrevista dio para la televisión.[22]

De acuerdo a las investigaciones realizadas por Hernán Brienza[23] y Raúl Kolmann[24], Martí comulgaba ―antes de fallecer en 2013― con el ideario de la ultraderecha nacionalista argentina, siendo ferviente seguidor y creyente convencido de los ideales de Julios Evola, un fascista de salón poco conocido; tanto como de un supuesto (y delirante) proyecto que los judíos pergeñaban para invadir y ocupar la Patagonia argentina: el mítico Plan Andinia del imaginario antisemita vernáculo.[25]

Apropósito de ello, Martí escribió:

 “La Patagonia es la tierra del Santo Grial. Por eso, los enemigos de la humanidad, la Sinagoga de Satán (…), los Hijos del Diablo (…), buscan y persiguen el Grial. De ahí el interés que despierta el suelo de Argentum en los hijos de la noche. De ahí las compras de enormes extensiones de nuestras tierras.”[26]

También fue uno de los defensores más acérrimos de la teoría de la presencia templaria en nuestro país. Idea que expuso, con calma oratoria, más de una vez en documentales de televisión controvertidos y bastante poco académicos por sus contenidos (especialmente en el History Channel).

De igual forma que Terrera, Martí y su grupo se apoyaron en textos medievales para autoconvencerse y confirmar (de manera endeble por cierto) que los monjes guerreros del Temple anduvieron dando vueltas por la Patagonia; y hasta su último aliento, sostuvo que en la cima del Fuerte Argentino había existido una construcción (una fortificación) levantada por templarios y proto-templarios (según él, de origen celta, llegados a America varios siglos antes de Cristo).

El escrito en el basaron todo el cuento era el Perlesvaus o El Alto Libro del Grial, de cuyas páginas Martí rescataba los siguientes versos, a fin de sostener y defender sus ideas.

“Perlesvaus se aleja de la tierra de tal modo que ya sólo ve el mar y la nave marcha a gran velocidad…

… La nave ha corrido tanto noche y día, tal y como a Dios le plujo, que llegaron a un castillo en una ínsula de mar. Preguntó a su marinero si sabía qué castillo era aquel.

―En verdad, no lo se, señor, pues hemos corrido tanto que no conozco ni el mar ni las estrellas…

… Se acercaron al castillo y oyeron sonar muy dulcemente cuatro trompetas arriba de las murallas y los que las tocaban iban vestidos de blanco. Se dirigen hacia aquella parte…

… En cuanto la nave tomó puerto debajo del castillo y el mar se retiró de modo que la nave se quedó en tierra seca,…

… Salieron de la nave y luego entraron al castillo por la parte que daba al mar…

… Y ve la fuente más bella y clara que nadie puede contemplar,…

… Uno de los maestros toca tres veces una campana y en la sala aparecieron treinta y tres hombres formando una compañía. Iban vestidos con túnicas blancas y todas llevaban una cruz roja en medio del pecho…

… Allí dentro fueron servidos muy gloriosa y santamente. Perlesvaus se complace más en mirarles que en comer…

… En cuanto se descubrió la entrada al foso, salieron de allí los gritos más terribles y dolorosos jamás oídos…

… Si no juráis que regresareis en cuanto veáis la nave con la vela cruzada por la cruz roja…

… Y encuentra su nave dispuesta y oyó sonar las trompetas a su partida igual que a su llegada. Entra en la nave y se izan las velas. Se aleja de la tierra…”[27]

En pocas palabras, Martí creía que, huyendo de una Europa que les resultaba por demás hostil, un barco templario navegó noche y día hacia el sur, cambiando de hemisferio (de ahí que el navegante desconociera el  cielo) trayendo el Grial a una zona con amplias mareas, identificada como el Golfo de San Matías, en Río Negro.[28] Corría el año de 1307. Y allí, en una isla (que no sería otra que la barda conocida como Fuerte Argentino)[29], habrían sido recibidos por proto-templarios vestidos de blanco y cruces en el pecho.

El análisis que Martí hizo del “Fuerte” fue por demás imaginativo: creyó detectar vestigios de antiguos muelles y denunció hallazgos de restos “arqueológicos”, de los cuales nunca dio cuenta públicamente.[30] El secretismo, una vez más, creaba un muro de misterio imposible de ser atravesado.

