Valcheta y el cacique tehuelche Sacamata. Hubo presencia de toldos en el Valle

 

 

Según se narra en una nota del teniente coronel Lino Oris de Roa al general Lorenzo Vintter, fechado en el año 1883, el cacique tehuelche Juan Sacamata estuvo afincado por aquel tiempo en el Valle de Valcheta junto a la tribu de Pichalao.

Carlos Sacamata en su interesante y ameno libro “Linaje Sacamata” confirma el dato escribiendo que “en esa época y posteriormente encontramos en abundantes citas de la presencia de toldos de Sacamata en la zona de Valcheta, en Río Negro, así como la posibilidad de que se haya instalado por la zona de curso inferior del río Chubut, en lo que después fue Fortín Villegas. Una explicación sería que en determinado momento el grupo se haya separado: por un lado el viejo Kajhta, que siempre permaneció en la zona del río Tecka y por otro lado su hijo Juan Sacamata que es visto con su grupo, en la zona de Valcheta, entre 1880 y 1888.

Creemos que esta presencia tan al Norte y al Este explicaría también el topónimo de la zona del antiguo Fortín Villegas, ya que pudieron haber recorrido el área antes de instalarse en Valcheta. Por otro lado, recordemos el parentesco de Sacamata con Antonio Liempichun y que este cacique en 1865 es visto por Claraz en la zona de Talagapa”.

Agrega Carlos que “en síntesis, si consideramos las distintas posiciones de las tolderías de Sacamata, vemos que según los topónimos y datos de viajeros es evidente que han estado por todos lados como bien lo señala Harrington”. Pero si se sabe con más certeza su estadía en el Valle de Valcheta confirmada por distintos investigadores.

Por ejemplo, el mismo Harrington consigna en el año 1880 la presencia de las tribus de Juan Sacamata y de Andrés Pichalao.
Por su parte, el padre Domingo Milanesio informa a sus superiores que “Hay dos tolderías que pertenecen a los caciques Andrés Pichalao y Juan Sacamata. Estos indios, por su índole pacífica y bastante laboriosa, son de los más ricos en hacienda que yo haya hasta ahora conocido. Pero como todos los demás no saben de agricultura. Sacamata tiene unos cuarenta años y una numerosa familia, con hermanos y hermanas”.

“Su semblante lo califica como una de las familias primitivas del desierto. Habla con elocuencia, deslumbrando admirablemente la atención de los oyentes. Conoce a la perfección el idioma tehuelche que usan los indios del Sur de la Patagonia, cuya naturaleza es totalmente diferente a la lengua pampa o chilena”.

Convendría aclarar que nuestro cacique era de ascendencia “Gününa Küna” o sea tehuelche septentrional y que aparte de esa lengua también dominaba el mapun dungun a la que se refiere el padre Milanesio como pampa o chilena.

En un interesante opúsculo titulado “El Campamento de la Necesidad” referido a Valcheta, don Juan Carlos Ballor agrega un dato muy interesante. Escribe que “el 19 de abril de 1881, entre el brazo del arroyo y el aguedal de Valcheta, los expedicionarios rinden al último cacique tehuelche, Juan Sacamata y ya no habrá más resistencia indígena en el desierto de Río Negro”.
Y transcribe seguidamente algunas reminiscencias contadas por doña María Sacamata nieta de nuestro famoso cacique que “vive a 400 metros del lugar, su casa de material ambienta paz y comodidad familiar, fue dirigida por su esposo el poblador italiano don Nicodemo Larrosa. Allí donde corre el arroyo, continúa la octogenaria, estaba Sacamata mi abuelo, porque más allá apenas 500 metros en la lomada tenían los toldos y cuando se iban del lugar enterraban todo en el arenal: piedras de colores para pulseras y collares, puntas de flechas, morteros y allí también enterraban a los indios muertos. Hay muchos Sacamata en la Patagonia a algunos de los cuales el gobierno les dio tierras”.

Se sabe que don María falleció en la famosa “casa rosada” a la vera del arroyo Valcheta, en un lugar lleno de cuentos y leyendas.
Ya lo escribió su descendiente Carlos: “Sonidos de cascos de caballos, el koolo apoyado en la boca para que esta sirva de caja de resonancia; el tambor: un cuero estaqueado de lama guanicoe sobre un pequeño hoyo; el fuego: que nos trajo al héroe mítico; el baile, para celebrar un natalicio, o la perforación de las orejas a los cuatro años; la casa bonita: para aquellas jóvenes que menstrúan por primera vez; el matrimonio y la salud del toldo.

Todo, todo tuvo el guiño de las doce lunas de antaño, de primavera de avestruces y guanacos tan nómades y tan tehuelches como el viento”.

Y así fue. Podemos decir que el cacique Juan Sacamata y los suyos dejaron una fuerte impronta en la idiosincrasia y la cultura del pueblo de Valcheta. Y los pueblos nunca olvidan su raíz.

FOTO: Familia indígena a principios del 1900 en Valcheta

JORGE CASTAÑEDA

ESCRITOR VALCHETA

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