Odisea de dos matrimonios de Allen y Roca por atenciones médicas en Bolivia y Chile

 

Un matrimonio de Allen sufrió una pesadilla durante más de un mes en Bolivia. Sonia y Pablo Belich salieron de viaje en enero para empezar el año a pleno; recorrieron Argentina, Chile, Bolivia y Perú en camioneta, pero a la vuelta en el paso fronterizo les decomisaron el vehículo, que prácticamente estrenaban en esa travesía.

Además, les iniciaron una causa en Bolivia por el contrabando del rodado y se quedaron varados, viviendo en un hotel salteño 42 días.

La aventura de la maestra jardinera y el mecánico comenzó el 3 de enero, cuando se subieron a su Ford Ranger para llegar a Machu Pichu. Lograron su objetivo, pero todo se empañó al final. En el viaje de regreso, ingresaron a Bolivia desde Perú, realizaron los trámites de migración y el encargado en ese momento del puesto aduanero les recibió los papeles, los devolvió y ellos siguieron camino.

“No había barreras ni nada, nosotros entendimos que ya estaba todo listo y que podíamos continuar. Cuando llegamos a la Aduana para entrar a Argentina el 3 de febrero, nos dijeron que los papeles no eran los que debíamos entregar y nos negaron el paso. Decomisaron la camioneta pero, por suerte, nos dejaron sacar nuestras pertenencias. Fue un momento de nervios, angustia y llantos porque no entendíamos nada. La causa fue caratulada como contrabando”, explicó Sonia.

Cruzaron la frontera a pie y se instalaron en el Hotel Internacional de Salvador Mazza, en la provincia de Salta. Después volvieron al paso fronterizo Desaguadero a 1700 kilómetros de distancia; tomaron un colectivo, un avión y hasta un taxi pero cuando llegaron les dijeron que no había nada por hacer y que ya había pasado mucho tiempo.

“Volvimos y la luchamos, fue un arrebato total. Durante ese tiempo nos enteramos de que a una pareja de jubilados de Córdoba le había pasado lo mismo. Empezamos a llamar a familiares y tocar contactos, llegamos a muchos políticos, no lo vamos a negar. Finalmente, logramos tener nuestra camioneta de vuelta y pudimos volver a casa. Fue una negligencia compartida, nosotros tampoco sabíamos cómo era y no volvimos a preguntar, pero ellos tampoco nos dijeron nada”, sentenció.

Además de la ayuda recibida por conocidos de la pareja, en el caso intervino el embajador argentino en Bolivia, Normando Álvarez García; los cónsules argentinos en Yacuiba, César Faez y Javier Cerbelli; la Aduana argentina en Salvador Mazza; el senador Miguel Ángel Pichetto; la diputada nacional Lorena Matzen; la intendenta de Allen, Sabina Costa, y la abogada jujeña María del Carmen Miñan. Sonia, la damnificada, dijo que “fue el primer caso en el país en el que se logra recuperar un vehículo decomisado”

Odisea de un vecino de Roca que se enfermó en Chile

Ramón Astorga (52) es comerciante en Stefenelli, Roca. El 2 de enero pasado partió a Cunco, Chile, junto a su mujer, Rosana Peña (51). Abrieron una hostería en Chile, se instalaron en Cunco pero su vida en el pueblo de montaña de ensueño se volvió una pesadilla cuando Ramón se descompensó.

Tuvo descomposturas de hígado y síntomas de infarto y, finalmente, le dignosticaron  pancreatitis, por lo cual vivió un gran malestar y quedó preso de un sistema de pago, que le demandó el desembolso de más de 104.808 pesos

“El factor más embromado fue que éramos argentinos”, cuestionó Ramón, quien incluso mantiene fuertes lazos con el país vecino: es hijo de chilenos, asiduo turista e incluso tenía el trámite la doble nacionalidad.

Todo comenzó a mediados de febrero pasado. “La madrugada del viernes 16 fue el primer episodio, tenía un dolor muy fuerte, incluso le faltaba la respiración. Le pusieron por suero un calmante y nos mandaron a la casa sin un diagnóstico”, recordó Rosana, que volvió a llevar a su marido dos veces más: el 23 de febrero y al día siguiente la tercera vez.

“Siempre el mismo procedimiento, no se hacía ningún tipo de análisis para saber de dónde provenía el malestar. Todo tenía un costo, y lo íbamos pagando. La última vez tenía síntomas de infarto, me dijeron que la placa tenía un costo, y yo no disponía de dinero chileno. Tuve que ir a cambiar y volver para que lo atiendan, todo era así”, agregó.

El próximo episodio fue el más severo que atravesó Ramón. “Decidimos volver al hospital, estaba muy mal. Nos dijeron que no volvamos más, que fuéramos a un centro particular, eran las 17 y ya estábamos decididos a volver a Argentina por este tema, pero no llegábamos a cruzar la frontera. Fuimos al hospedaje a preparar todo para salir a la mañana temprano y se descompuso nuevamente a la 1 de la mañana, tenía 22 de presión”, explicó la mujer, quién rápidamente lo subió a un auto y se fue camino a Temuco, distante 45 kilómetros.

“Sin saber direcciones, con él en ése estado de gravedad, buscando una clínica que me habían dicho. Me perdí, no es fácil ubicarse en esa ciudad tan grande de noche y en esa situación. Llegamos y lo asisten enseguida. Le hacen un laboratorio y estudio por contraste, y ahí se sabe que es una pancreatitis aguda”, resumió Rosana.

“Ahí me llaman y me dicen que ‘acá viene la parte oscura’ y me llevan a la caja. Empiezan a hablar de los costos, tenía una tarjeta de crédito, pague dos millones y medio de pesos chilenos, aproximadamente unos $ 80.000 en un pago

Ramón permaneció dos días internado. “Todo profesional que ingresaba a la habitación facturaba, desde enfermeras a kinesiólogo y especialistas. La atención era muy buena pero la parte monetaria era inaccesible”.

“Nos sentíamos privados de la libertad de elegir, tener que hacer eso porque no había opción, nos decían extranjeros. Todos muy fríos, cero solidaridad”, sostuvo el matrimonio.

La familia resolvió un traslado a Argentina. “Cruzando a Las Lajas al menos ya cambiaba el panorama, estando en Argentina todo iba a cambiar”, sostuvo Rosana.

Una ambulancia partió desde Roca hacia Temuco a buscarlo y lo trajo directo al hospital López Lima por 24.000 pesos. El viaje fue de riesgo, 12 horas junto a un enfermero, y Ramón con vómitos, la presión por las nubes, pero no nos quedaba otra”.

Una vez en Roca estuvo en terapia intensiva dos días y en la Unidad de Vigilancia Intermedia los 17 siguientes. “La enfermedad es tan grave que nos dijeron que el 90% de las personas fallece”.

“Nosotros ingenuamente pensamos que como acá ellos libremente vienen a trabajar nosotros podíamos ir allá, pero no es recíproco”, cuestionó Rosana.

TEXTOS: DIARIOS LA MAÑANA DE CIPOLLETTI Y RÍO NEGRO

 FOTO: DIARIO RÍO NEGRO

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