Y como si todo eso fuera poco, agregó:

Hoy, el Grial está físicamente ubicado en una ciudad subterránea bajo la Meseta de Somuncurá, a unos mil metros de profundidad y protegida por miembros de la Orden que tienen contacto con la superficie a través de túneles ascendentes y descendentes”.[31]

El Grupo Delphos está convencido de que el Grial está América. Más concretamente en nuestro país. Lo aseveran sin titubear. También, sin prueba alguna. Sólo algún que otro indicio, originado en interpretaciones libres e imaginativas de ciertas señales, son las bases en las que se apoyan a la hora de transmitir la historia.[32] Una historia que a poco de avanzar se llena de elementos fantásticos. O mejor dicho, mucho más fantástico que los señalados hasta ahora.[33]

Los buscadores argentinos del Grial sentencian que tras abandonar el Fuerte (hoy Argentino) los templarios ocultaron la preciada reliquia en un sitio clave, secreto, fuera del alcance de los hombres impuros: debajo de la meseta de Somuncurá, sitio al que se accedería a través túneles y galerías inexploradas hasta ahora. Allí, sería posible encontrar un río subterráneo que uniría el océano Atlántico (justo frente al Fuerte) con el Pacífico, y a medio camino, en una ciudad bajo tierra, que identifican como La Ciudad de Los Césares, estaría el Grial custodiado por templarios centenarios en edad. Una comunidad de monjes guerreros, perdidos/escondidos literalmente en la Patagonia, en tanto cuidan la reliquia, no deja de llamar la atención.

Por otro lado, aseveran que hay una entrada a ese mundo místico. Una puerta de piedra que estaría ubicada en un enorme macizo rocoso cercano a la pequeña localidad de Telsen (Provincia de Chubut), al Sur de la Meseta de Somuncurá, y que llaman, justamente, “La puerta de Telsen”.[34]

Otra puerta (para muchos dimensional) que conduciría a una nueva y sureña ciudad intraterrena, casi idéntica en todo a los cuentos del Uritorco.

 Con respecto a la presencia de templarios en la Patagonia y en el Fuerte Argentino deberíamos decir que todo el cuento está fundado en falacias y errores. Tal vez los visos históricos que se mechan en el relato vuelvan más creíble todo, especialmente si se lo compara con el del Uritorco y Capilla del Monte (mucho más orientado hacia lo místico). En el sur escasean las energías misteriosas, los seres de luz interdimensionales, los ovnis, la telepatía y los herméticos mensajes de la Hermandad Blanca. Pero tampoco se quedan atrás. Inventaron tradiciones, reinterpretaron los datos la geología, exageraron los hallazgos arqueológicos y también vieron cosas donde no las había.

En un trabajo crítico muy bien documentado, un vecino de la ciudad rionegrina de San Antonio Oeste (cuna del Grial patagónico), Marc Pesaresi, ha rebatido con suficiencia cada uno de los supuestos expuestos por Martí y su grupo de seguidores.

Resumamos, pues, las conclusiones de Pesaresi. [35]

En primer término es mentira que exista una tradición templaria en la región. Nadie nunca antes habló de templarios trasladando cálices sagrados por la Patagonia. No existe tradición oral alguna que refiera esos hechos. Todo es un injerto de los años ’90 y el jardinero principal fue el grupo de Martí.

En segundo lugar, no existen restos arqueológicos de ningún tipo en la meseta. No hay rastros de fuerte, de murallas, de tejas. No hay nada que insinúe la presencia de los monjes soldados del Temple en estas latitudes.

Tampoco hay descendencia alguna de esos supuestos europeos precolombinos.

En cuarto término, no hay caballos europeos sino desde 1536, que fue cuando Pedro de Mendoza los trajo por primera vez. No hubo caballos templarios vagando por las planicies argentinas antes de la llegada de los españoles.

En quinto lugar, es falso que la barda donde se levantara el supuesto fuerte haya sido hacia 1307 una isla. Los estudios geológicos demuestran que el nivel del mar no bajó desde entonces. Todo lo contrario: desde hace 250 años sube. Poco, pero sube.

Y finalmente, la meseta es una altiplanicie árida, seca, imposible de habitar y menos que menos apropiada para levantar un fuerte. No tiene agua potable. Hasta 1973 el tema del agua fue un problema grave para los rionegrinos.

