Una ausencia. Varios libros, un comisario mayor retirado y el maldito virus chino

 

Tratando de sacar un libro de uno de los estantes de mi biblioteca, se me cayó y fue a dar al suelo “De soledades y misterios”, de Jorge Daniel Cuelle, comisario mayor retirado de la Policía de La Pampa. Lo he tomado como un mensaje que me reitera algo que hace días tenía pensado; hacer un leve recordatorio de este amigo a quien el maldito virus chino se lo llevó, joven aún. Junto al libro mencionado están “Verdades a medias” y “Amenaza latente”, otras dos obras escritas por él.

La presencia de estos libros me trajeron su -para mi- sentida ausencia. Se extrañan sus bellas fotografías de aves, personas y paisajes, tomadas con mucha paciencia, merced a su ojo sensible y descubridor de lo bello y que plasmadas en Facebook nos alegraban los días al abrirlo y verlas.

Ya no está físicamente, pero traje dos párrafos de su libro “Verdades a Medias” para compartir, donde interpreto que a pesar de todo “sigue estando”. Allá van:

“Con la caída del sol tras la azulina cortina de caldenes que se levantaba hacia occidente, rápidamente se fue escondiendo la tarde invernal, dándole paso a las primeras oscuridades de la tarde y cuando el rojizo sol se ocultó por completo, huella, paisaje y cielo, fueron perdiendo su colorido hasta formar una difusa masa de sombras y el viento pareció dormirse con la llegada de la noche”. Una poética descripción de un atardecer pampeano.

“Ese caminar reminiscente, también me trajo como un halo del más puro esplendor imaginado, el nombre de mis amigos de la infancia, nuestras reuniones, aquellos cigarrillos fumados a escondidas. Ese primer romance de chico de trece años, cargado de temores y esperanzas, alguna rata al secundario, las primeras salidas y las viejas e imborrables canciones de Los Beatles. De pronto me di cuenta, que atrás había dejado todo un mundo, un universo de cosas cotidianas, de lejanos episodios, de nombres, de los sueños azules de la infancia, de un tiempo de esperanzas, de viejas rebeldías, de antiguas soledades y entonces supe de donde vengo. (Por ahí creo que anduvimos todos).

Como ex alumno de “La Rovitti” me enorgullece que Jorge haya pasado por sus aulas. No cualquiera es capaz de escribir ensayos y novelas.

La verdad es que lo añoro. Cariños Dorita, extensivo a hijos y nietos.

Texto: Roberto Cancio (Río Negro)

 

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