Viejos almacenes de ramos generales. En la Línea Sur hacían “acopio de frutos”

En la esquina de algunos pueblos de campaña quedan todavía esos viejos edificios cuyo frente de ladrillos a la vista y la puerta de doble hoja en la ochava, esperan ya en vano a los clientes y a los parroquianos que apagaban la sed de su galopeada en el estaño del mostrador de bebidas al copeo. Es que la piqueta y el paso de los años son implacables y se llevan hasta aquellos viejos recuerdos que tanto perduran en la memoria popular

El historiador, político, escritor y amigo de General Roca Pablo Fermín Oreja, hoy injustamente olvidado, supo glosar en su ameno libro “Todo pasó y se fue…” a esos viejos almacenes de Ramos Generales que generalmente era propiedad de inmigrantes libaneses, donde por  la nostalgia por sus países de origen le ponían nombres exóticos como “La Flor de Siria”, “Aromas de Oriente” y otros similares.

En la Región Sur no podía ser de otra forma esos establecimientos hacían el “acopio de frutos y otros productos del país”. Verbigracia: lanas, cueros y pieles. Y a su vez abastecían a sus clientes de mercaderías de todo tipo. Incluso hasta combustibles como naftas y querosene.

En los abarrotes de sus altas estanterías de madera se exhibían miles de productos. De tienda: bombachas de campo, alpargatas Rueda y Luna, sombreros negros de ala ancha y corta, pañuelos de cuello y artículos de talabartería.

Tenían anexada al negocio propiamente dicho una caballeriza para uso de los clientes de la zona rural.

En un amplio mostrador de vidrio y madera estaban los productos que se vendían sueltos y se extraían con esos hermosos cucharones combados. Yerba (en especial de la marca Burrito), harina, legumbres y muchos más.

Y todo se envolvía con papel de estraza o de diario donde el dependiente hacía unas hermosas empanadas. Ah… ¡Y además estaba la yapa!!

El poeta Darío Lemos los dejó glosados para la posteridad en los siguientes versos: “Viejo almacén de campaña / reflejo de un tiempo ido, / hoy, ya has desaparecido / y sos una cosa extraña. / Viejo almacén de campaña / tapera de una estación / te regalo mi emoción / por todo lo que me diste. / Y te digo que cumpliste / con tu muy noble misión.   Tu caja registradora / que era marca “National” / habrá tirao el total / al llegar su última hora. / Su campanilla cantora / duerme un silencio oxidao. / Ya no se acoda un mamao / en tu mostrador machazo / ni hay un resero de paso / comprando un  poncho encerao.  Las viejas estanterías / ya no encuentran acomodo. / ¡Pensar que tenía de todo! / en otros lejanos días. / De poder, me subiría / a aquel majestuoso tren / que cortaba el terraplén / echando humo en la subida / y para verte surtida / trajo cajas del andén.  Hasta vos, llega el puestero / sin tener una moneda / y cuánta alpargata Rueda / habrán comprao los bolseros. / Si habrás aguantao, ¡mañeros! / con una excusa berreta / y sin que nadie se meta / a revolverle cajón… / Seguro que en un rincón / quedó impaga una boleta.   Yo iré imaginariamente / pidiendo fiao un recuerdo / desandando el tiempo lerdo / de un ayer de buena gente, / y cuando diga…¡presente! / en la puerta de tu casa / se le ha de prender la brasa / al fogón del corazón… / y habrá nostalgia en montón / envuelta en papel de estraza”.

Foto: Casa Fernández y& cía. calle Sarmiento Esquina Manuel Belgrano – Maquinchao

Foto interior de nota: Carlos Chico

 Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

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