 Sorprende que empresas de divulgación internacional (aparentemente científicas), editores y comentaristas varios, no tengan en cuentan todos estos aspectos a la hora de exponer este y otros temas. Aunque, pensándolo dos veces, no debería sorprendernos demasiado. Es comprensible que así sea. Si le quitaran a la historia las falacias, repetidas una y otra vez, la historia misma se desvanecería o perdería, sin más, la preciada mercancía, lo único que se pretende vender: el misterio. Tras la credulidad delirante viene el negocio.

En un mundo desencantado, el encanto, que se resumen en las leyendas y rumores, lucha por sobrevivir.

El pensamiento mágico levanta barricadas.

Resiste.

Y lo viene haciendo con éxito.

FJSR

Buenos Aires

Febrero 2016

FSJR

* Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP.

[1]Véase de mi autoría los siguientes artículos: Capilla del Monte, Erks y el Uritorco. El universo alternativo de la razón. Disponible en Web: https://www.academia.edu/17221552/CAPILLA_DEL_MONTE_ERKS_Y_EL_URITORCO._EL_UNIVERSO_ALTERNATIVO_DE_LA_RAZ%C3%93N . 30 años conviviendo con extraterrestres. 1986-2016. El singular caso del Uritorco y su historia esotérica. Disponible en Web: https://www.academia.edu/21009671/30_A%C3%91OS_CONVIVIENDO_CON_EXTRATERRESTRES_1986-2016_._El_singular_caso_del_Uritorco_en_Capilla_del_Monte_y_su_historia_esot%C3%A9rica . Un racionalista en Capilla. Disponible en Web: http://factorelblog.com/2015/10/15/un-racionalista-en-capilla . “Fantasías y mitos sobre las expediciones nazis al Uritorco en revista Todo es Historia, N° 580, Buenos Aires, noviembre de 2015.

[2] Véase de mi autoría: Jorobas, cuellos largos y fantasías. La leyenda de “Nahuelito”, la bestia lacustre del Nahuel Huapi. Disponible en Web: http://www.revistalarazonhistorica.com/31-7/

[3] Véase de mi autoría: Criptonazilogía. La delirante búsqueda de Nazis ocultos en Argentina. Disponible en Web: http://www.academia.edu/19018778/_CRIPTO-NAZI-LOG%C3%8DA_._LA_DELIRANTE_B%C3%9ASQUEDA_DE_NAZIS_OCULTOS_EN_ARGENTINA

[4] Véase: Pringle, Heather, El Plan Maestro. Arqueología fantástica al servicio del régimen nazi, Editorial Debate, Buenos Aires, 2008.

[5] Para un análisis pormenorizado de las estrambóticas creencias respecto del Bastón de Mando”, véase: Arandojo, Diego, Bastón de Mando. Un secreto guardado durante 30 años. UNH Ediciones, Buenos Aires, 2014.

[6] Véase: Fernández, Gustavo, La Mentira filonazi de Guillermo Terrera. Disponible en Web:http://www.bolinfodecarlos.com.ar/270314_templarios.htm y Agostinelli Alejandro. Guillermo Terrera: a dónde va el fundamentalismo mágico. Disponible en Web:http://www.elojoesceptico.com.ar/revistas/eoe05/eoe0508

[7]En las siguientes direcciones Web el lector podrá escuchar partes de dos conferencias que Terrera realizara en Capilla del Monte hacia el año 1994. Es interesante escuchar no sólo lo que dice sino cómo lo dice. Disponible en Web:  http://www.ivoox.com/programa-radio-ovni-del-15-02-2011-prof-guillermo-audios-mp3_rf_536976_1.html y la segunda: http://www.ivoox.com/programa-radio-ovni-del-03-05-2011-prof-guillermo-audios-mp3_rf_641707_1.html

[8] Cómo podrán advertir los más suspicaces, Viarava y Charaba serías las llamadas Sierras Chicas de Córdoba (donde se levanta el cerro Uritrco), en tanto que Argentum era Argentina y Armórica el continente americano.

[9]Fernández, Gustavo, Los templarios en América: Disponible en Web: http://www.bolinfodecarlos.com.ar/270314_templarios.htm

[10] Ibídem.

