Historias que nunca ocurrieron, pero la gente las cuenta. Los fantasmas de la Casa de Gobierno

 

 

“Esta crónica reproduce una de cinco historias que no ocurrieron y son pura ficción. ¿Por qué publicarlas, entonces? Porque son relatos que, de tanto en tanto, con variada repetición, llegan a oídos del cronista y confirman su presencia en el imaginario colectivo local. No hay nada que demuestre la veracidad de estos hechos y por lo mismo se carece de elementos que permitan ubicarlos en el tiempo”.

Por Carlos Espinosa, periodista, locutor, escritor e investigador cultural de Viedma

Los fantasmas de la Casa de Gobierno

Se han recopilado cinco casos de aparición de fantasmas en la Casa de Gobierno, en Viedma.

Primer caso: gritos en el sótano. Todo el subsuelo de la parte más antigua de la sede oficial, que da sobre las calles Laprida y Belgrano, está ocupado por un sótano en donde antiguamente funcionaba la caldera para la calefacción.

Al lugar se accede por una puerta ubicada debajo de la escalera que conduce a la planta alta. Los gritos escuchados son, según uno de los informantes, los de una mujer que pide auxilio; otro de los dicentes asegura que es la voz de un hombre y parece que sufriera dolor. El hecho se habría registrado por la noche y también en la siesta de una calurosa tarde de verano.

Segundo caso: la máquina de escribir. En la quietud de la noche, cuando todos los empleados administrativos ya se habían marchado, se escuchaba el tecleo característico de una máquina de escribir manual.

Tercer caso: murmullos en el Salón Gris. Uno de los informantes dice haberlos escuchado a la mañana muy temprano, antes que ingresen personal y autoridades; otro asegura que ocurrió por la noche. El caso es que desde el vestíbulo de planta baja se oían murmullos provenientes del Salón Gris, como si varias personas conversaran en voz baja. Un testimonio sostiene que un policía se animó a entrar, con el salón y penumbras, y escuchó los murmullos sin poder identificar que decían las voces, pero cuando encendió las luces el silencio fue tota, y no había nadie por cierto.

Cuarto caso: la luz del despacho. Pasando el pasillo lateral de la escalera, en planta baja, está la oficina antiguamente ocupada por la Dirección General de Gobierno. Un ordenanza recuerda que a fines de la década del sesenta varias noches encontraba encendida la luz del velador ubicado sobre el escritorio y la apagaba; pero al rato, sin que nadie hubiera entrado, volvía a estar prendida. Una noche, para asegurarse que no fuera un desperfecto de la perilla, la desenchufó. Pero volvió a encenderse, con el tomacorriente en su lugar.

Quinto caso: la dama misteriosa. Algunos dicen que lleva un vestido blanco, otros aseguran que es un delantal como de maestra… pero cuenta que la mujer baja las escaleras y se pierde hacia la calle, o se la divisa en alguno de los pasillos superiores. Esto ocurre sólo por las noches.

¿Explicaciones? Son varias, se habla de muertes ocultas, de amantes secretos, de empleados ya fallecidos que dejaron literalmente su alma en las oficinas.

Escrito por Carlos Espinosa – Viedma

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