Hay quienes opinan que los Reyes Magos no eran reyes, sino sabios. No tres, sino 12

 

Se duda también que uno de los tres Reyes haya sido negro, sobre qué regalos llevaban y que la celebración se conoce en la Iglesia Católica como la Fiesta de la Epifanía, vocablo que significa “manifestación evidente de una divinidad entre los seres humanos.”

Otra versión se refiere a que el hijo de José y María fue reconocido como Dios gracias a la visita de unos sabios que habían llegado de oriente, en tanto que para los evangelistas Jesús nació en Belén, un pueblo de Judea en el tiempo que Herodes era el rey del país.

A esa historia se le agrega la llegada de unos sabios que se dedicaban a estudiar las estrellas, quienes preguntaron respecto a “donde estaba el Rey de los Judíos que había nacido, porque hemos visto una estrella en el oriente y hemos venido a adorarle”. Por otra parte, se dice que los sabios mencionados eran doce, no sólo tres como destaca la historia.

Otros documentos afirman que el rey Herodes recibió asesoramiento de los sacerdotes y los maestros de la ley quienes confirmaron que el Mesías nacería en Belén, como lo aseguraban las escrituras y sería el gobernante de Israel.

Se dice asimismo que Herodes pidió a los sabios que cuando lo encuentren le avisen, para que él también pueda ir a adorarlo, aunque señalan algunas escrituras que las intenciones eran otras y que como los sabios no regresaban decidió matar a los niños varones menores de dos años, hecho conocido como la “Matanza de los Santos Inocentes”

Otros escritos sobre el tema, agregan que tras las indicaciones del Rey los sabios se fueron, pero la estrella que habían visto salir se detuvo en el lugar donde se hallaba el niño, por lo tanto al observar la estrella expresaron su alegría.  De inmediato los sabios entraron a la casa y vieron al niño con MarÍa, su madre, se arrodillaron lo adoraron, abrieron entonces sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra.

Hasta aquí entonces la historia sobre el tema, que como podrán apreciar queda claro que no eran reyes, ni cuántos eran, ningún negro, ni se mencionan sus nombre y la única referencia precisa es que eran sabios que estudiaban las estrellas.

Por otra parte, el Evangelio de Mateo afirma que estos fueron a la casa de María y José  a adorar al niño, que no estaba en Belén cerca de Jerusalén y no al establo, pero resulta que la casa estaba en Nazaret un pueblo de Galilea en la región de Judea.

El error respecto al número pudo haber surgido porque el Evangelio habla que los sabios dejaron tres regalos y se interpreta que a pesar de ese valor se estableció que “eran tres”.  Se interpreta entonces que al ser tres los regalos de los sabios, la Iglesia considera que por lo menos debían ser tres quienes los trajeron.

Documentos de la Iglesia armenia, sin embargo, se mantiene en que el número de sabios era doce.

Los nombres Melchor, Gaspar y Baltazar ni aparecen en los Evangelios, pero en cambio figuran en  un mosaico de la Basílica de San Apolinar el Nuevo en la ciudad Italiana de Ravena, aunque otras versiones atribuidas a estudiosos del tema, sostienen que la fijación de los nombres se debe a Beda el Venerable.

Un sabio ingles afirma que el Mosaico de Ravena es anterior, pero de cualquier manera estos nombres se fijaron en el tiempo y se popularizaron. Lo que si se sostiene es que no eran reyes, sino sabios y blancos por lo menos hasta la edad media.

En algunas traducciones de la Biblia se asegura que eran magos y otras afirman que eran sacerdotes.

Como ocurre siempre, el tiempo va modificando hechos, situaciones, acontecimientos, saca y agrega, por caso versiones, distintas interpretaciones, investigaciones y diversas traducciones.  Por caso, porque se convierten en reyes, porque así lo establece la dignidad a partir de las profecías del Antiguo Testamento, cuando hablan de la llegada del Mesías.

Con el Renacimiento aparece entonces alguien con piel oscura o negra, interpretándose que cada uno tendría que representar a un continente, blanca el europeo, rubio el de Asia y negro el africano.

Los regalos aparecen en la simbología y cada uno recuerda una de las cualidades del recién nacido, el oro por ser Rey de Reyes, el incienso porque se trata de la ofrenda a los dioses y la mirra porque se empleaba para ungir a los muertos y recuerda el cuerpo mortal de Jesús.

Como verán, muchas de las cosas que nos vienen de siempre no guardan estricta relación con lo que ha ocurrido o por lo menos así nos lo han contado o nos ha llegado, pero eso a los niños poco les importa.

Los pequeños irán la noche del 5 a dormir con la esperanza, el nerviosismo y la emoción que los tres misteriosos personajes les dejen los regalos solicitados y ansiados, porque para ello muchos habrán escrito su carta que seguro encabezaron¸ “Queridos  Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltazar….”

Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma

Las Grutas  –  Río Negro

 

 

 

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