[11]El texto completo y traducido al español del Parzifal de Eschenbah. Disponible en Web: https://drive.google.com/folderview?id=0B1JOCjHNuc90YTNiZTk1NDktMmUzOC00ZTdhLThiZTMtZTAyYTdkNTI4Zjdm&usp=sharing

[12] Anónimo, Perlesvaus o El Alto Libro del Graal, Ediciones de Victoria Cirlot Siruela, Madrid, 1985.

[13] Véase: Goñi, Uki, La Auténtica Odessa, Editorial Paidos, Buenos Aires, 2008, Pág. 147.

[14] Nota: Se supone que en esos años debió conoce a Guillermo Terrera en el ámbito universitario que compartían.

[15] Véase: Mahieu, Jacques de, La Geografía secreta de América antes de Colón, Editorial Hachete, Buenos Aires, 1974.

[16] Véase, Falacia del experto. Disponible en Web: : http://ipsicologo.com/2014/04/la-falacia-del-experto.html

[17] Véase: Mahieu, Jacques de, El Gran Viaje del Dios-Sol. Los vikingos en México y en el Perú (967-1532), Editorial Hachete, Buenos Aires, 1981.

[18] Véase: Mahieu, Jacques de, La Agonía del Dios Sol. Los vikingo en el Paraguay, Hachette, Buenos Aires, 1977,

[19] Véase: Mahieu, Jacques de, El Imperio Vikingo de Tiahuanaco, Hachete, Buenos Aires, 1985.

[20] Véase a Jacques de Mahieu disertando estos delirios en https://www.youtube.com/watch?v=goWqtbbmDik

[21] Hoy se sigue buscando lo mismo. La diferencia radica en que Dios ha sido suplantado por extraterrestres.

[22] Según los rumores, el Bastón de Mando lo tienen los hijos de Terrera; quienes lo enterraron en un “lugar seguro” a la espera del momento justo. Otra versión sostiene que uno de los hijos lo puso en venta, pidiendo un millón y medio de dólares. Que se sepa, el Bastón todavía no fue adquirido por nadie.

[23] Brienza, Hernán, Los Buscadores del Santo Grial en Argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2009.

[24] Kolmann, Raúl, Las Sombras de Hitler. La vida secreta de las bandas neonazis argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2001.

[25] Raúl Kolmann señaló oportunamente a Martí como un asiduo colaborador de la revista El Fortín, dirigida por Marcos Ghío; una publicación de ultraderecha, seguidora de las ideas de Julius Evola, enemiga de la modernidad, de la democracia y promotora del espíritu aristocrático, tanto como el honor y la valentía. Ghío también sostiene que el Grial está en nuestro país.

[26] Ibídem, pág. 28.

[27] Transcripción cita en el libro de Hernán Brienza, op.cit pp. 133-134

[28] El Golfo de San Matías es uno de los pocos lugares del mundo que posee mareas que oscilan de los 9 y 10 metros entre la bajamar y la pleamar. Literalmente la playa entera aparece y desaparece a diario, siendo hoy uno de los atractivos turísticos más destacados del balneario Las Grutas.

[29] Barda es el nombre que los geólogos le dan a las mesetas  aisladas junto al mar.

[30] El Grupo Delphos estuvo trabajando por más de una década en diferentes zonas de la provincia de Río Negro, en donde dicen que hallaron numerosos vestigios de presencia templaria, entre ellos un enorme bloque de piedra de casi un milenio de antigüedad tallado con una cruz y varias tejelas de forma triangular utilizadas para proteger fortalezas que guardan extraña similitud con otras de su tipo ubicadas en el fuerte de Tintagel, sitio en el que habría nacido el rey Arturo, legendario monarca de la Inglaterra medieval cuyo mito estuvo siempre ligado de alguna forma a la historia de los templarios. Nada de esto fue presentado para un estudio serio. Nos quedamos sólo con el comentario que ellos hicieron. Cuando alguien le preguntó a Martí dónde estaba el famoso molde con la cruz templaria dijo: “Guardado en un lugar seguro”. Es todo muy poco serio. Aunque dicho con un tono grave de seria autoridad.

[31]Véase: Alberto, Carlos, Patagonia el confín secreto del Grial. Disponible en Web: http://www.diagonales.com/sociedad/195877-nota-195877-patagonia-el-confin-secreto-del-santo-grial.html

[32] Tumbas galesas con supuestos símbolos templarios en el cementerio de Trelew, aparentes glifos gigantes que representarían runas vikingas en Telsen y demás indicios que no tienen lógica ni asidero alguno, más allá de la imaginativa fantasía de quien los interpreta.

