Las viejas publicidades. La Campagnola se come sola. Geniol, cabeza con alfileres

 

La publicidad en Argentina es una de las más creativas e ingeniosas del mundo. Y para los que tenemos algunos años, muchas de ellas han quedado incorporadas a nuestro imaginario. Desde las excelentes publicaciones en medios gráficos, las radiales y actualmente por televisión y redes sociales.

¿Quién no recuerda a aquella muy famosa que promocionaba a Geniol, cuyo emblema era la cabeza de una persona con alfileres, broches y ganchos y que era glosada con esa inolvidable tonadilla que decía: “Venga del aire, del sol, / del vino o de la cerveza/ cualquier dolor de cabeza / se quita con un Geniol”.

En algunas farmacias todavía se ven las hermosas estatuillas con esa figura y las láminas publicitarias. Verdaderas joyas de colección. Ya más moderna la gran artista Marta Minujin creó otra cabeza pero partida en tres partes para publicitar a Tafirol. Genial también.

Y aquella otra radial que en mis años de niño en Bahía Blanca mis padres a la noche escuchaban en la radio sus programas favoritos y en la propaganda de la muy textil Coppa y Chego los lobos aullaban no pudiendo romper la indumentaria de trabajo.

Una de las modernas que me supo maravillar fue la automóvil Megane inspirada en el famoso relato de Julio Cortázar “La autopista del Sur”, con las monjitas y todo. Estupenda.

Y ni hablar de aquellas propagandas encubiertas donde el Negro Olmedo fue uno de los más geniales pioneros.

Entre las más recordadas y vigentes hasta el día de hoy está la de “La Campagnola, que se come sola”, la cual tiene una historia por demás interesante, seguramente será motivo de otra nota.

Me recuerdo a  veces de otras sumamente pegadizas como aquella que promocionaba a la yerba “La Hoja”: “Ojalá que sea la Hoja, la yerba más sabrosa que me gusta a mí”.

Entre las más recientes recuerdo a “La llama que llama” de Telecom. Y aquella emblemática realizada en nuestra Línea Sur, precisamente en Clemente Onelli, por el policía (era su trabajo) de “Hola vieja, ¿a qué no sabes de dónde te estoy llamando?

Aquella clásica que estaba en casi todas las revistas, donde el ama de casa atareada en la bacha (ahora se dice así)  con una gran pila de platos sucios y vajillas a punto de lavar que exclama: “No pregunto cuántos son”, y a su lado la lata siempre recordada del polvo limpiador “Puloil”, que ahora se ha vuelto a fabricar. Y aquella de Quilmes (son muchas) que alguien preguntaba ¿A qué hora almorzamos?” y se le contestaba “A las 12 y Quilmes”. Y esa los deliciosos bizcochos Canale, donde un joven sale con dos cajas y la grafica reza: “Hombre prevenido vale por dos”.

Y cuando recién salieron esos grandes televisores que se veían todavía en blanco negro uno de los más vendidos, el Zenit (una pantalla clara y divertida) la propaganda aseguraba que “a los nuevos programas usted los verá mejor”.

Terrabusi (con la niña debajo del paraguas) mostrando a Tita y Rhodesia (que también tiene su historia) hace una preguntas de Pero Grullo: “Cuáles son las galletitas cubiertas de chocolate más ricas del mundo?”

Y hay más, muchas más, porque hasta el día de hoy como dice el gran Homero Expósito: “La propaganda manda, cruel en el cartel”. Y para cerrar la nota “me tomo cinco minutos, me tomo un té”.

 

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta (Río Negro)

 

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