El caballo tallado en un cañadón cercano a Comallo. Parece que va al galope

Indudablemente hay muchas curiosidades ocultas en la meseta de Somuncurá y en las inmediaciones de los parajes, pueblos y ciudades de la Región Sur. Las viejas leyendas se enseñorean en la vida cotidiana de los vecinos y al decir de un amigo reciben como en susurro desde las edades sin tiempo “las misteriosas claves al acecho”, de una inmensa región que guarda recónditos arcanos en sus entrañas de escoriales, lagunas, cañadones y basaltos.

Al decir del licenciado Freddy Massera la meseta es “un horizonte en movimiento”, profundo, de silencios herméticos, de cielos donde el carrusel de las nubes juega su danza ritual de ayeres sin memoria ni nombres, del temor manifiesto a los espíritus poniendo las alpargatas en cruz para dormir sin sobresaltos.

En un cañadón natural en las inmediaciones de la localidad de Comallo, aquellos que “saben mirar” verán tallado en el farallón la figura de un caballo al galope. ¿Es una forma natural esculpida por los aluviones y los vientos? ¿Es una imaginación óptica? ¿Es una aparición  repentina que se presenta ante los ojos asombrados de los espectadores que visitan el lugar? ¿O es, en realidad, como en otras regiones mágicas del mundo (los “umbiculis mundis”), la creación de un dotado artista de otros tiempos que quiso dejar testimonio en la piedra tallando un caballo? Hipótesis, supercherías, sugestión…

Es que para tratar de explicar los viejos interrogantes del sentido de nuestra vida efímera sobre esta tierra que la ciencia todavía desde la época de los griegos no ha dado respuestas satisfactorias los hombres viajamos del “mito a la realidad”. Y nos identificamos con lo desconocido, con las apariciones no-ordinarias de otra dimensión.

Se sabe que los caballos prehistóricos vivieron en nuestro continente hasta que por alguna causa desaparecieron, hasta que vuelven de la mano de los españoles y se adaptan a todas las regiones y climas de nuestro país.

Mientras tanto, el caballo petrificado de Comallo no detiene su galope y nos sigue sorprendiendo, pero como es de piedra, jamás sabremos su historia.

 Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 Fotos aclaración: foto de portada es ilustrativa; foto interior es la que corresponde al cañadón. Por motivos técnicos, esa imagen no puede ir de portada.

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