Una antigualla: Los juegos de mesa The Royal Ludo, La Perinola, La Lotería, Scrabel

 

Estos tiempos acelerados de la modernidad ha cambiando viejos usos y costumbres. Y muchas cosas que vivimos en nuestra infancia han sido arrumbadas en el baúl de los recuerdos.

En cada casa, por ejemplo, en las frías noches invernales, para amenizar las veladas, se enseñoreaban los juegos de mesa. Y en ellos participaba toda la familia y a veces hasta un grupo de vecinos. Y eran para nuestros ojos de niño, ciertamente apasionantes.

El escritor Isidoro Blaistein, en su ameno libro “El mago” (tengo en mi biblioteca un ejemplar de la primera edición), hermosamente ilustrado, glosa el juego del Ludo, muy difundido por aquellos años. Bajo el misterioso título de lo lúdico y lo infinito, escribe: “El psicólogo dijo: -Soy infinito.

El lúdico contestó: -Bestia inmunda. Sos lo pior que hay. Salgo tan poco. –Y siguió enfrascado en su juego.

El psicólogo dijo mostrándole el libro: -Mirá lo que tengo. En la tapa del libro podía leerse: The Royal Phisicologie in de rain of medicine in de United Rain. El lúdico quedó perplejo, anonadado. –Y ahora qué hago –pensó.

Entonces la magia lo salvó. Dio vuelta la caja de cartón donde estaba jugando y se la mostró al psicólogo. –Mira- le dijo.

El psicólogo miró. Vio la corona plateada en relieve, con letras también en relieve, enormes, en bodoni, sobre el brillante fondo carmesí, que decían: The Royal Ludo”.

Digamos, antes de proseguir con otros, que se conoce como lúdico “al adjetivo que designa a todo aquello relativo al juego, ocio, entretenimiento o diversión. El término lúdico se origina del latín “ludus”, que significa precisamente juego”.

Otro juego muy popular por aquellos años era el de un pequeño adminículo en forma de trompo manual llamado “perinola”, que hoy prácticamente son piezas de colección.

En cada perinola se puede leer: “Toma uno”, “Toma dos”, “Toma todo”, “Pone uno”, “Pone dos”, “Todos ponen”. Los jugadores reciben la misma cantidad de fichas o monedas y forman el pozo inicial aportando una ficha cada uno.

Uno de los juegos de mesa más populares fue el de la lotería, con sus cartones de diversos colores, sus bolillas numeradas y su respectivo bolillero que a mí me sabía recordar al tan temido que se usaba en los exámenes de la escuela secundaria. Pero sobre la mesa tenía otra función también de alguna forma relacionada con el azar.

Los premios de la lotería familiar son los siguientes: Ternos (opcional), Cuaterno (opcional), Quintina y Cartón Lleno el premio mayor. De los 48 se reparten tres cartones por cada  jugador.

Ya más elaborado y educativo es el “Scrabel” (tengo uno). “Es un juego de mesa en el cual cada jugador intenta ganar más puntos mediante la construcción de palabras sobre un  tablero de 15×15 casillas cuadradas. Las palabras pueden formarse, siempre y cuando aparezcan en el diccionario estándar, de forma horizontal o verticalmente y se pueden cruzar”.

Recuerdo aquellas partidas en Monte Hermoso con Jaime Naifleisch y con mucha nostalgia otras en nuestra casa donde solía participar mi querida madre.

Tal vez los más tradicionales sean el ajedrez (el juego ciencia) y el de “Damas”. Por supuesto para los orientales el “Go”.

Más señorial es el juego del “Backgammon” que es para dos jugadores que une el azar con profundos conocimientos estratégicos. “El objetivo es conseguir sacar fichas del tablero antes que el jugador rival.

Ya entrando entre los más modernos podemos citar “El monopolio”, “El Estanciero y otros similares donde se combina el sentido lúdico y la estrategia.

Yo, mientras tanto, más sencillo, simple y nostálgico saco el tablero y devanándome los sesos juego al “Tatetí”. ¡Que felicidad!!!

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta (Río Negro)

 

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