En Patagones, monumento recuerda a mujeres de marinos. ¿Quién fue Julia Dufour?

 

En el sector de la costanera de la ciudad de Carmen de Patagones cercano al muelle de lanchas, está situado un monumento en homenaje a las mujeres que despedían y esperaban en ese lugar a marinos y pesqueros que se embarcaban hace muchos años.

Aproximadamente después del año 1870, Julia Dufour, esposa del reconocido marino Luis Piedra Buena, nacido en Patagones, lo esperó a él y escribió varias cartas.

A ella y otras mujeres de la época nuestro sincero respeto y homenaje.

El Museo Emma Nozzi, de Carmen de Patagones, conserva cuatro cartas que Julia Dufour, que escribió desde Punta Arenas o Buenos Aires. Son apenas algunas hojas 17. Este capítulo no hubiera sido posible sin la inestimable colaboración del Museo Historia Ema Nozzi de Carmen de Patagones y de quienes allí cumplen mucho más que su función. A ellos y a la Lic. Estela Álvarez por su transcripción de las cartas mi reconocimiento.

Son 34 escritas de puño y letra de Julia que atesoran en su archivo, conscientes de su valor para la historia y para la investigación. Un archivo que la lectura puede traducir en experiencia.18 .También se pueden recuperar fragmentos del diario en la historia escrita por el Pbro. Dr. Raúl Extraigas.

¿Quién fue Julia Dufour? Se casó el 2 de agosto de 1868 en Buenos Aires con Luis Piedrabuena y se fueron a vivir a una casa que el marino construyó en la Isla Pavón, lugar en el que él ya se había instalado desde 1859. Tuvo cinco hijos: Luis, Ana María, Celestina, Julia, Elvira. El mayor falleció siendo un niño. Su estadía en el lugar más remoto del mundo y en tiempos tan lejanos hace que se la conozca como la primera mujer blanca que vivió en la Patagonia en el siglo XIX.

El Pbro. Dr. Raúl Entraigas se refiere a ella diciendo: “Fue no solamente la esposa de don Luis, sino la cariñosa compañera que había compartido con él su pobreza, sus angustias y su patriotismo”.

El biógrafo de Luis Piedrabuena, C.E Eyroa, la menciona en sus estudios y dice que la señora de don Luis llevaba un interesante diario del cual extrae lo referente al desembarco en la isla Pavón y a su presentación ante los tehuelches Allí, pasaron dos meses y luego zarparon rumbo a Punta Arenas, donde Piedrabuena dejó a Julia para ir a las Islas Malvinas.

Entraigas, transcribe una carta hallada por Eyrao, y que Julia escribió desde Punta Arenas a su cuñado Juan Richmond, para concluir que “Doña Julia, como se ve, se había identificado-no podía ser de otro modo- con los sentimientos e ideales de su esposo. En ella tiene las madres y esposas, no sólo patagónicas, sino argentinas, un magnífico dechado que imitar.

No es objeto de este análisis las interpretaciones del Pbro. Entraigas, por lo que solo lo citamos para dar marco a la representación que el relato histórico ha producido de la figura de Julia Dufour. Debemos explicitar una observación No es 18 Florencia Garramuño relaciona literatura y archivo cuando sostiene que “…estas literaturas apuntan a una idea de obra para la cual el propio concepto de obra sería inapropiado; una suerte de archivo de lo real despedazado parece emerger de estas prácticas que cabría nombrar, con Hélio Oiticica.

¿Quién fue Luis Piedrabuena? El teniente coronel de Marina Piedra Buena nació el 24 de agosto de 1833 en Carmen de Patagones, provincia de Buenos Aires y desde su infancia el mar ejerció un gran influjo sobre él. A tal punto que según cuenta la leyenda, siendo niño fue hallado por un capitán mercante llamado Lemón, a veinte millas de la costa tripulando una débil balsa que había construido.

El capitán Lemón lo llevó a Patagones, obtuvo el permiso de sus padres y embarcó a Piedrabuena como grumete de su barco que zarpó hacia los Estados Unidos. En julio de 1848, cumpliendo el itinerario de un viaje, Piedrabuena arribó a las Islas Malvinas para cargar víveres frescos y luego continuar la travesía hacia el Cabo de Hornos, llegando hasta las puertas del continente antártico con el objeto de cazar ballenas, regresando luego a Carmen de Patagones.

En 1849 realizó un viaje de Montevideo hasta Tierra del Fuego, como segundo oficial, para aprovisionar a los misioneros ingleses. Se hallaban a fines de ese año en la Isla de los Estados cuando la marea trajo a la playa los restos de un barco; el joven oficial salió mar afuera y regresó con 14 náufragos rescatados de una muerte segura. Esa iba a ser una de las principales características del marino. En 1850 es primer oficial de la goleta “Zerabia”.

Carga ganado lanar y vacuno para las Islas Malvinas. Siente la seducción de las tormentas y los peligros y llega hasta la Antártida. Navega toda la zona de los canales fueguinos, conoce a los indios de aquellas latitudes y en lonas blancas marineras pinta los colores nacionales y les obsequia una bandera argentina, tratando de inculcarles el sentido de la patria.