[33] Una historia contada por Marti prefigura qué tipo de personas son las conforman el grupo que presidía. Relató el ingeniero que Delphos tiene una ceremonia de iniciación que consiste en pasar una noche entera, a solas, en la cima del Fuerte Argentino. Esa prueba es por demás traumática y peligrosa al punto que muy pocos valientes han podido soportarla. El motivo de semejante dificultad es que por la noche el iniciado es sorprendido y mortificado por ¡gnomos! Sí, leyó bien: gnomos. Además, sostenía que la meseta se defiende sola y que tiende a expulsar a los que no desea lanzándoles truenos y tormentas. Hay que pedir permiso para entrar en ella, decía Marti. A pesar de todos estos delirios, debemos convenir que comparados con los del Uritorco y Capilla del Monte son dislates un poco mas controlados, aunque ya explotados turisticamente como se observa en la pagina de Factbook “Telsen ruta de templarios”.

[34] Hasta hace poco tiempo nadie sabía a ciencia cierta dónde estaba esa bendita puerta de piedra. Según el History Channel (poco confiable por cierto) existe una filmación, descontextuada por completo e imposible de usar como prueba, en la que se observaba una pared de piedra con forma de puerta (“con la apariencia de haber sido cerrada desde adentro”). Eso bastó para que el delirio esotérico se desatara. Es de destacar que por Internet circulan fotos que muestran a varios grupos de personas posando frente a la consabida puerta. ¿Guardarán e secreto por mucho tiempo más o el negocio del turismo local develará el misterio para siempre? Otro seguidor de las teorías del nazi Jacques de Mahieu afirmó haber ubicado la puerta. Véase en Web: http://www.diariocronica.com.ar/80190-descubren-restos-de-presencia-templaria-en-la-provincia.html

[35] Véase: Pesaresi, Marc, Los Templarios en la Patagonia. Disponible en Web : http://patagoniayprotestante.blogspot.com.ar/2011/05/templarios-en-patagonia.html

[36] De Gandía, Enrique, Historia Crítica de los Mitos y Leyendas de la Conquista Americana, Centro Difusor del libro, 1946, pp. 251-252.

[37] En un viaje al Perú, realizado en el año 1985, el autor pudo entrar en contacto con un joven cantor ambulante en la ciudad costeña de Nazca (famosa por sus gigantescos geoglifos de la Pampa Colorada) que le refirió una extraña historia sobre «indios blancos» en las selvas cercanas a Iquitos. Relató que «hacía ya unos años» había sufrido una enfermedad a la que ningún médico de Lima le había podido encontrar cura. Estaba perdiendo peso y su salud empeoraba día a día. Sabiendo que se moría, decidió regresar a su pueblo natal, en plena selva. Hacía tiempo que no lo visitaba y en ese viaje, que suponía el último, se encontró con un viejo amigo de la infancia que sorprendido al verlo tan desmejorado, decidió llevarlo a una comunidad aborigen, a varios días de caminata, en donde lo sanarían. El cantor ( que contaría con unos 35 años cuando transmitió esta historia) describió a los indios con unas características sorprendentes: altos, delgados, rubios y extremadamente blancos. Vestían túnicas que resaltaban la bondad que tenían, y poseían, dijo, la capacidad para comunicarse telepáticamente. Permaneció con ellos durante tres meses. Sus cuidados y atenciones, como así también el uso de plantas medicinales desconocidas por los farmacéuticos de las ciudades costeras del perú, le salvaron la vida. También comentó que estos hombres «superiores» eran protectores de una ciudad perdida, conocida con el nombre de Paititi, y que escasa personas conocían la existencia de esa misteriosa tribu [FJSR].

Texto: LA MESETA DE SOMUNCURÁ

  MISTERIOS, FANTASÍAS, LEYENDAS Y TEMPLARIOS

Por

Fernando Jorge Soto Roland*

Como se trata de un muy extenso escrito, masrionegro aclara que solo publica lo estrictamente referido al tema vinculado con la provincia de Río Negro (Meseta de Somuncurá, el Fuerte Argentino y otros aspectos), por lo tanto pide disculpas al autor de esta nota por la publicación parcial, quedando a su entera disposición para la correspondiente aclaración.

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