Estoy abatatado. Hay palabras y frases que nos sorprenden gratamente

 

El idioma castellano es tan rico en expresiones idiomáticas que muchas veces hay frases y palabras cuyo origen ignoramos pero que al conocerlo nos sorprenden gratamente.

En el “Diccionario del habla de los argentinos” de la Academia Argentina de letras se define por “abatatarse”: “turbarse una persona, de modo tal que no atine a hablar o proseguir con lo que está haciendo”.

En el “Nuevo Diccionario Lunfardo”, de José Gobello por “abatatarse” podemos leer: “Turbarse, perder la serenidad y el libre uso de las facultades”.

Daniel Balmaceda en su interesante libro “Historia de las palabras” da una razonable explicación del origen del vocablo que merece reproducirse por lo risueña.

Dice Balmaceda: “En 1897, Daniel María Cazón reunió a los amigos en su quinta del Partido de Tigre (ubicada en la avenida Liniers al 2100) y les ofreció un picnic. ¿Qué se entendía por picnic en aquellos años? Se trataba de una comida ligera, informal y al aire libre. Además, los comensales no eran atendidos por el personal de la casa, sino que cada uno se las arreglaba por su cuenta. ¿Qué celebraba Cazón? Su reciente nombramiento como Venerable Maestro de la Logia Confraternidad Argentina.

¿Quiénes eran los invitados? Floro Madero, martillero, hermano de Eduardo –quién ideó Puerto Madero-, divertido y ocurrente. Vicente Fidel López, hijo de Vicente López y Planes, además de reconocido bromista, como Madero. Bernardo de Irigoyen, playboy y uno de los más elegantes de su época. Miguel Cané, el más sereno del grupo. Y algunos más”.

Los amigos se sentaron en juna mesa larga. Floro se ubicó delante de una fuente de batatas fritas. Pinchó una y la comió. Pinchó otra y otra y otra. A diferencia del resto que, con más prudencia, esperaban que acercaran de una vez los bifes a la portuguesa, Madero se pegó un atracón de batatas fritas”.

“Llegó el turno de los postres y Cazón se dirigió a Madero: -Contá algún cuento de tu colección, Floro. –Estoy muy mal, no me siento bien. –Pero, ¿qué tenés?”

“Y la respuesta fue histórica. Floro Madero, que no podía hablar con naturalidad, dijo entre largas inspiraciones de aire: “Hombre, estoy…abatatado. Me he comido…media fuente de batatas y, vaya… ¡estoy abatatado!”

Hasta aquí la amena anécdota de Floro Madero contada por Balmaceda. Imperdible, porqué todas las palabras, los refranes, dichos y frases tiene su origen.

Podemos leer en Ocantos, “Qulito”: “He visto a Esteban, pero me ha parecido tan fresco. Eso, eso es lo que quiero que digan todos, que ninguno me encuentre abatatado”.

Palermo, en “El anuro” exclama: “a mí no se abatata ansina nomás”.

Otras veces se utiliza en alusión al rubor que saca el rostro la vergüenza y su asociación con el color rojizo que presentan las batatas.

En otras es sinónimo de miedo o sentimiento de angustia ante la proximidad de algún peligro. Ejemplo Pascarella, en “El Conventillo”: “Para gozar luego con la batata jefe que se llevaban hasta individuos que alardeaban de matones”.

Yo, por mi parte, creo que nunca me abataté, pero sí en alguna que otra ocasión me he olvidado algún nombre, pero cosas de la edad y la memoria.

 

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta (Río Negro)

 

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