Viedma: Zapatero fabricó un paracaídas en 1929, se lanzó desde edificio y desapareció

Las colecciones de periódicos conservados en el Archivo Histórico de la provincia de Río Negro ofrecen tanto al investigador sistemático como al espíritu inquieto un muy valioso reservorio de datos del ayer, sobre hechos y acontecimientos de estas comunidades lugareñas. En sus hojas amarillentas, afortunadamente, quedaron registrados para siempre comentarios y variados acontecimientos de la época, como los de aquella histórica jornada de  presentación oficial del paracaídas fabricado por el zapatero Matías Espinach.

En verdad, algunas situaciones reflejadas en aquellas columnas parecen provenir del reino de lo increíble, como sucedió con aquella crónica publicada en el periódico “La Capital” en su edición del 29 de diciembre de 1929, titulada “Un día de gloria para Viedma y Patagones”, referida a un inventor local  y a la exitosa prueba inicial de un paracaídas de su invención.

Según la publicación, Don MatÍas Espinach, quien había ejercido en Patagones su oficio de zapatero, “se lanzó con el referido aparato desde lo más alto de la torre del colegio  salesiano de Viedma, ante la atenta mirada del numeroso vecindario que se había dado cita en el lugar”.

Cuenta “La Capital” que Espinach abandonó su oficio para dedicarse desde hace algún tiempo en forma exclusiva para perfeccionar un paracaídas de su invención. Además, el periódico menciona las dificultades y peripecias que sufrió Espinach por la falta de recursos y la ayuda que recibió del señor Cursing, del Aeroclub de Buenos Aires, quien contribuyó con mil pesos durante seis meses para la fabricación del aparato”.

Abundando en detalles “La Capital” sostiene que Espinach por intermedio de su  benefactor trabajó intensamente en los talleres de la firma Avenir, Sing y Cía. de Buenos Aires hasta construir el paracaídas cuyas primeras pruebas realizados en secreto dieron muy buenos resultados.

 Habiéndose decidido a realizar la prueba oficial viajó a Viedma acompañado por los ingenieros mecánicos Francetini de Bahía Blanca y Scherber de Buenos Aires, este último representante en la Argentina de la firma  Flabens Rus and Co. de Nueva York.

El periodista que no firma la nota expresaba su satisfacción por la presencia de niños que “dentro de pocos años, cuando sean hombres, y cuando se levanten por los aires tendrán el orgullo de decir que ellos presenciaron la prueba del aparato que ha de evitar innumerables víctimas”.

Y continúa la crónica que a las 7.25 se dio la señal y el señor Espinach desde lo más alto de la torre del colegio salesiano se lanzaba al vacío. Los corazones palpitaban con violencia, todos estaban poseídos de terror. ¿Fracasaría el aparato? ¿Se estrellaría el inventor’?

El periodista relata: ”A los dos minutos de haberse dado la señal apareció en lo alto el señor Espinach, saludó con la mano a quienes estábamos en el patio y… se tiró al espacio. Nuestros  corazones dejaron de palpitar, algunos caballeros que están presenciado la escena se desmayaron.”

 “El caso era emocionante, la pluma no puede narrar esos momentos terribles, hay que presenciarlos para sentirlos. Pero rápido, algo se abre, como si  un paraguas se hubiera partido en dos  y detiene al inventor en el aire: una exclamación de alegría primero, y de ¡¡hurra¡¡ después, mientras el señor Espinach desciende suavemente en el suelo”.

El semanario consigna un dato interesante, porque a partir de ese momento se pierden todos los rastros de aquel singular zapatero de Patagones. Y también puntualiza que  cuando el ingeniero Scherber, el representante de Fhlabens Rus And Co. le ofreció la suma de 800 mil pesos  por la patente de su invento pidió 30 días de plazo para contestar y desapareció de todos los lugares que solía frecuentar. (APP)

Texto: Omar Nelson Livigni, periodista de Viedma y Carmen de Patagones, actual director de la agencia de noticias APP

Título original de la nota: Matías Espinach, el zapatero que inventó un paracaídas

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