Yo quiero jugar con el balero. “Miramos con mucha nostalgia nuestra infancia”

 

Uno nunca de ser un niño por más que pasen los años y cuando tenemos cierta edad miramos con mucha nostalgia aquellos tiempos felices de nuestra infancia.

El recuerdo de nuestros queridos padres, las meriendas, los juegos en la vereda, los pantalones cortos, los cumpleaños, los corsos con disfraces, nuestra primera bicicleta, los regalos en el día de los Reyes Magos, la siempre recordada pelota Pulpo, las bolitas, las figuritas, las visitas al zoológico, el potrero con los primeros picados, y tantas otras cosas que se han perdido en el desván de los recuerdos arrumbadas por una modernidad que se lleva todo: la inocencia y en especial esa felicidad por las simples diversiones de un tiempo que se fue.

Entre aquellos juguetes quiero traer a la memoria uno muy simple, pero que nos sabía entretener sobremanera porque nos permitía mostrar nuestras habilidades: el balero.

Según los que saben “dentro de los varios juguetes típicos mexicanos que se usaban mucho en el siglo XX, se encuentra el balero”.

“Está conformado por un barril de madera cuyo tamaño puede variar. Tiene un hueco en el centro, atado a un cordel de un pequeño palo”.

“En el estado de Yucatán, se descubrió un tratado maya que mostraba qué era un balero y como se jugaba. Tenía la forma de un barril de madera hecho con cráneos humanos. Este fue el comienzo de un juego que terminó por conocerse en gran parte de América Latina, desde épocas precolombinas, con nombre distinto en cada país”.

“El origen del nombre que se le da hoy es discutido por varios estudiosos, pero se sabe que derivó de las palabras bille bouquet  y es de la Francia del siglo XVII. Otro origen podría ser bille (palito o pequeña bola) y bouquet diminutivo de bola o boca”.

“El escritor Miguel de Cervantes Saavedra utilizó la palabra “bilbos” en sus escritos para referirse a espadas del siglo XI con punta y bola, hechas en Bilbao”.

“Jugar al balero es de mucha práctica y habilidad. Quienes compran un balero saben que sufrirán, pero se divertirán horas intentando meterlo. Los niños de ahora no les llaman la atención este tipo de juguete, ya que se les hace muy aburrido. Es más común que un adulto compre uno, a que un niño lo pida. La gente los compra más de forma nostálgica”.

También se los conoce como choca o enchoque en Bolivia. Los venezolanos le llaman perinola o juego de la coca. Los cubanos lo conocen como hoyuelo y en el Salvador le llaman capirucho.

Hasta Héctor Gagliardi en su poema “El rusito” lo glosa de la siguiente manera: “Más vivo y calculador / que toda la clase junta, / no prestaba el sacapuntas / sino a cambio de un favor. / Lo nombramos tasador / en la compra de baleros, / porque el padre era mueblero / y el hermano lustrador”.

En todos los países este juguete es muy querido por haberle quitado lo aburrido a muchos momentos de monotonía.

Por eso y mucho más: yo quiero jugar con el balero.

 

Texto: Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

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