Esto sucede, según investigadores e historiadores a partir de 1879 tras el inicio de la Campaña al Desierto que comandó el general Roca, según lo planificado por el coronel Manuel Olascoaga.
Tanto se vinculan algunos de estos pueblos de la provincia de Río Negro con los fantasmas, que uno de ellos nacidos a raíz de la instalación de un fortín durante la campaña al Desierto, es Chelforó, cuyo significado es “esqueleto” o interpretado también como “Fantasma de hombre muerto”.
Como habitualmente sucede, los nombres de lugares, pueblos, parajes o sitios determinados siempre tienen vinculación – salvo los de homenajes a personas- con algún acontecimiento, suceso, accidente geográfico o elemento abundante en la región, como por ejemplo el de otra población de la provincia: Chichinales.
Según afirman distintos estudios, el nombre responde de acuerdo a la toponimia a la abundancia de “Chilca” del plural castellano de Chinchinal, por la abundante presencia de la planta conocida como Chinchin o Chilca.
De acuerdo a leyendas y relatos de investigadores, historiadores o particulares, es frecuente hallar cementerios abandonados de alguna antigua población ya desaparecida, o tumbas solitarias de un posible asentamiento vinculado con antiguas expediciones al desierto.
La sola presencia de estos testimonios de muerte provoca la posible aparición de fantasmas, ya sea efectivamente visualizados o imaginados, situación que en ambos casos provoca cierta inquietud no exento de una sensación terrorífica.
Hay testimonios que en distintos lugares del mundo se organizan peregrinaciones a cementerios y se ha comprobado que los visitantes o peregrinos se interesan sobremanera en leer los epitafios y especialmente las fechas del deceso y el nombre del muerto.
Por lo general, también es frecuente que al enterarse el visitante del nombre del allí sepultado, se intente vincularlo, ya sea por la fecha de su muerte o su nombre, con algún acontecimiento de la época o persona con su mismo apellido, como asimismo con hechos o circunstancias acaecidas en el lugar.
Pero sin dudas lo más seguro es que el visitante perciba una sensación de temor relacionado con un hecho concreto y desconocido.
Es muy probable, por lo tanto, que aflore algo místico y a su vez espeluznante y terrorífico que provocan los cementerios o tumbas solitarias, quizás por la cantidad de historias de fantasmas que surgen tras el misterio de la muerte o la otra vida, que invita a imaginarla y encontrar una razonabilidad.
Conviene destacar que existe una diferencia notable entre el cementerio de una gran urbe, con visitas constantes y una actividad intensa, respecto a aquellos que han quedado como vestigios del pasado y testimonios que atestiguan que allí hubo alguna vez una población que anunciaba un futuro que no fue.
En esas soledades de ahora afloran entonces los misterios, las creencias, la imaginación, como también la influencia de la soledad y el olvido, que inevitablemente provoca una dolorosa tristeza y con ella aparecen rondando los fantasmas como testimonios mudos, de la soledad, el olvido y el silencio.
Texto; Eduardo Reyes, escritor y periodista
Las Grutas, Río Negro
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