Bernabé Lucero, la planta de molle y el cementerio de Valcheta. “Un terror en el Gualicho”

Cuando Bernabé estaba agonizando en el Gualicho debajo de unas plantas de molle, sus hermanos lo quisieron llevar al hospital, pero les dijo que “los hombres como él deben morir debajo de los molles”. Por supuesto que no le hicieron caso y lo llevaron al Hospital de Valcheta, donde falleció el mismo día que se derrumbó la Salamanca del Gualicho. Sus últimas palabras fueron “me voy pal Chenque”.

Como digresión al apasionante relato de la vida de Lucero podemos decir que la Schinus-Odonelli, comúnmente llamado molle es una planta muy abundante y característica de la estepa patagónica.

Dicen que tiene propiedades curativas y que también es llamada incienso por su olor agradable.

¿Será por eso que Bernabé Lucero solía dormitar y querer morir debajo de una planta de molle para exorcizar su paso terrorífico por la Salamanca del Bajo del Gualicho, donde –dicen- se enfrentó a unos toros y pactó con Mandinga para aprender a tocar la guitarra?

Verdadera leyenda rionegrina fue el poblador más emblemático del gran Bajo del Gualicho. Levantaba su real por unos días donde solía poner las trampas para cazar zorros y fogoneando a la intemperie sacaba su guitarra y cantaba sentires de nuestra tierra.

Hombre huraño y parco poco lo gustaban los poblados, solamente venía para canjear sus pieles por vicios y en los viejos boliches cantaba embelesando a los parroquianos.

Dicen que entró a la cueva del Gualicho donde tuvo que pasar como por un laberinto y sortear a unos toros feroces, allí se escuchaba música y gente extraña que cantaba. Allí realizó el pacto con “mandinga” que le otorgó el don de tocar la guitarra.

Hoy el imaginario popular y el recuerdo quienes lo conocieron han tejido toda una historia que se ha reproducido, en cortometrajes, libros, artículos y hasta en una obra de teatro.

Aquellas misteriosas palabras que moribundo les dijo a sus hermanos milagrosamente se hicieron realidad.

Pero he aquí lo más raro y misterioso que ocurrió en Lucero y este mágico arbusto patagónico: años después sobre su sepultura en el cementerio de Valcheta creció una planta de molle que nadie plantó y es la única que allí se encuentra.  ¿Casualidad, misterio? Quién puede saberlo.

Lo realmente cierto es que debajo de ella descansan los restos del viejo salamanquero, donde una humilde chapa (seguramente fabricada por don Juan Berbel en su herrería) lleva escrito su nombre y con él toda su leyenda.

Aquí yace Bernabé Lucero

Hombre del bajo Gualicho

Tan solo el sagrado molle

Sirve de manta y cobijo.

Los hombres que son del monte

Siempre buscan su abrigo

Solo un gaucho de coraje

Allí se queda tendido.

El tiempo nada se olvida

A pesar de ser esquivo

Lucero es una leyenda

Tanto muerto como vivo.

Y si toca la guitarra

En la noche algún rasguido

Será tal vez don Lucero

Que no se queda dormido.

La salamanca y los molles

Fueron brújula y destino

Para aquel bravo paisano

Señor del Bajo Gualicho.

Seguro viniste molle

Como vienen los amigos

A quedarte con Lucero

Como él lo hubiera querido.

Las que acompañan esta nota corresponden a Luis Alberto Alán, director de la FM ÚNICA Valcheta, que supo tomar en el cementerio de Valcheta de la tumba de Lucero.

Texto: Jorge Castañeda

 Escritor – Valcheta

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