El cerro Uritorco, entre una leyenda de amor y la frecuente visita de extraterrestres

¿Quién no ha escuchado informaciones vinculadas con la presencia de naves extraterrestres, habitantes alienígenas o avistajes extraños en proximidades del Cerro Uritorco, en la provincia de Córdoba?

Muchos recordarán las incursiones por ese misterioso lugar, del equipo de periodistas de un canal de televisión capitalino, encabezado por el periodista José De Zer que relataba experiencias paranormales protagonizadas allí.

En sus relatos, De Zer despertaba expectativas,  anticipaba la posibilidad de toparse con habitantes de otros mundos y develar entonces misterios respecto de la existencia de vida en otros planetas.  Seguramente no serán pocos los que recuerden los relatos del periodista, abundantes en expresiones cargadas de intriga, anticipando posibles sorpresas o descubrimientos reveladores de misterios impensados.

En las numerosas notas puestas al aire en el informativo “Nuevediario” que emitía Canal 9, José de Zer narraba  que tanto él como sus colaboradores experimentaban una extraña sensación o rara fuerza que no podían dimensionar.

En algunas otras ocasiones comentó haber observado luces o elementos que no alcanzaba a comprender o describir con claridad, pero en oportunidades arriesgo que podría tratar de “ovnis”, “platos voladores” o “naves extraterrestres”, razón esta por la que el cerro comenzó a recibir visitas y expediciones, en gran número.

El Cerro Uritorco, de 1.950 metros de altura, fue bautizado con ese nombre debido a que en lengua quichua significa “Cerro Macho” o “De los Toros” y se encuentra en el Valle de Punilla.

Esta circunstancia aparecida tras las contínuas visitas del periodista de Zer desplazó la leyenda sobre el Cerro y el río Calabalumba que corre al pie del Uritorco, conformando un bellísimo paisaje, que guarda una historia que explica cómo se formaron ambos y que además esconde una leyenda de amor imposible.

De acuerdo a lo que se cuenta sobre este tema, en esa región residía un joven indio que, como suele ocurrir, se enamoró de una princesa que correspondía al amor del joven.

La muchacha era hija de un hechicero miembro de la tribu, que al parecer no aceptaba la relación de los jóvenes enamorados, razón por la cual la joven mujer tomó la decisión de huir del lugar, en tanto que el muchacho indio emprendió la búsqueda sin descanso de su amada.

Profundamente enamorado, comenzó la búsqueda de su amor por toda la región, incluyendo parte del Cerro y la ribera del  río Calabalumba durante jornadas enteras.

Incansablemente recorría todos los lugares que estimaba podría haberse escondido para evitar ser descubierta o hallada por el hechicero de su padre, que a medida que pasaba el tiempo, se había convertido en una figura demoniaca que perseguía ahora a ambos jóvenes, al enterarse de la huída de su hija como asimismo la desesperada búsqueda iniciada por su joven enamorado.

La búsqueda del joven tuvo su premio, que a la larga se convertiría en un castigo eterno para ambos, aunque algo placentero para quienes luego se acercan o visitan la región.  Los enamorados lograron encontrarse para poder expresarse todo el amor que sentían un por el otro, así  como se prometieron seguir siempre juntos.

A pesar de la felicidad de ambos, los jóvenes enamorados lo que no pudieron eludir fue la maldición del hechicero y ambos se transformaron entonces en el Cerro Uritorco y ella en el río Calabalumba.

Finalmente, los  jóvenes lograron estar juntos para siempre, y que su amor perdurara eternamente, dando lugar entonces a un hermoso paisaje natural, que pocos de los que visitan el lugar saben que las bellezas que observan surgen del amor que se expresan los amantes, que tampoco logró modificar o menguar las periódicas andanzas del inquieto periodista José de Zer, buscando otros misterios.

Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas  –  Río Negro

       

 

 

 

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