Los templarios y la piedra tallada. Patagonia tierra de misterios y aventuras

La Patagonia es una tierra de misterios y de aventuras. Desde muchos años antes que Francisco Antonio Pigaffeta en su crónica del viaje de Magallanes escribiera sobre el gigante que bailaba y mencionara al alto dios “Setebos”, (tomado esta deidad luego por Shakespeare en su obra “La Tempestad”) hechos extraordinarios poblaron el imaginario de mitos y leyendas de toda clase.

Sobre el  “más largo viaje jamás realizado” supo escribir Eduardo Galeano en su “Memoria del fuego” el siguiente texto:

“Nadie los creía vivos, pero llegaron anoche. Arrojaron el ancla y dispararon toda su artillería. Temblando y en andrajos, entraron en Sevilla con hachones encendidos en las manos. La multitud abrió paso, atónita, a esa procesión de esperpentos encabezada por Juan Sebastián Elcano. Iban de iglesia en iglesia pagando promesas. Han atravesado seis veces la zona donde el mundo hierve, sin quemarse nunca. Al sur han encontrado nieve azul y en el cielo, cuatro estrellas en cruz. Han visto al sol y a la luna andar al revés y a los peces volar. Los sobrevivientes cuentan que en el sur del sur, donde se abren las tierras y se abrazan los océanos, los indios encienden altas hogueras, día y noche, para no morirse de frío. De los doscientos treinta y siete marineros y soldados que salieron de Sevilla hace tres años, han regresado dieciocho. Llegaron en una sola nave quejumbrosa, que tiene la quilla carcomida y hace agua por los cuatro costados”.

Pero antes de esos alucinados que “buscaban más estipendio que el Condestable de Castilla, que es uno de los señores más grandes de España”, acá en la Patagonia, en la vida medular de pueblos preexistentes la fantasía y la realidad se mezclaban en forma inseparables.

Todo tenía una explicación en sus rituales, en los nombres de ríos, montañas, lagos y lugares y aún su vida terrestre continuaba en el cielo en el “corral de los muertos”. Y se temía al Gualicho, al “collón” y los maléficos entes que latían en la oscuridad. Y las leyendas daban forma a la vida de los hombres y mujeres de este bravo Sur.

Actualmente, los osados que buscan señales legendarias del paso de los templarios por estas tierras para esconder los tesoros del templo del rey Salomón agregan nuevas sagas a estos misterios y ya se han escrito una buena cantidad de obras de ficción al respecto. Esto por supuesto está sirviendo para atraer a los turistas que están ávidos para agregar algo de fantasía haciendo un alto en la vida posmoderna que nos toca vivir.

Por eso se ve a los modernos templarios en el Fuerte Argentino, cercano al Balneario Las Grutas con su traje ceremonial y contando a los turistas sobre los viajes del caballero Parsifal.

Sin embargo, en la pintoresca localidad de Valcheta en una oportunidad fue encontrada por una máquina que trabajaba en el predio de la estación de ferrocarril una cruz templaria tallada en bajo relieve en una piedra basáltica. Y bueno, de allí el apelativo: “¡La piedra Templaria de Valcheta!!”

Nunca se supo más de ella: sigue el misterio.

Yo, como buen refutador de leyendas, al decir de Alejandro Dolina, nada digo ni especulo. Pero en la Patagonia hay cosas, como dijo don Quijote a Sancho Panza “que veredes  que no crederes”.

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

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