Lucía Collado, 36 años, abogada, perdió  una pierna por alud en Bariloche. Esperanza

 

«La vida me regaló un bonus track y vivo para disfrutarlo». Así se presenta Lucía Collado en su Instagram, tal vez para dejar bien clarito, de entrada nomás, que nadie tiene derecho a andar quejándose por la vida. Absolutamente nadie. Y menos ella, dirá después, que estuvo a punto de morir sepultada por un alud en Bariloche y «apenas» le amputaron una pierna: «Bah, ni eso, solo una parte. De la rodilla para abajo».

¿Qué tipo de mujer hay que ser para ser como Lucía?

Hace un año, esta abogada de La Plata de 36 años estaba haciendo trekking con su novio en la montaña cuando fue arrastrada por una avalancha de lodo y piedras del tamaño de un auto. Estuvo un mes internada y allí escribió una lista con todo lo que quería volver a hacer al salir. Hasta hace unos días solo le quedaba tachar una sola cosa.

La mañana del alud en Bariloche hacía mucho calor. Después de pasar la noche en el refugio San Martín, junto al lago Jakob, Lucía y su novio emprendieron la subida hasta la laguna de Los Tempranos, donde perdieron la señal del celular. Allí comieron un sandwiche y luego del mediodía empezaron a bajar para volver a Bariloche. Nadie les avisó al salir del refugio que la administración del Parque Nahuel Huapi había difundido una alerta amarilla del Servicio Meteorológico Nacional por tormentas que incluía tormentas eléctricas. Por eso cuando empezó a llover sobre el cauce de un arroyo seco, Lucía y su novio sintieron el alivio que trae el agua fresca sobre la piel caliente. Duró poco. Primero se escuchó «un rumor» detrás de la pared de una montaña. Y pronto un estruendo. Iván alcanzó a cruzar el arroyo con un hilito de agua y cuando le tocó a Lucía vino una corriente endiablada de agua, piedras, trozos de árboles y se llevó todo.

«Fue como en las películas, como un maremoto», recuerda Lucía. Pero quiere que quede claro que lo suyo no fue un acto de imprudencia. «Fue algo totalmente imprevisible. Justo yo pasé por ahí y me arrastró el alud», afirma desde Ushuaia, donde acaba de hacer otro largo trekking. Porque a ella no la para nadie. Ni siquiera aquel torrente que la arrastró 250 metros y la dejó prácticamente sepultada. Para poder volver a ver el cielo tuvo que hacer fuerza. Mucha. Así logró sacarse de encima una montaña de piedras. Y después tuvo que nadar. Con una pierna, porque la otra ya estaba rota.

«Me desesperé por vivir. Cuando se destrabaron las piedras y pude salir a respirar sentí el desgarro y un fuerte calor en la pierna izquierda. La levanté y vi que estaba destrozada. Pero yo estaba viva. Entonces levanté mi pierna derecha, la vi golpeada, y así me animé a nadar hasta llegar a una piedra. Allí grité con todas mis fuerza para pedir ayuda. Pero el agua me volvió a tapar y tuve que nadar otra vez hasta agarrarme de un arbusto. Y cuando el agua me llegaba otra vez al cuello vino mi novio y me puso a resguardo hasta que por fin llegó el rescate. Si pasé por todo eso, no puedo no estar feliz por la bendición de seguir con vida y disfrutarla a full».

El primer rescatista que llegó fue un psicólogo que le empezó a hablar y hablar, para que no perdiera la consciencia. Y también la ayudó a respirar para combatir la hipotermia, con unas técnicas para levantar la temperatura corporal. Luego sí, vino el helicóptero y más tarde ya estaba en el hospital. Se despertó a los dos días, con la pierna amputada.

«¿Qué cómo estoy ahora? Mirame», provoca Lucía por WhatsApp desde Ushuaia. Y muestra la prótesis de su pierna izquierda con la que volvió a animarse al trekking.

-¿Tan rápido?

-No, para nada. Tuve que esperar un año… ¿Te parece rápido?

La nueva caminata por las montañas que acaba de terminar fue de casi 10 kilómetros, casi cuatro horas de subidas y bajadas hasta llegar a la Laguna Esmeralda, donde posó con su prótesis en la mano, como quien levanta una copa.

Lucila Collado volvió al senderismo un año después.

«Esta es la señal del triunfo», escribió debajo de la foto. Su forma de festejar lo que será por siempre su segundo cumpleaños.

«La clave es cómo te tomás las cosas. Cuando yo me desperté en el hospital ya estaba amputada. Pero seguía viva. Nunca me lamenté, ni me pregunté ‘¿por qué me pasó esto a mí?’. Ya está, pasó y punto. Ahora hay que seguir adelante. Luché mucho para salir del barro y de las piedras en la montaña. Tuve que tener mucha fuerza para no dormirme mientras esperaba el rescate y llegar consciente al hospital. Fue tanto lo que hice, que no iba a aflojar después. Me podrían haber pasado un montón de cosas malas y creo que me pasó lo más leve. Me podría haber golpeado con una piedra en la nuca y capaz me moría ahogada”

Pero no. Lucía ya no solo camina, sino también aprendió a correr y a saltar.

“Por suerte me tocaron unos médicos re piolas que se la jugaron y me cortaron por debajo de la rodilla. ¿Qué más puedo pedir”, pregunta. Y no espera la respuesta. ¿O acaso alguien tiene alguna?

El nuevo álbum de vida

Por la ventana del hotel donde esta semana se hospedó con su novio se ven cumbres todavía nevadas. Montañas y más montañas. No le teme a ninguna. El sendero que la llevó a Laguna Esmeralda está en el medio de un bosque de lengas. El recorrido continúa con turbales hasta alcanzar un ambiente de alta montaña. Dos horas para ir y dos para volver a la ciudad. Todo por terrenos húmedos y resbaladizos. Es lo que tardó Lucía, igual que cualquier otro senderista.

Filmó toda la travesía, como antes lo había hecho al registrar en su Instagram los momentos más importantes de su recuperación, desde el día en que empezó a hacer los primeros ejercicios con las prótesis, hasta el momento en que se atrevió a correr, a andar en bicicleta o incluso a manejar su auto.

Poco antes del cierre de esta nota, Lucía manda otra foto por WhatsApp. Se la ve sonriendo sobre una montaña de nieve: «Acabo de tachar el último sueño que me había quedado pendiente de la larga lista que hice en el hospital: jugar con la nieve». Porque el resto ya es cosa vieja: caminar por la playa, correr, manejar, viajar y hasta volver al trekking.

Fuente: Vive La Plata

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