Las luces malas de Nahuel Niyeu. Un misterioso fenómeno en la Línea Sur

La aparición de luces malas está incorporada al imaginario colectivo de los argentinos, en especial al de los pobladores de las zonas rurales que las transmiten boca a boca en contadas de fogones o bien que las han sufrido como protagonistas.

Por supuesto que para los “refutadores de leyendas”, al decir de Alejandro Dolina, son solamente luminiscencia de metales o de huesos enterrados.

Según los relatos que son muy variados y de muchos lugares, las mismas se aparecen siempre de noche y se elevan y descienden en forma vertical posadas en el mismo lugar, pero según otras versiones se desplazan a gran velocidad y suelen acompañar a los vehículos, cuyos pasajeros se asustan sobremanera.

Los grandes descampados de la Patagonia son tierra fértil para este tipo de apariciones, que para el hombre de campo no son ninguna novedad y las atribuyen a una gran variedad de causas, por ejemplo que en tal sitio ocurrió alguna desgracia (es famoso el lugar donde un boyerito de las tropas de carros por accidente murió bajo una de sus enormes ruedas) o bien ya apelando al panteón mapuche afirman que son los mismos anchimallenes que rondan maléficos para hacer daño.

Lo cierto que las misteriosas luces malas han sido glosadas por los payadores (las del estancia del “Indio muerto” es una de las más difundidas, gracias a las logradas décimas de su autor), por la literatura y por la tradición oral que las enriquece generación en generación hasta convertirse en verdaderas leyendas.

Hace unos años en una travesía desde el Valle Medio hasta Valcheta por la ruta del Gualicho, una de esas enormes bolas luminosas acompañó la marcha del vehículo en el que viajaban un grupo de docentes. ¡Gran susto de todos!!

Algunos aseveran que en un paraje aledaño a la localidad de Los Menucos las fatídicas “luces malas” se enseñorean durante las noches cerradas sin luna y cualquiera las puede observar.

La Región Sur, especialmente, alimenta este tipo de apariciones que muchos viajeros dan fe de los encuentros que han tenido con ellas y que algunos han sido tan temibles y persistentes que durante muchos kilómetros estas luces acompañaron sus vehículos, incluso llegando a detenerse cuando los mismos se detenían.

El Bajo del Gualicho suele ser el ámbito preferido de estos entes luminosos siendo visibles sus apariciones en forma casi regular, haciendo honor a la entidad que da nombre al lugar.

Algunos aseveran que salen de la misma Salamanca donde aprendió a tocar la guitarra Bernabé Lucero para asustar a los incautos con su presencia fantasmal. La gente dice que son “espantajos”, meras apariciones; otros ni se inmutan y siguen su viaje como si nada pasara.

Pero lo cierto es que en el paraje Nahuel Niyeu, precisamente donde corre el pequeñísimo hilo del arroyo homónimo (donde iban a beber los tigres) estas luces malas son frecuentes y muchos las han visto (incluso mi padre) asentar sus reales y apoderarse muy orondas del lugar.

¿Significa algo la aparición de luces malas? ¿Son minerales subterráneos? ¿Son fosforescencia de huesos? ¿Existe en el lugar algún Chenque con enterramiento de platería? ¿Algo nos están advirtiendo?

Lo cierto es que, al decir del escritor peruano Manuel Scorza, a veces los seres humanos y eso desde la época de los griegos viajamos del mito a la realidad y viceversa.

Pero si el viajero se atreve a transitar de noche por la ruta 23 y arriba al puente destruido de Nahuel, no tenga miedo, esas entidades no afectan a los hombres de buen corazón. Eso sí, si escucha los gritos de una niña y el llano de su madre, no se asuste, provienen del jagüel donde la infortunada joven se cayó y allí quedó para siempre en sus profundidades. Pero eso es otra historia.

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

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