La bota de potro de gauchos. “No está muy claro el origen de ese elemento”

En el interesante libro “Ameguínia, del imperio del viento a la Patagonia industrial”, del doctor Pedro Hurtado, podemos leer eruditos artículos sobre nuestra querida comarca desde la prehistoria hasta una nueva Patagonia industrializada, tocando muchos aspectos, científicos y culturales de interés no sólo para los especialistas sino para el público en general.

Para el caso que nos interesa, pasaré a transcribir un texto del capítulo XXXIV “Los cazadores de las pampas” sobre la bota de potro.

Dice el autor: “Entre los pampas y los tehuelches, con el advenimiento del caballo, se impuso el calzado de una bota natural, entera, que se obtenía desollando el corvejón del yeguarizo, sin cortar el cuero, es decir cuereando en manguito, como se hace con la cola de vaca para “retobar el rebenque”.

“Se cuerea desde el nacimiento de la pata, hasta la caña o metatarso, en una extensión suficiente. Se da vuelta como un dedo de guante, y se calza fresca con el cuero hacia adentro, para que al secarse se retraiga “retobándose” sobre la pierna y el pie. Se recorta debajo de la rodilla y a nivel de los dedos del pie dejándolos afuera. La limpieza o descarne se realiza raspando el cuero con el cuchillo”.

El calce era perfecto, y ya no se sacaba más. Es decir que no se descalzaban hasta su desgaste o rotura”.

“En la parte superior, por encima de la pantorrilla, la sujetaban con un tiento (pampas y gauchos),

o una cinta tejida en colores vivos con lana o pelo (tehuelches)”.

“Se dejaban los dedos afuera, pues el indio usaba por estribo una guasca simple, en la que estribaba entre los dedos gordo y segundo, mediante el “botón pampa”.

“También en la pelea cuerpo a cuerpo con las boleadoras, pisaba la bola menor, pasando el ramal por entre los mismos dedos con que estribaba, y que tenían un gran desarrollo por ese motivo. Tomaba las otras dos ramas en sendas manos, y las manejaba con rara habilidad”.

“Esta bota de potro, la usaban indistintamente ambos sexos, y también los niños. Para estos últimos, se usaba el cuero de las patas delanteras de los guanacos o las traseras de los pumas”.

“Cuando los gauchos asimilaron este calzado, le abrieron un corte de arriba abajo, en la cara externa, que luego ajustaban con un tiento y ojales, y además le cerraban la punta, dejando los dedos adentro, pues ellos estribaban a la europea, aunque entrando en el estribo solo los dedos. Para lo que hacían los estribos estrechos, de modo que no pudiera entrar el pie más adelante. De este modo evitaban ser atrapados en las caídas. Además, así las podían sacar para lavar el pie, pues siempre tuvieron el prurito del aseo personal”.

En una amena nota publicada en el diario “La Nación” se aclara que “no está muy claro el origen de la bota de potro. Hay quien sostiene  que los indios de nuestro país ya las usaban previo a la conquista (no eran de caballo obviamente, ya que fue introducido por los españoles), otros que es fruto del ingenio gauchesco rioplatense y, según Fernando Assuncao en su célebre libro “Pilchas Criollas”, propone que se trata de una herencia de los arrieros peninsulares de mulas, asnos y burros, probablemente de las provincias españolas de Asturias, Galicia y León. Esta última parece ser la teoría más lógica”.

Hoy podemos decir que las botas de potro solo están presentes en los desfiles camperos, en los concursos de aperos y en las jineteadas, que de paso, no es lo mismo que las domas.

Y daremos punto final a esta breve nota porque como dice el refrán “no es para todos la bota de potro”. Y sobre este refrán convendría citar a la investigadora Kela Merino que en su libro “Refranes, dichos y otras yerbas” nos dice que “La bota de potro es una bota liviana que se confecciona con el cuero de la mano de los animales yeguarizos, sólo la usan paisanos muy de campo, algunos jinetes, domadores, etc.; dato que utiliza el refrán para destacar que ésta no es para todos. Y da el siguiente ejemplo: “Un señor sale rápidamente en un automóvil deportivo que le ha prestado un amigo. En la primera curva importante está a punto de estrellarse. Su acompañante le dice: -Te dije antes de salir que estos autos no son para cualquiera. Casi te lo ponés de sombrero. Como dice el refrán “no es para todos la bota de potro”.

 

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

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