En 1854, Piedrabuena otra vez en los mares presta auxilio a 24 náufragos que estaban a merced del temporal; pocos meses después, a bordo de la goleta “Manuelita”, que le había cedido Smiley, rescata de la muerte en Punta Ninfas a la tripulación de la barca ballenera estadounidense “Dolphin”.

En 1859 remonta el río Santa Cruz y llega a una de sus más dilatadas islas a la que denomina “Pavón”, la cual le es cedida por el gobierno y en ella instala un reducto al que concurren los indios del lugar.

En 1860 concreta su máxima ambición, contar con su propio buque; le compra a su viejo maestro y amigo Smiley la goleta “Nancy”, que procede a armar para defender el territorio y las costas del sur patagónico, en tanto continúa salvando vidas. Penetrado de un sentimiento de contenido nacional construye, en 1862 en la Isla de los Estados, un 36 pequeño refugio al cuidado de los hombres de su tripulación y alza en él la bandera nacional.

En uno de sus largos viajes arriba a la Bahía de San Gregorio en 1863 y traba amistad con el cacique Biguá, lo trae a Buenos Aires presentándolo a las autoridades nacionales que lo designan Cacique de San Gregorio. La finalidad está cumplida y es prolongar la Patria y Piedra Buena obsequia a Biguá el pabellón de su barco, que ha dejado de llamarse “Nancy” para ostentar el nombre de un heroico marino criollo: “Espora”. En uno de sus viajes que llega hasta el Cabo de Hornos y graba en la mole del Cabo: “Aquí termina el dominio de la República Argentina”.

El Gobierno Nacional teniendo en cuenta sus méritos en defensa de la soberanía argentina en la Patagonia, le entrega el 2 de diciembre de 1864 los despachos de “Capitán honorario sin sueldo”. Transcurren los años y Piedrabuena sigue su labor de socorrer náufragos dejando a veces abandonados sus intereses comerciales y a la vez inculca a los indios que ellos son hijos de la República Argentina cuya soberanía deben defender.

Las navegaciones que realiza en las costas de la Patagonia, Malvinas y Tierra del Fuego son numerosas. Corre el mes de marzo de 1873 cuando viaja con la goleta “Espora” a la Isla de los Estados y allí lo sorprende un terrible temporal que abate la nave contra las rocas, produciéndose la pérdida de la misma.

Con los restos de esta nave y luego de una ardua tarea que le insumió 27 días de trabajo construye un pequeño cúter al que llamó “Luisito” y con el que navegó hacia Punta Arenas. Desde este punto volvieron a la Isla de los Estados salvando en esa oportunidad a los náufragos del buque “Eagle” y del “Dr. Hanson”.

El gobierno alemán premió el acto de arrojo y envió a Piedra Buena un magnífico anteojo-telescopio contenido en un estuche cuya plaqueta de plata rezaba: “Nosotros, Guillermo, por la Gracia de Dios Emperador de Alemania y Rey de Prusia: Consideramos esta caja como recuerdo de gratitud al capitán D. Luis Piedra Buena, del buque argentino “Luisito”, por los servicios prestados en el salvamento de la tripulación del Dr. Hanson naufragado en octubre de 1874″. Convencido el Gobierno Nacional de mantener una comunicación constante con las costas del sur como de asegurar el dominio del estado en aquellas regiones, le asignó a Piedra Buena una subvención para que con un barco bajo su mando pudiera prestar aquel servicio. Para ello adquirió la goleta “Santa Cruz” y realizó la travesía tocando Chubut, Deseado y Santa Cruz, llevando a su bordo al sabio explorador el perito Francisco P. Moreno.

De regreso de ese viaje, el 17 de abril de 1878 el gobierno le extendió los despachos de sargento mayor con grado de teniente coronel. En 1882, intervino con la “Cabo de Hornos” en la expedición científica a la patagonia meridional colocada bajo la dirección del marino italiano Giacomo Bove. El viaje tuvo una duración de ocho meses y reconoció como centro principal de observación la Isla de los Estados, que el gobierno había otorgado a Piedra Buena. Los trabajos continuaron luego en el canal de Beagle.

El 8 de noviembre de 1882 el General Roca, Presidente de la Nación, le confirió el grado efectivo de teniente coronel de la Marina de Guerra. Se aprestaba a efectuar una nueva navegación a la región, cuando lo sorprendió la muerte el 10 de agosto de 1883. El destinatario de las cartas es Isaías Crespo, quien fue su compadre, y el encargado de los negocios que tenia Luís Piedrabuena en C. de Patagones hasta alrededor de 1873.

Los datos que hemos presentado hasta aquí son una referencia necesaria para comprender el contexto de producción de las cartas y el escenario de la escritura. Sin duda, de por sí son un indicador de que estamos ante una mujer letrada, lo que para la época es un indicador de la clase social a la que pertenece Julia, de la misma manera.

Fuente: Maestría en Género, Sociedad y Política FLACSO-PRIGEPP Valor testimonial de la narrativa de mujeres de entre siglos Autora aspirante: Adriana L. Goicochea Directora de tesis: Nélida Bonacorssi

Esta publicación es parte de un extenso texto publicado por la autora

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