Sálvese quien pueda: “Los funcionarios no funcionan. Los políticos hablan pero no dicen”

 

Hay algunos escritores y poetas que avizoran el futuro. Así lo fue con el Dante, con Erasmo, con Rimbaud y tantos otros. Es que vate viene de “adivinar”, de “ver más allá”. Y esos raros dones no son sólo patrimonio de los escritores, sino de los artistas en general.

Algunos, como Miquel de Nostradamus, que era fundamentalmente un poeta, autor de las famosas “Centurias”, Otros como Aldous Haxley imaginaron el mundo ¿feliz? del  futuro.

Hay hoy sobre el mundo y los países un clima de opresión económica como el aliento del Anticristo que se lleva todo sin dejar dividendos. Y el “sistema” alentado por políticos inescrupulosos se enseñorea a diario inmiscuyéndose en la vida de los pobres ciudadanos, que desde la muerte del gran Euclides ya no tienen más leyes seguras porque han perdido las medidas y los valores.

La guerra –siempre condenable- galopa sobre la vieja Europa como el terrible jinete del Apocalipsis que soñó Juan en la isla de Patmos. El hambre, ese otro flagelo, se desboca por territorios y países.

Y acá, en los confines del mundo, caído de toda cartografía, el drama de nuestra Patria se exhibe en toda su descarnada realidad. Pareciera que todo nos abrumara, que hemos perdido la brújula y que solo atinamos a mirar por el ojo de buey nuestra propia decadencia.

El uruguayo Eduardo Galeano en “El libro de los abrazos” narra en tres breves párrafos la tragedia de nuestros, donde todo está sometido a la voluntad omnímoda del sistema.

 Por eso dijo: “Los funcionarios no funcionan. Los políticos hablan pero no dicen. Los votantes votan pero no eligen. Los medios de información desinforman. Los centros de enseñanza enseñan a ignorar. Los jueces condenan a las víctimas. Los militares están en guerra contra sus compatriotas. Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos. Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan. Es más libre el dinero que La gente. La gente está al servicio de las cosas”.

Y continúa diciendo que  es “el tiempo de los camaleones: nadie ha enseñado tanto a la humanidad  como estos humildes animalitos, Se considera culto a quién bien oculta, se rinde culto a la cultura del  disfraz. Se habla el doble mensaje de los artistas del disimulo: doble mensaje, doble contabilidad, doble moral: una moral para decir, otra moral para hacer. La moral para hacer se llama realismo. La ley de la realidad es la ley del poder, Para que la realidad no sea irreal, nos dicen lo que mandan, la moral ha de ser inmoral”.

“Quién no se hace el vivo va muerto. Estás obligado a ser jodedor o jodido, mentidor o mentido. Tiempo del qué me importad el qué le vas a hacer, el no te metás, el sálvese quién pueda. Tiempo de los tramposos: la producción no rinde, la creación no sirve, el trabajo no vale. En el río de la Plata llamamos bobo al corazón. Y no porque se enamora: lo llamamos bobo por mucho que trabaja”.

Pero creo que lo más importante es vivir de pie y con un enorme compromiso y respeto por el prójimo y por –como decía Sábato- la sacralidad del ser humano.

Porque el tiempo es un gran trabajador y en la perspectiva de los años y la historia se sabrá quién ha sido fiel y consecuente con sus ideas, y porque como supo decir el propio Galeano: “Después de la creciente a un lado quedan los bagres y al otro las tarariras”.

Ezequiel Martínez Estrada, con sus libros también avizoró el fututo que nos esperaba y no dejó lugar a la esperanza; “Para encontrar la salida a las tragedias argentinas –supo decir- debiéramos conocer el mapa de la cárcel donde estamos confinados. Si lo tuviéramos, podríamos matar al gendarme. Pero no hay mapas, Quizá ni siquiera hay gendarmes. Todo lo que nos queda entonces es sentarnos a la puerta de nuestra celda y ponernos a llorar”. Y este vaticinio lo escribió en su casona de Bahía Blanca hace más de cuarenta años. Para pensar.

Texto: Jorge Castañeda

Escritor –  Valcheta (Río Negro)

 

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