En Las Grutas está el tesoro del rey Salomón y un hontanar en forma de cráter

En el balneario de Las Grutas se enseñorean las leyendas de tiempos antiguos. El hechizo de las salinas del Gualicho donde una mujer niña que se perdió llora con tétricos lamentos en las noches sin luna, la coloración de las “piedras coloradas”, el fabuloso depósito de ostras  o el encanto  del Buque y el lugar más enigmático ahítos de viejas leyendas que nacen entre la fantasía y la historia: o sea el cerro llamado “Fuerte Argentino”, un lugar con mucha energía, numerosas historias y ámbito de fabulosas leyendas, donde se enseñorean el Santo Grial, los caballeros de la orden del Temple y hasta reducto de los nazis antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

El verano anterior después de hacer una escala en el cañadón de los pulperos, en las “Piedras Coloradas”, el Buque, el Sótano y el ya muy depredado “Cañadón de las Ostras”, llegamos al mismo pie del cerro El Fuerte. Y recordé las palabras del Génesis: “Descalzaos porqué  estáis pisando tierra santa”.

Por supuesto que el viejo camión Dodge guerrero llamaba fuertemente la atención. Los turistas presentes en el lugar nos miraban con algo de asombro y mucho de curiosidad.

Si damos crédito a algunos buscadores de leyendas a este extraño lugar, siguiendo el derrotero del Caballero Parsifal, llegaron transportando el Santo Grial, o sea la copa en que el señor Jesús tomó el vino en la Última Cena y que guardara su influyente amigo José de Arimatea, los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo del Rey Salomón”, para protegerlo y después –dicen- llevarlo hasta la más misteriosa meseta de Somuncurá, donde cerca de Telsen se puede apreciar la Puerta de Piedra, que guardaría estos tesoros perdidos.

Lo más extraño de todo es que un verdadero Caballero del Temple, un cruzado munido con su túnica con la cruz roja de brazos iguales, escudo y espada nos dio una larga charla sobre esta fantástica historia donde ni siquiera faltaron los nazis del Tercer Reich.

Nosotros aprovechamos para dar una caminata sobre la costa marina para estirar las piernas y para nuestra mayor sorpresa encontramos un pequeño cráter de forma redonda casi perfecta. Dicen los que saben –al decir de Jorge Luis Borges “pero Alá sabe más” donde el Santo Grial estuvo aposentado hay pozo de agua.

También, hay que decirlo, de cosas menores también vive el hombre, a la hora del almuerzo nos fue servido un apetitoso asado que yantamos con deleite.

En otra oportunidad cuando regresábamos a Las Grutas por el camino de la costa vi algunas ovejas bebiendo en el mar. Para mi sorpresa allí hay una vertiente de agua dulce, seguramente algún efluente de la Meseta de Somuncurá.

¿Qué nuevas sorpresas me deparará mi querido Las Grutas. No salgo de mi asombro: Condorito, el Unicornio Azul, la tortuga Manuelita, los loros barranqueros que son mis amigos.

Seguro –eso espero- en  cualquier momento hasta me encontraré con el mismísimo Rey de la Patagonia y de la Araucanía y ya nada me faltaría.

 Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

Reedición con actualizaciones propuestas por el autor

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