Pareja de Neuquén busca objetos de valor en las playas. Quieren ir a Las Grutas

 Le hacemos un bien a la naturaleza”. La curiosa manera de viajar de un matrimonio atraído por lo que “hay abajo de la tierra”

Cristina Vascuz y José Hermoso son de Neuquén y llevan años buscando tesoros; en Pinamar recorren las playas con detectores y se sorprenden de todo lo que pierden los turistas.

Me da curiosidad lo que hay abajo de la tierra”, dice Cristina Vascuz, de 51 años. Hay mucho viento, está abrigada con dos camperas y cubierta con una capucha. Se ven de todos modos los auriculares que le alertan por si llegase a encontrar algo. Sostiene un detector de metales y camina incansablemente por la orilla, hace más de cinco horas.

Es el segundo año que viene a la costa argentina con su marido. Y hace cuatro que compraron los detectores de metales. “Vimos un programa de buscadores de tesoros y dijimos: esto es lo que tenemos que hacer”, recuerda José Hermoso, de 75 años. Era plena pandemia, en 2020 y estaban encerrados.

Consiguieron los detectores de metales gracias a un grupo de Facebook. Pudieron comprar uno nuevo, que se puede sumergir, y otro usado. A eso hay que sumarle el pointer, que vibra y suena para indicar exactamente donde está el elemento encontrado, una vez que la máquina ya lo detectó. “Hoy no sé si podríamos comprarlo”, piensa Cristina.

Y sigue: “Perdemos las horas nosotros. Ayer salimos a las 6.30 de la mañana y cuando nos dimos cuenta eran las 14. Imagínate lo que caminas. Conocemos y caminamos y lo llevamos por donde andamos”.

Oriundos de Neuquén, donde todos los días recorrían lagos, hace dos meses que partieron de su hogar en una pequeña camioneta que trabajaron durante un año para transformar en motorhome. Querían llegar hasta Perú. “Pero estuvimos complicados por la gran devaluación”, explicó José. Se fueron justo el día de la primera vuelta electoral, el 22 de octubre. El punto final fue Paraguay, llegaron el 1° de enero. Desde allí empezaron a bajar costeando y frenando en lagos en busca de metales. Quieren llegar hasta Las Grutas, en Río Negro.

“Limpiamos la playa”

Es impresionante la cantidad de cosas que sacamos como esas chapitas. Encontramos muchísimas latas de cerveza, de sardina, tiran de todo, sobre todo en el lago. Le hacemos un bien a la naturaleza, limpiamos la playa. También muchísimas monedas, anillos, cadenitas y alianzas”, cuenta José. “Nos encontramos gente haciendo lo mismo y los vamos sumando al grupo. Ya somos un montón, como 400 por todo el país. Ahora hicimos uno de WhatsApp y todos los días agregamos a alguien”, agrega.

Fue en Costa Azul, a 60 kilómetros de esta ciudad, cuando una señora les pidió que le buscaran su alianza. “La señora tropezó en una piedra y al caerse perdió el anillo. El marido nos vió y se aceró a pedirnos ayuda. Ella estaba desesperada. Estuve como media hora hasta que se la encontré, pero apareció en el mar”, recuerda.

Otro hombre le pidió ayuda por unos lentes. “No se acordaba exactamente dónde se la habían caído, pero nos dijo que no se los podía volver a comprar. Me indicó más o menos el área y bueno, me metí. Las olas me sacaban, estaba bravo ese día el mar. Estuve un buen rato y aparecieron”, relata.

Guardan todos sus hallazgos en un cofre de madera que les regaló un amigo. Está cerrado con llave y escondido. El más valioso, dice Cristina, es una moneda de 1837 que encontró ella en una estación de trenes de La Pampa. “Por donde andamos llevamos el equipo”, explica.

“Los chicos están chochos. Les llevamos cadenitas, anillos”, dice sobre los regalos que entregan al volver de los viajes. A los cinco hijos de José, se suman otros cinco de Cristina que los esperan en Neuquén.

Texto: Lucila Marin, diario LA NACION

 

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