“Estamos repletos de jubilados jóvenes por todas las excepciones al régimen general. Un docente en la provincia de Neuquén se puede jubilar a los 50 años; un bailarín del Teatro Colón se puede jubilar a los 40 años. Estamos llenos de esos casos, algunos son pocos y otros, un montón. La suma de todos esos casos implica que más de un millón de personas son jubiladas a edades menores de los 65 años, la edad del régimen general”.
“Los mineros, los trabajadores de salud, los militares, los camioneros, los colectiveros, los docentes, los jueces, los diplomáticos, los investigadores y muchísima gente más que se jubila por regímenes provinciales. Cuando esas cajas tienen problemas financieros, el Estado tiene que salir a rescatarlos. También hay ejemplos insólitos como la pensión vitalicia que se otorga a los ganadores de una medalla olímpica. Eso quiere decir que Lionel Messi y Emanuel Ginóbili, si quisieran, podrían pedir una pensión. No tiene ningún sentido”.
Esos son algunos de los párrafos de la nota titulada “Por qué la Argentina gasta más en jubilaciones que los países desarrollados y sigue acumulando reformas”, escrita por el periodista Fernando Meaños para Infobae.
A continuación la referida nota
Los constantes cambios en la fórmula de movilidad, el impacto de los más de 200 regímenes alternativos y la regla de los 30 años de aportes, resultan los puntos más críticos.
La Argentina gasta 8,3% del PBI en jubilaciones y pensiones, por encima de lo que destinan países desarrollados que, además, tienen un porcentaje mayor de población mayor a 65 años. Pese a ese gasto, el país desarrolló un sistema complejo, a menudo injusto y con gran cantidad de perceptores del haber previsional que no llegan a cubrir sus necesidades más básicas.
Fuera de las urgencias y de la coyuntura, la eterna discusión sobre cuál es la mejor fórmula de movilidad jubilatoria es un tema menor, según explica Rafael Rofman, investigador principal de Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento). Cada uno de los últimos 4 gobiernos, incluyendo al actual, impuso su fórmula. Pero a los ojos de este experto, las claves para que la Argentina salga de su crisis previsional pasan por otro lado y así contó ante Infobae algunas de ellas.
Hay cambios permanentes en el sistema jubilatorio, pero no hay ninguna reforma verdadera. Todos los cambios a la normativa previsional de los últimos años, incluyendo la reciente ley votada por el Congreso y vetada por el Presidente, apuntan al mecanismo para actualizar los haberes, algo que casi no existe en ninguna parte. Si la inflación, como en casi todo el planeta, es de un dígito anual, la actualización se hace una vez al año y eso es suficiente.
Vivimos llamando reforma previsional a cambios en las reglas de movilidad de las jubilaciones, algo que el resto del mundo no discute porque no hay inflación. Acá nos arrastra la realidad a discutir esto y no está mal, pero no creamos que eso es una reforma”, apuntó Rofman, quien apunta que en todos los dictámenes de minoría en el Congreso había coincidencia en que había que ajustar por inflación.
El problema es que se necesita algo mucho más profundo. “Lo que nos hace falta es una ley, que también hable de movilidad. Pero sobre todo que defina cómo se organiza el sistema, cómo hacemos para darle protección efectiva a los más de 5 millones de adultos mayores de la Argentina y cómo dejamos de tener más de 200 regímenes de excepción. Siempre hablamos del régimen general, pero en la Argentina un 40% de quienes se jubilan no lo hacen por esa vía sino por alguna de las 200 excepciones que hay”, explicó el experto.
Los regímenes especiales trajeron demasiados jubilados jóvenes y algunos casos insólitos. En términos de porcentaje del PBI, la Argentina gasta en jubilaciones y pensiones, sumando el gasto nacional y provincial lo mismo que Dinamarca u Holanda, que duplican a la Argentina en población de adultos mayores. “Con relación a los países que tienen la misma población mayor que nosotros, gastamos el doble”, aseguró.
