Con la “Negrita”, viaja por rutas del país. A veces, desde Las Grutas por la 23

“¡Cuánta soledad en esta tarde, Negrita!  ¡Tanto tiempo andando juntos!  Próximo a tu inexorable partida recuerdo cuando te conocí. Estabas parada en la puerta de aquel negocio imponente y virginal. Tu hermosa pinta aguardando manos para caminar el futuro. Tu cuerpo enervado reclamando el calor de otro cuerpo”.

“Esa noche el deseo de poseerte espantaba mi sueño. Cuando al fin pude dormir soñé que recorríamos pecho al viento arenosos caminos. Cerros y lugareños nos miraban pasar con asombro”.

“Qué interminables los días hasta lograrte y cuánta felicidad al salir juntos por primera vez. Fuimos a la Costanera ¿Te acordás?  Los pescadores (temerosos que espantáramos el pique) miraban torvamente nuestra euforia. ¿Y cuándo al cruzar aquel semáforo en rojo de Alem y Córdoba casi nos pisa un camión?  ¡Qué locos distraídos!  Al llegar a casa no le gustaste mucho a los viejos. Y al llevarte a mi piecita me hicieron sentir que le molestaba. ¡Cosas de padres! No comprendían el momento que yo vivía. Después llegaron los largos paseos. Mañanas de sábados preparándonos para la tarde y a veces la noche… Todavía recuerdo con bronca aquel porrazo que nos dimos en el camino a Ezeiza. Los celos que sentí cuando te levantó aquel flaco porque yo no podía moverme debido al golpe en la rodilla”.

“Ahora debemos separarnos. ¡Quién llenará sus horas con tu compañía!  ¡Quién te mostrará horizonte que no te mostré! ¡Cuánto tiempo juntos, negrita, desde que te conocí en la puerta de aquel negocio y cuánta soledad en esta tarde!

“Adiós negrita. Adiós mi querida motocicleta”.

Este hermoso texto pertenece al prestigioso escritor de Buenos Aires Oscar González, de su libro “Entre arcángeles y lobizones”.

Y está dedicado a mi amigo del alma Jorge Íncola: escritor, herrero, pintor de letras y sobre todo ¡motoquero!

Viajan por  las rutas del país en alguna de sus dos motos y a veces desde Las Grutas se viene por la 23 a visitarme, comer un buen asado y tomar unos vinos.

Ha escrito también varios relatos sobre motos, talleres y fierros.

Pero hay una notable coincidencia: una de las motos de Jorge se llama, al igual que la de Juan Carlos, para mayor sorpresa: “la Negrita”.

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

Reedición

 

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