Niños cuestionan a los Reyes Magos. ”Están por venir en unos días y no te van a traer nada”

 

Cuando niños, todos sufrimos la amenaza extorsión de nuestro padres, a medida que se acercaban las fechas que los inocentes púberes sabíamos ser compensados con un regalo.

Esto solía suceder en fechas cercanas a la milagrosa llegada de los Reyes Magos, Navidad, Año Nuevo, Día del Niño, nuestro cumpleaños o alguna otra fecha que ameritara un regalo o presente, que nosotros esperábamos con no disimulada ansiedad, pero de las nombradas la que más expectativas generaba era la “llegada de los Reyes Magos.”

Esto, sin duda alguna, era por la remota posibilidad de poder verlos llegar, dejarnos el regalo solicitado y ansiado para de tal manera confirmar de su misteriosa existencia.

Nuestros padres aprovechaban entonces esa ansiedad que nos embargaba para exigirnos diversas actitudes, comportamientos y conductas, que consideraban debíamos observar para hacernos acreedores al ansiado regalo premio.

Estos acontecimientos que se acercaban, despertaban o exhumaban algunos de los míticos personajes con los que habitualmente se nos amenazaba para que diéramos cumplimiento a una abundante lista de requerimientos de nuestros mayores.

Figuraba entre ellos, claro está, lavarse bien las manos, los oídos, que hagamos los mandados, los deberes, que tuviéramos cuidado al jugar con la pelota, no vayamos a romper un vidrio, plantas o algún otro elemento de la vivienda, que cuidemos las zapatillas (Pampero) nuevas, la camisa, que no nos olvidemos de regar  la huerta, los frutales y otras plantas, que demos alimentos a las aves y tantas otras tareas y responsabilidades que teníamos asignadas.

Tras recordarnos todas las obligaciones que se nos habían asignado cumplir, se reforzaban las mismas con una severa advertencia  que sonaba, o por lo menos nosotros  interpretábamos como amenaza extorsiva: “Mirá que si no, los Reyes Magos no van a pasar”. La misma extorsiva amenaza se repetía también ante la llegada del día del niño, el cumpleaños o los festejos de Navidad y fin de año, pero como ya lo adelantamos  la que más nos afectaba era de los Reyes Magos.

Mi amigo Lalo trajo una tarde al potrero, donde jugábamos al futbol, nos reuníamos para hablar de nuestras cosas de chicos y planificábamos futuras acciones o travesuras, este  tema para debatirlo. Afirmaba Lalo que él consideraba inapropiado o injusto las amenaza o extorsiones que recibíamos al sostener que esas eran fechas de un calendario existente y que correspondía a una especie de homenaje o reconocimiento a los niños, que no merecían ser discutidas, no obstante –dijo- es necesario que tengamos una posición clara y contundente al respecto.

Lalo tenía sus razones, porque era habitual en el barrio escuchar a Elsa, su madre, ordenando que se prepare para ir a la escuela, que vaya hasta el almacén de Don Nemesio, que traiga el pan, que de comer a las gallinas, que lustre sus zapatos y cuanta cosa necesitaba o se le ocurría y entonces ordenaba a Lalo, con el agregado final; “y apurate, que los Reyes Magos están por venir en unos días y no te van a traer nada.”

El resto de la barra de “purretes”, en aquel entonces, prestamos atención al análisis o evaluación de la situación, que con argumentos concretos expuso Lalo sobre el controvertido tema. Entre otras razones, Lalo manifestaba además con preocupación y enojo que se sentía extorsionado y agredido, al considerar que sus progenitores aprovechaban la proximidad de la fecha de llegada de los Reyes Magos, para sumarle tareas y responsabilidades, bajo la amenaza que si no las realizaba, los misteriosos personajes y sus camellos no llegarían con sus regalos.

El amigo Lalo argumentaba en su evaluación que las exigencias y amenazas tendrían que ser cosas de los padres, “yo no escuché a los Reyes – afirmaba – que hagan saber sobre las condiciones exigidas para dejarnos el obsequio.”

Expresaba que si eran tan buenos que andaban por el mundo trayendo regalos para los niños, como iban a poner entonces condiciones y obligarlos a realizar más tareas de las que hacemos cotidianamente, como concurrir a la escuela,  cuidar la ropa y los útiles, hacer los deberes  y colaborar con algunas tareas del hogar, para recibir el premio de su generosidad.

Tras los argumentos y explicaciones de Lalo, la mayoría nos manifestamos de acuerdo, reforzando sus teorías con algunas opiniones coincidentes y no digo que nos declaráramos en rebeldía, pero si decidimos adoptar una firme postura en hacer valer los derechos que nos consideraba merecedores del obsequio.

La estrategia consistió entonces en trasladarle el problema a nuestros padres, ya que acordamos que cada vez que se nos amenazara con la pena o sanción que no llegarían los Reyes Magos para dejarnos el regalo, expresaríamos con seguridad; “y bueno que no pasen, que no me dejen nada, yo no estaré al servicio ni las ordenes de los antojos de los  señores Reyes Magos, que no me dejen nada, porque al final no son tan buenos como dicen”. “Si no me quieren dejar nada, que no me dejen, si hacen eso me quedaré con la desilusiòn de haber creído en ellos durante años y ahora me vengo a enterar que eran unos mentirosos e incumplidores”. “Entonces – prosiguió Lalo – no traen  regalos, traen cosas para canjearlas con las tareas que debemos hacer y a mi me parece que así no es la cosa, agregó Lalo.”  “No así  no, así no quiero nada, por lo tanto si quieren dejarme un regalo bien y sino que se los lleven a donde les parezca, porque así obligado, amenazado, extorsionado, no quiero nada…”

Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas – Río Negro

 

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