La principal razón de ese desequilibrio es que “estamos repletos de jubilados jóvenes por todas las excepciones al régimen general
La principal razón de ese desequilibrio es que “estamos repletos de jubilados jóvenes por todas las excepciones al régimen general.
Regímenes especiales a medida
“Un docente en la provincia de Neuquén se puede jubilar a los 50 años; un bailarín del Teatro Colón se puede jubilar a los 40 años. Estamos llenos de esos casos, algunos son pocos y otros, un montón. Lo cierto es que la suma de todos esos casos implica que más de un millón de personas que son jubiladas a edades menores de los 65 años, la edad del régimen general”, detalló Rofman.
“El caso de los docentes es un problema muy serio. Hay un régimen nacional que es muy generoso pero después cada provincia tiene su propio régimen que suele ser más generoso aún. Y además el trabajo de los docentes es fundamental no solo porque cuida de nuestros chicos sino porque de la educación depende el futuro del país”, agregó.
Pero los ejemplos sobran: “Los mineros, los trabajadores de salud, los militares, los camioneros, los colectiveros, los docentes, los jueces, los diplomáticos, los investigadores y muchísima gente más que se jubila por regímenes provinciales. Cuando esas cajas tienen problemas financieros, el Estado tiene que salir a rescatarlos”.
“También hay ejemplos insólitos como la pensión vitalicia que se otorga a los ganadores de una medalla olímpica. Eso quiere decir que Lionel Messi y Emanuel Ginóbili, si quisieran, podrían pedir una pensión. No tiene ningún sentido”, agregó.
La regla de los 30 años de aportes obligatorios es injusta y genera las constantes moratorias. “Lo que dice la ley es que si aportaste menos de 30 años, el Estado te dice ‘le agradezco mucho’, pero no reconoce absolutamente nada y tus aportes se convierten en impuestos retroactivos. Por supuesto es terriblemente injusto. Primero porque te quita el dinero pero también porque quienes aportan menos son los más pobres, son los más vulnerables, entonces además es el sistema es muy regresivo”, explicó Rafael Rofman.
El mecanismo iguala al que aportó un año “con aquel que aportó 29 años y 11 meses. Eso siempre genera conflicto y esa es la justificación por la cual venimos teniendo moratorias desde hace más de 20 años”.
En todo el mundo existe algún sistema que contemple que la gente reciba algún ingreso una vez que supera determinada edad. “Pero aquí, en lugar de hacer eso, tenemos el ‘invento argentino’ de la regla de los 30 años de aportes. Cuando el ciudadano no los tiene, el estado te dice ‘mentime, decime que los trabajaste como autónomo y te olvidaste de hacer el pago’. La moratoria es un parche, no podemos estar con esos parches durante 20 años”.
El experto propone que en lugar de esas moratorias constantes, exista un sistema por el cual quien aportó, aunque haya sido un solo año durante su juventud, cobre algo adicional sobre la prestación universal en base a ese aporte realizado. De esa forma, el haber se fija en base a la cantidad de años aportados y es proporcional todo el tiempo.
Hay un millón de personas que cobra más de un beneficio (Rofman)
Hay un millón de personas que cobra más de un beneficio. Rofman destaca que la pensión vitalicia por fallecimiento tuvo su origen un siglo atrás, cuando el hombre trabajaba y la mujer se quedaba en su casa, por lo que necesitaba una protección en caso de enviudar. Ese escenario hoy claramente quedó atrás, hombres y mujeres trabajan por igual y pueden acceder a su jubilación.
“Por supuesto que hace falta contemplar la situación de alguien que pierde a su cónyuge y los beneficios para los hijos menores. Pero hay gente que cobra dos o tres haberes, no se pueden revolear pensiones de esa manera porque no tenemos plata para hacerlo”, señaló el especialista del Cippec.