Los  primeros en llegar al continente y nuestra región. ¿Y los tehuelches y mapuches?

 

Según lo aseguran historiadores e investigadores, los primeros habitantes del continente ingresaron por el Norte de América hace aproximadamente diez mil años.  Las mismas informaciones afirman además que habían llegado de Asia hace alrededor de 13.000 a 15.000 años.

De acuerdo a la misma fuente, estos primeros habitantes que arribaron a la región eran nómades dedicados a la caza, como a la recolección de vegetales silvestres y hasta practicaban algunas actividades hortícolas a pequeña escala, y eventualmente la pesca. Contaban ya con su organización conformada por bandas con autonomía compuesta por algunas decenas de integrantes con un líder, cuya autoridad respondía al consenso y no a la imposición.

Eran sociedades igualitarias, solidarias, sin que se distingan jerarquías con un elevado grado de solidaridad, donde se destacaba el compartir los alimentos, establecidos por reglas precisas.

Estos grupos, según la documentación existente, habitaron los sistemas serranos de Tandilia, Ventania y también la llanura interserrana hasta nuestra región.  Entre las características que se destacan de estos pobladores, es la total ausencia de animales domésticos, a excepción de algunos perros que eran utilizados como colaboradores en las tareas de caza.

Antes de continuar desarrollando aspectos de la vida, costumbres, cultura y organización de los primeros habitantes de nuestro suelo, no podemos dejar de señalar o destacar, que aquellos hombres se manejaron con principios sólidos sobre convivencia, que parece que el tiempo nos ha hecho olvidar, descartar o dejar de respetar, ya que afianzaban la solidaridad, el consenso y el respeto, lo que lamentablemente en muchos casos en la actualidad se soslayan.

Posteriormente, ya entrado el siglo 16  cuando llegaron los españoles, distintas etnias indígenas se encontraban habitando el norte de la Patagonia y una amplia región pampeana.  Obviamente, cada una, con su lengua, cultura, creencias religiosas, costumbres, formas de comercializar, armar alianzas, en especial para enfrentar conflictos que generalmente se relacionaban con el dominio de zonas de caza y en especial por el control de aguadas, salinas y rastrilladas.

Es necesario destacar que junto con la llegada de los españoles, se produjo también el arribo de un elemento, que sin lugar a dudas produciría un cambio notable y si se quiere o prefiere, hasta revolucionario en los habitantes, como  fue el caballo.

Los pueblos existentes en esa época tuvieron la oportunidad entonces, con la llegada de este noble animal, de  ampliar el área de acción tanto para sus actividades de caza, comercio, como también las tácticas de guerra.

Los cronistas de aquellas épocas comenzaron a describir a “las sociedades a caballo”, con actividades y costumbres muy diferenciadas de las “primitivas a pie.”

Los mismos historiadores y cronistas sostienen que  a partir del siglo XVII se vivió un proceso de transformación que consideraron tanto cultural como linguístico y llamaron “Araucanizaciòn” con el incremento de intercambios entre araucanos (mapuches) y tehuelches.

Otros autores sin embargo consideran que no hubo tal intercambio, sino un avasallamiento violento y criminal con agresividad manifiesta al advertir los chilenos, las riquezas existentes en esta región que se apoderaban o robaban, para ser más precisos, tras el asesinato de miles de habitantes tehuelches.

De tal manera, los mapuches ocuparon en oleadas violentas y agresivas el Norte de nuestra Patagonia y parte de la Llanura Pampeana, como ya adelantamos, atraídos por la riqueza ganadera, tanto vacuna como equina.

Para ese entonces, los tehuelches era proveedores de distinto alimentos, provenientes principalmente de la caza, a distintas colonias asentadas en la costa atlántica de la Patagonia, como los galeses con quienes negociaban también cueros, plumas y otros elementos. Lejos se estaba de considerar a un  territorio en guerra entre blancos e indios, como pretendieron hacer creer algunos historiadores, ya que esas negociaciones llegaban y hasta involucraba a comerciantes de Punta Arenas.

En ese entonces, 1830 aparece en escena Juan Calfucurá, chileno araucano, cacique mapuche de origen moluche, de estirpe Pehuenche de acuerdo a la opinión del Dr. Rodolfo Casamiquela, quien centró su actividad en Argentina, en áreas habitadas por pueblos indígenas de la región Pampeana y la Patagonia, tentado por las posibilidades que ofrecían las riquezas de estas tierras.

Claro que antes de acceder a esas riquezas, especialmente ganado ovino, vacuno y caballar,  como ya lo adelantamos, se dedicaron a eliminar tehuelches, para disponer de la hacienda que por miles de cabezas cruzaban a Chile. Calfucurá en su accionar tuvo que atravesar distintas etapas como arreglos y desarreglos con Juan Manual de Rosas, quien gobernaba la provincia de Buenos Aires, al igual que otras tribus como Borogas,  Ranqueles, Huiliches, tehuelches septentrionales y otras, pero eso es otra historia, a la que nos vamos a referir en una próxima entrega, especialmente en lo que respecta a la convivencia entre ellas, a veces pacifica y otras no tanto, que tuvieron su asentamiento en esta región.

Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas

 

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